Las lágrimas de las aves y los reptiles son parecidas a las de los humanos, según un nuevo estudio publicado el último jueves, 13 de agosto, en Frontiers in Veterinary Science y realizado por el equipo de Arianne Oriá, profesora de medicina veterinaria clínica en la Universidad Federal de Bahía en Salvador (Brasil). Además de ser inquietante, este nuevo hallazgo es esperanzador.
Conocer la composición de las lágrimas de varias especies abre camino a mejores tratamientos oculares, tanto en personas como en animales, y mejora nuestra comprensión acerca de las adaptaciones evolutivas de los animales.
El equipo de científicos de Brasil recolectó muestras de lágrimas de animales sanos pertenecientes a siete especies de aves y reptiles, incluidas guacamayos, halcones, búhos y loros, así como tortugas, tortugas marinas y caimanes.
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Las lágrimas, ese líquido “fascinante” que mantiene los ojos limpios y lubricados, han recibido poca o ninguna atención, excepto en unos pocos mamíferos selectos, dijo la especialista al New York Times.
Arianne Oriá comenzó su investigación enfocada en los caimanes. Mientras que los humanos parpadean unas 15 veces por minuto y esparcen las lágrimas recién exprimidas sobre la córnea, estos reptiles pueden pasar alrededor de dos horas sin mover los párpados (tres en su caso). No obstante, no se les secan los ojos.
“Empezamos a pensar: ¿Qué tipo de moléculas dan estabilidad a estas películas lacrimógenas?. Es increíble”, comentó la experta. Esta respuesta puede ayudar al desarrollo de tratamientos para la resequedad de los ojos y otros problemas oftalmológicos en las personas, por ejemplo.
La recolección de lágrimas para la investigación no fue sencilla: deben ser sumamente cuidadosos con los animales, algunos ejemplares se muestran más renuentes a los exámenes oculares que las personas. Las guacamayas “odian que se les sujete después de comer”, comentó.
Los investigadores también observaron los patrones de cristalización que se forman cuando las lágrimas se secan, lo que puede dar información sobre las variaciones en los tipos de lágrimas e incluso revelar ciertos tipos de enfermedades oculares.
“Aunque las aves y los reptiles tienen diferentes estructuras que se encargan de la producción de lágrimas, algunos componentes de este líquido (electrolitos) están presentes en concentraciones similares a las que se encuentran en los humanos”, agregó Arianne Oriá en un comunicado de prensa.
La científica comentó que el estudio ha proporcionado datos importante sobre la salud de los hábitats de animales y los niveles de contaminación. En hábitats similares, los animales tienen lágrimas parecidas y el entorno que los rodea impacta de gran manera en la composición de estas.
“Son los fluidos más expuestos al medio ambiente. Entonces, con modificaciones sutiles en el ambiente, las lágrimas cambiarán. Por ejemplo, en los seres humanos, sabemos que a las personas que fuman se les modifican sus lágrimas, Si modificamos nuestro hábitat con contaminación u otra cosa, crearemos un hábitat insalubre para nuestra película lagrimal”, comentó a CNN.