Los encuentros sostenidos a partir de la segunda semana de febrero entre los líderes de Ucrania, Rusia y diversos países europeos marcan un tempo diplomático en aras de una rebaja de la tensión en torno a la situación en el este del continente.
Las entrevistas entre Vladimir Putin y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, o la reunión entre los responsables de Exteriores de Rusia y Reino Unido, Serguei Lavrov y Liz Truss, respectivamente, son buenos ejemplos de los constantes contactos, que también incluyen al presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
En su visita a Kiev el 9 de febrero, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, expresó a su homólogo ucraniano, Dmitri Kuleva, el deseo de España y la UE de “avanzar en el camino de la diplomacia, la distensión y la desescalada” de la actual crisis.
“Diálogo, desescalada, distensión y, si fuera necesario, disuasión”, dijo. Kuleva agradeció la postura española, pero apuntó a su par la necesidad de imponer sanciones a Rusia ya mismo, aún cuando no tenga lugar una intervención armada.
Tal solicitud, motivada —según Kuleva— por el incumplimiento de los Acuerdos de Minsk por parte de Rusia, invita a pensar que Kiev está insatisfecha con la posición negociadora asumida por varios líderes de la UE y la OTAN.
En opinión de Juan A. Aguilar, director del portal de seguridad global Geoestrategia.es, la denuncia del Gobierno ucraniano sobre el incumplimiento ruso radica en su propia incapacidad para asumir los acuerdos. “Ucrania sabe perfectamente que no puede cumplirlos, de ahí que intenten buscar alguna forma en medio del jaleo para renegociarlos y así salvar la cara ante su opinión pública”, declaró a Sputnik.
“Por eso le comentan a Albares que Rusia no los está cumpliendo, pero esto es una falsedad y lo saben perfectamente. Rusia no tiene que cumplir ni dejar de cumplir nada ahí, los que sí tienen que hacerlo son tanto las milicias prorrusas del Donbás como el propio régimen ucraniano. Y deben observar la no presencia de armamento pesado en la zona fronteriza, respetar la zona no militarizada que separa a los dos bandos, contemplar el estatus del Donbás y los cambios constitucionales, entre otras cosas”, resaltó.
El mismo día, aunque con posterioridad a este encuentro, Kuleva declaró que Kiev no rechaza cumplir tales acuerdos para pacificar el conflicto en el Donbás, pero que no lo hará en los términos en los que los interpreta Rusia.
“La frase de que los Acuerdos de Minsk deben cumplirse son como el Padrenuestro, la repiten todos, pero la cuestión es otra: los acuerdos se cumplirán bajo las condiciones rusas y según su interpretación, o se cumplirán tal cuales son, no distorsionados por Rusia. Por eso decimos que no los cumpliremos en los términos rusos. Pero no significa que por principio no vayamos a cumplir los acuerdos”, manifestó Kuleva.
Las palabras de Kuleva se inscriben en un contexto en que, tras rechazar por escrito de EE. UU. las propuestas en materia de seguridad que Rusia le solicitaba, muchos gobernantes del eje euroatlántico cifran sus esperanzas de desescalada de la tensión en el cumplimiento de los tan cacareados Acuerdos de Minsk.
En esas mismas declaraciones, negó que Macron persuadiera a Zelenski para cumplirlos pese a que previamente el presidente francés había declarado que su homólogo ucraniano le confirmó su deseo de implementarlos. Esta aparente disonancia tiene una explicación de fondo.
“El régimen de Zelenski, como anteriormente el de Poroshenko, es consciente de que el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk les crearía unas dificultades tremendas a nivel interno, inasumibles”, aseguró Juan A. Aguilar. Subrayó que tal actitud pone a Kiev “en una situación difícilmente soportable” ante la comunidad internacional, Cuarteto de Normandía incluido, “y ante las propias presiones de Moscú”.
“Yo entiendo que la posición de Ucrania es renegociar los Acuerdos de Minsk”, añade por su parte Pablo del Amo, analista del portal de estudios estratégicos Descifrando la guerra. “No quiere cumplirlos, porque a pesar de llevar su firma, se hicieron después de su derrota en la guerra en el Donbás. Y esto es una cosa que se olvida: los firmó porque perdió”, explicó a Sputnik.
La posición que emana de los contactos diplomáticos occidentales con Kiev puede ser ambigua, de ahí la disparidad de interpretaciones en torno a la asunción de los Acuerdos de Minsk. Del Amo señaló que el ánimo de Kiev para no cumplirlos radica en un apoyo de EE. UU. y Reino Unido “porque los europeos que forman parte del Cuarteto de Normandía (Francia y Alemania) no han sido capaces de hacer que Ucrania los cumpla”.
Este hecho, la nula influencia franco-alemana sobre Kiev desde 2015 para con el cumplimiento de lo firmado, es la razón de que Rusia haya preferido negociar directamente con EE. UU., afirmó Alejandro López Canorea, coordinador de Descifrando la guerra. En declaraciones a Sputnik, este antropólogo recordó que la situación ha derivado en que Francia y Alemania “se movilizan” para hablar con Rusia. “Pero es EE. UU. quien debe forzar a Ucrania a cumplir estos acuerdos, Rusia piensa que son los estadounidenses quienes tienen la influencia directa sobre este Gobierno”, reiteró.
Los acuerdos de Minsk prevén también la celebración de elecciones locales en las regiones de Lugansk y Donetsk para definir su encaje en Ucrania, que tendrá que efectuar cambios constitucionales para obrar un estatus especial. López Canorea destaca que, para Kiev, estos y otros puntos son “difícilmente aplicables”, ya que su Gobierno todavía se halla buscando “otra base política” tras la dimisión en julio del ministro de Interior Arsén Avákov.
“Con su salida, el Gobierno de Zelenski perdió uno de los pesos nacionalistas más grandes, alguien que tenía vínculos directos con las organizaciones paramilitares”, rememoró. Además, estimó que es complicado tanto encajar el estatus del Donbás mediante los acuerdos como conceder su independencia.
“Actualmente Ucrania tiene una política interna muy convulsa, el país es un desastre y Zelenski es consciente de que su posición ahora es más débil que hace unos años. Si cumple los Acuerdos de Minsk, su carrera política está acabada”, añadió Del Amo. Para él, los sectores nacionalistas del país siguen teniendo “mucho poder”. “Zelenski tiene los días contados si cumple los Acuerdos de Minsk”, convino Juan A. Aguilar.
“Ucrania no tiene la posibilidad de articular una mayoría política que sea favorable a la implantación de los acuerdos”, acotó López Canorea. “Poroshenko llegó con la intención de resolver esta cuestión, acabó cediendo ante los acuerdos y ahora se le está juzgando por alta traición. Zelenski también llegó prometiendo que iba a acabar con la guerra, pero después se ha apoyado en los sectores nacionalistas”, añadió.
“Parece que Ucrania no puede ni prescindir del Donbás, ni tampoco integrarlo según, como dicen ellos, la interpretación rusa: con un estatus y poder suficiente para que sea determinante en la política ucraniana. Su interpretación es otra: recuperar el estatus quo anterior a la guerra porque firmó los Acuerdos para parar los reveses que estaba sufriendo tras la batalla de Debaltsevo y otros enfrentamientos en Mariúpol, porque esos frentes podían trasladarse a otras zonas del este y del sur”, finalizó.