La variante delta del coronavirus, la más contagiosa hasta el momento, ha puesto en jaque la estrategia de “cero contagios” en Australia y Nueva Zelanda, lograda hasta ahora mediante el aislamiento del exterior y confinamientos estrictos.
El primer ministro australiano, Scott Morrison, se reunió este viernes con los jefes de los estados para estudiar la reapertura del país, a pesar del incremento de los contagios, lo que supondría de hecho abandonar la aspiración de eliminar la COVID-19.
El objetivo es alcanzar el 70 u 80% de vacunaciones antes de que termine el año para poder relajar las restricciones de viaje y los confinamientos, que ahora afectan a casi la mitad del país, incluidas las ciudades de Sídney y Melbourne.
Sin embargo, hay estados como Queensland y Australia Occidental que se oponen a un levantamiento prematuro de los confinamientos y del cierre de las fronteras interestatales o abandonar la estrategia de los cero contagios, según The Australian Financial Review.
Con más de 47.000 casos y 989 fallecimientos acumulados, Australia se ha visto menos afectada que otros países en Europa o América por la pandemia, pero la variante delta ha provocado una aceleración de los nuevos casos, que superó el jueves 26 de agosto los 1.000 diarios por primera vez.
Morrison lleva varios días insistiendo en que la prioridad ahora es aumentar el ritmo de las vacunaciones y reducir las hospitalizaciones, ya que considera “altamente improbable” que se pueda reducir a cero los contagios.
En una entrevista el último domingo con la cadena ABC, insistió en que los confinamientos han dejado de ser “una forma sostenible de luchar contra el virus”. Hasta el momento más de 6,8 millones de australianos, o el 33% de los mayores de 16 años en el país, han recibido la pauta completa de la vacuna contra la COVID-19.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunció este viernes que a partir del 1 de setiembre se relajará el duro confinamiento por la COVID-19 que afronta el país desde la semana pasada.
Ardern explicó en una rueda de prensa que se rebajará el nivel de alerta nacional de 4 a 3 lo que supone que algunos negocios podrán empezar a funcionar si se evitan los contactos personales mientras que las reuniones como bodas y funerales se permitirán con un límite de 10 personas.
La medida se aplicará a todo el territorio de Nueva Zelanda a excepción de Auckland, la ciudad más poblada y epicentro del brote que vive el país, y a la limítrofe región de Northland, que podrían mantener el confinamiento total durante dos semanas más, explicó Ardern.
A diferencia de Australia, la primera ministra volvió a defender en la víspera que la eliminación de la COVID-19 todavía es “la mejor estrategia” aunque reconoció que la variante delta ha hecho que la pandemia se tenga que enfrentar de manera diferente.
Nueva Zelanda, que es uno de los países desarrollados con la tasa de vacunación más lenta, había sido mundialmente reconocido por su efectiva gestión de la pandemia que consistió en cerrar sus fronteras y efectuar confinamientos duros y tempranos.