Estados Unidos ha logrado cifras muy bajas de contagio que no se habían visto desde abril del 2020, cuando recién se había declarado la emergencia sanitaria a nivel mundial. En esta semana, el promedio de casos positivos en todo el país apenas está por encima de 26.000 casos nuevos, mientras que las hospitalizaciones se han mantenido en un 2,49 por ciento en promedio.
La comunidad científica internacional ha atribuido este descenso a la exitosa campaña de vacunación que ha llegado a inocular hasta 2 millones de personas por día en todo el país. Hasta la fecha, esta semana más del 60% de la población adulta de la nación ya ha recibido al menos una dosis de las vacunas contra el coronavirus. El reto es lograr la inmunidad de rebaño.
Para julio, Estados Unidos va a tener un excedente de 300 millones de dosis, debido a una gran política de acaparamiento que se inició desde la gestión presidencial anterior a la que hoy está en la Casa Blanca.
El Gobierno está dando incentivos para vacunarse, desde pasajes gratuitos en el metro, así como entradas a eventos deportivos y conciertos.
Sin embargo, también existe un gran rechazo a las vacunas de parte de los estadounidenses, sobre todo de los que forman parte de la población negra, debido a su desconfianza histórica con el sistema de salud y campañas de desinformación. Los grupos ultraconservadores tampoco recibirían una vacuna así esta sea gratuita.
Esto ha provocado que en los centros de vacunación de algunos estados, el mismo personal de la salud reporte un gran ausentismo e incluso se llegan a desperdiciar las dosis.
En menor medida, existen personas que no se han podido vacunar por falta de acceso. Sobre todo en comunidades con apremios económicos, o trabajadores rurales que están lejos de vacunatorios, otros no tuvieron tiempo para salir del trabajo e ir a vacunarse.