
Uno de los elementos más típicos de las celebraciones en México son las piñatas. Este es uno de los símbolos más reconocidos internacionalmente de la cultura del país, por lo que es difícil imaginar las posadas mexicanas sin estas coloridas decoraciones originalmente hechas de barro y rellenas de frutas y caramelos. Conoce aquí el origen y el significado esta tradición.
Esta tradición llegó a México en el año 1586 (siglo XVI), cuando los frailes agustinos de Acolman de Nezahualcóyotl, en el estado actual de México, cerca de la zona arqueológica de Teotihuacán, recibieron la autorización del Papa Sixto V para celebrar las “misas de aguinaldo”, que más tarde se convertirían en las posadas. Fue en esas misas que tuvieron lugar en los días previos a la Navidad que los frailes introdujeron la piñata.
Simbolizan los siete pecados capitales: pereza, envidia, gula, ira, lujuria, avaricia y soberbia.
El palo que se emplea para pegarle a la piñata y romperla simula la fuerza con la que se vence al mal y se destruye la falsedad y el engaño.
La venda con que se cubren los ojos representa la fe ciega en Dios.
Los colores brillantes y el oropel simbolizan las vanidades del mundo y tentaciones del demonio.
Los frutos y dulces con los que se rellena la piñata son la recompensa por vencer el pecado.
El significado de las piñatas encajó a la perfección con la temática de las posadas, con el paso del tiempo esta tradición se sumó a las fiestas decembrinas. Actualmente existen las piñatas no sólo se rompen en las posadas, sino en todo tipo de fiestas: cumpleaños, primeras comuniones, bautizos, fiestas de niños y adultos, despedidas y lo que se les ocurra.
Se puede conseguir piñatas de barro en diferentes poblaciones del país; sin embargo, en Acolman, Estado de México, se lleva a cabo anualmente la Feria de la piñata. Este año su edición XXXI fue del 15 al 19 de diciembre.
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De acuerdo con la tradición, se debe vendar los ojos de las personas antes de que pasen a golpear la piñata. También tienen que girar 33 veces sobre su propio eje con la finalidad de que pierdan la orientación y el equilibrio. El resto de los asistentes forma un círculo en torno a la persona y la anima entonando las siguientes rimas:
¡No quiero oro, ni quiero plata,
yo lo que quiero es romper la piñata!
¡Dale, dale, dale, no pierdas el tino,
porque si lo pierdes, pierdes el camino!
Ya le diste una, ya le diste dos,
ya le diste tres y tu tiempo se acabó.
Los siete picos simbolizan los pecados capitales y debían ser destruidos con los ojos vendados (haciendo alusión a que la fe es ciega), con la ayuda de un palo que demuestra la virtud terminando con las tentaciones. Los caramelos y otras golosinas dentro de la piñata representaban las riquezas del reino de los cielos, por lo tanto la enseñanza que se acompañaba con fe y una sola virtud, podía vencer el pecado y recibir todas las recompensas del cielo.

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