Uno de los cardenales más influyentes del Vaticano, el italiano Angelo Becciu, apartado por el papa Francisco por sospechas de “malversación de fondos”, afirmó públicamente el viernes su inocencia.
El prelado, de 72 años, cayó en desgracia el jueves por la noche de forma inesperada, después de un encuentro de unos veinte minutos con el papa, que exigió su dimisión.
“El Santo Padre aceptó la renuncia al cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y a los derechos vinculados al cardenalato presentado por su eminencia el cardenal Giovanni Angelo Becciu”, anunció el jueves por la noche la Santa Sede en un escueto comunicado.
El cardenal organizó el viernes una reunión con periodistas para responder a acusaciones que tildó de “surrealistas”, reveladas ese mismo día en la prensa italiana.
“El papa dice que ya no confía en mí porque los magistrados le han dicho que cometería actos de malversación”, informó, precisando que Francisco parecía afligido.
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El nombre del cardenal ha salido a relucir en múltiples ocasiones en el marco de una investigación, lanzada hace un año, sobre opacos montajes financieros para comprar un palacio en Sloane Square, en pleno centro de Londres, de acuerdo a un extenso informe de L’Espresso.
Becciu, de 72 años, no perderá el título, pero no participará en un futuro cónclave.
Algo parecido ocurrió en 2015 el cardenal y arzobispo emérito de Edimburgo, Keith O’Brien, quien también fue obligado a renunciar a los derechos del cardenalato, tras las denuncias de varios sacerdotes por “conductas impropias” cuando décadas antes había ocupado un alto cargo en un seminario.
En 2018, Theodore McCarrick, exarzobispo de Washington, dejó el cargo como cardenal y más adelante fue expulsado del sacerdocio, tras haber sido encontrado culpable de abusos a menores y adultos.
En el siglo XX solo había renunciado como cardenal el jesuita francés Louis Billot, al apoyar las críticas al papa Pío XI lanzadas por la organización tradicionalista “Action française”.
Con información de AFP y EFE