Han pasado 17 años desde que Chandrashekar, un hombre de 56 años, decidió alejarse de la tecnología, internet, grandes edificaciones y todo lo relacionado con la civilización. El sujeto proveniente de la India ha pasado casi dos décadas distanciado de todo y ha sobrevivido con una dieta en base a fruta y agua. A pesar de su alejamiento, se vacunó contra la COVID-19 apenas tuvo la oportunidad.
El hombre reside entre las aldeas de Adtale y Nekkare, ubicadas en el estado de Karnataka (India). En cierto tramo del camino, se pueden distinguir láminas de plástico apoyadas en palos de bambú como si se tratara de una cabaña. Al costado de la improvisada vivienda, se encuentra un auto Ambassador, tan deteriorado que solo cuenta con una pequeña radio.
De acuerdo con el medio local DNA, Chandrashekar vive en un denso bosque apartado de la ciudad. Luce delgado, pero sus extremidades son muy fuertes, tiene abundante cabello, ya que no se suele afeitar. Usa sandalias de goma y posee apenas un par de mudas de ropa.
Antiguamente, era dueño de un terreno de media hectárea en el pueblo de Nekral Kemraje. Sin embargo, en 2003 pidió un préstamo exuberante de 40.000 rupias que no pudo pagar al banco, por lo que tuvo que subastar su propiedad.
El sujeto vivió en casa de su hermana, ya que no le quedaba más dinero, pero tras unos días de convivencia se mudó, puesto que no congeniaban bien. Fue en ese momento, en que decidió adentrarse en las profundidades de la jungla para vivir allí.
Instaló una cabaña improvisada en medio del bosque para protegerse de la lluvia y el sol, sin saber que se convertiría en su casa por los próximos 17 años.
Empezó a vender cestas tejidas en los pueblos cercanos, con lo que podría solventar el gasto de comida y otros insumos. Sin embargo, durante la pandemia no pudo proseguir con su labor, por lo que subsistió tan solo con agua y frutas salvajes.
A pesar de encontrarse alejado de la civilización, recibió su vacuna contra la COVID-19. Las autoridades sanitarias de la zona lo encontraron y ofrecieron inocularlo, y él no puso resistencia.
Aunque Chandrashekar ha convivido con elefantes, jabalíes, antílopes, leopardos y hasta serpientes durante su estancia en la jungla, no tiene pensado abandonar el lugar que, por muchos años, ha llamado hogar.