Andrés Augusto Barbé González, historiador y diplomático, es el actual embajador de Chile en Perú. En el marco de la conmemoración al aniversario de la independencia de su país natal, celebrada cada 18 de septiembre desde 1810, brindó una entrevista en exclusiva para La República.
El 18 de septiembre se forma una Junta de Gobierno, junta presidida por uno de los patricios de la aristocracia chilena y deciden asumir el poder en nombre del país. Esa fecha quedó porque conmemora el inicio de la República de Chile. Desde ese momento se estima que Chile nace como Nación independiente. Por ello, pasó a ser una tradición histórica. Son este tipo de cosas que quedan en el imaginario popular y de la sociedad.
La primera etapa es el 18 de septiembre de 1810 cuando se formó la Junta de Gobierno, posteriormente (surgen) las batallas de Maipú y Chacabuco que dan por término y se firma el acta de independencia de Chile. El cuarto hecho es la batalla que se traduce en los últimos enfrentamientos en el sur de Chile. (Luego cotinúa) la llegada de Diego Portales y la reconstrucción de la República.
En esas épocas las fronteras eran bastante líquidas, poco visibles, el proyecto principal era la independencia. San Martín y O’Higgins cruzaban a distintos territorios sin ver la nacionalidad y eso es muy significativo.
En aquella época, las clases predominantes y gobernantes eran la aristocracia o las familias patricias y criollos. Fueron ellos los que participaron. Las clases populares no tuvieron mucha participación porque eran gente del pueblo que se vieron arrastrada hacia guerras que no entendían mucho.
Andrés Barbé Gonzáles, embajador de Chile en Perú. Foto: Embajada de Chile
No existe un paralelismo, solo una continuidad porque son muy diferentes. El proceso chileno nace de una implosión interna con la excusa de la entrada de los Bonaparte a España y eso hace que intenten un nuevo Gobierno. Sin embargo, la Junta de Gobierno nunca pretendió reemplazar al rey sino que buscaba gobernar en nombre del rey para algunos, pero para otros era la perfecta oportunidad para cortar lazos con España.
En el caso del Perú, ustedes tenían un virrey aquí, una estructura administrativa mucho más sólida, mucho más grande y mucho más conectada con España, había una cantidad considerable de españoles viviendo acá. Era una sociedad que trabajaba y respondía a España. Perú era la sociedad más rica. Tanto así que muchos de los próceres mandaron a sus hijos a estudiar a Lima por lo rica que era.
La relación entre Chile y Perú se ha ido fortaleciendo, hemos entendido que juntos somos mejores, podemos convertirnos en una pequeña potencia, lo hemos demostrado. En el mundo no somos nadie si vamos solos, (al contrario) tenemos voz si vamos juntos. Existen en el ámbito académico textos que han unido las visiones de ambas naciones y eso es muy importante, encontrar un punto en común. Las empresas chilenas que están en Perú tienen dirigentes peruanos y viceversa.
Sin lugar a dudas tenemos temas que nos dividieron como la Guerra del Pacífico. Las cosas no desaparecen, existieron y pasaron. La historia no se repite, pero rima. Quiere decir que debemos saber cuál es nuestra historia, reconocerla, tener nuestras posiciones, pero no convertirla en el punto central de la relación.
Los mapuche actualmente están representados acorde con la importancia que tienen como pueblo originario. Hay que reconocer su valía y existencia. Esa representación es importante porque genera un punto de unión y de conocimiento. Eso se está traduciendo en la nueva Constitución. Es la primera vez que una constituyente no responde a un grupo de élite social y profesional, sino que ahora también responde a grupos populares.
Yo creo que no se pueden confundir las expectativas con los hechos concretos y reales. La Constitución, por tener una normativa de carácter general, no puede recoger la totalidad de las necesidades. No se puede poner todo ahí. Son de un articulado limitado que se refieren a grandes temas y de cuyos artículos salen leyes que regulan esos artículos. Pero sí es importante que recoja la mayor parte de lo que la gente quiere, que quien la lea se vea presente y diga: ‘yo estoy aquí'.
No se puede especificar cada cosa que se desea, no se puede llegar a tanto. Las expectativas no pueden desbordarse. Una de las razones por las que se habla del estallido social del 19 de octubre del 2019 es que las expectativas son de tal magnitud que necesita un país que vaya creciendo al orden del 10% y eso es muy difícil.