Argentina inició este jueves el proceso de vacunación contra la COVID-19, con dosis de la vacuna china Sinopharm, a menores de entre 3 y 11 años, ubicándose como uno de los pocos países el mundo en inmunizar a personas de ese grupo etario.
Entre este jueves y el viernes, un total de 2 006 300 dosis se distribuirán por las 24 jurisdicciones del país, con el objetivo de comenzar su aplicación pediátrica a partir del próximo martes.
La capital argentina también abrió este jueves el proceso de inscripción para vacunar a niños de entre 3 y 11 años con enfermedades preexistentes, un registro ya iniciado en la provincia de Buenos Aires, con unos 400.000 menores bonaerenses apuntados al programa.
En una rueda de prensa, la ministra argentina de Salud, Carla Vizzotti, justificó la medida debido al aumento proporcional de nuevos casos entre los menores de 18 años, porque son quienes aún se mantienen susceptibles de contagiarse y no han sido inmunizados.
En un primer momento, la decisión de vacunar a menores de 11 años con Sinopharm causó miedo entre las entidades pediátricas de Argentina, que pidieron acceder a la evidencia científica antes de su aprobación de emergencia por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).
Hasta la semana pasada, tan sólo China, Emiratos Árabes Unidos y El Salvador habían aprobado Sinopharm, una vacuna de virus inactivado, para este grupo poblacional, mientras que los únicos estudios difundidos al respecto eran unos ensayos clínicos de fase I y II publicados en la revista británica The Lancet.
Este mismo lunes, tras una reunión con la titular de Salud, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) terminó por avalar el uso de Sinopharm en menores de 11 años después de consultar varios informes todavía confidenciales, manifestó a Efe Rodolfo Pablo Moreno, médico pediatra y vicepresidente primero de la SAP.
“Nos mostraron un estudio no publicado de fase III, que está llevando a cabo Emiratos Árabes Unidos y China en pacientes pediátricos, con resultados muy alentadores; un reporte no publicado en Chile, acerca de los efectos de la vacunación (en menores) con SinoVac (una vacuna similar), y un estudio de la Universidad Nacional de Córdoba, que es la simulación de una tercera ola sobre mortalidad en adultos con o sin niños vacunados”, subrayó Moreno.
“Con esos tres escenarios, que mostraban los pocos efectos adversos y la buena respuesta inmunitaria, fue que la SAP decidió apoyar el programa de vacunación del Gobierno”, agregó el experto.
De esta forma, la vacunación con Sinopharm arrancará primero entre los niños con enfermedades preexistentes y la intención del Gobierno es “poder vacunar en las escuelas”, tendiendo así un puente entre la salud y la educación, según el vicepresidente primero de la SAP.
“Nos parece una idea muy buena y sí que hubo un claro compromiso de que la ‘no vacunación’ no va a implicar que el niño no pueda ir a la escuela”, aclaró Moreno.
Para finales de octubre, el Gobierno argentino contará con un stock de 12 millones de vacunas Sinopharm para aplicar a toda la población pediátrica de entre 3 y 11 años, cerca de 6 millones de personas.
Las cifras de la pandemia siguen descendiendo en el país sudamericano, en donde las muertes y los contagios por coronavirus han caído un 76,6% y un 72,3% en el último mes, respectivamente.
Y la variante Delta, presente desde hace dos meses, todavía está lejos de ser dominante: según el último informe de vigilancia genómica, por el momento se han identificado 561 casos de esta mutación originaria de la India.