Era el 12 de febrero de 1949 y, en la Radio Quito, la entonces emisora más sintonizada de Ecuador, interrumpió la jornada noticiosa para informar de una supuesta invasión extraterrestre.
“Según un informe de nuestros reporteros, una inmensa bola de humo y fuego ha descendido sobre la ciudad de Latacunga (a un par de horas de la capital ecuatoriana)”, se coló a través de la emisora. “Su actitud es hostil. Un potente rayo procedente de estas extrañas naves está destruyendo la ciudad”.
La locución era de Leonardo Páez, pero la supuesta invasión no provenía de un cable de último minuto. Se trataba de ‘La guerra de los mundos', una radionovela adaptada del libro de H. G. Wells. Páez trabajaba como director artístico de la Radio Quito.
Él murió en 1991 y escribió un libro titulado ‘Los que siembran el viento', donde cuenta qué pasó el día que transmitió esta radionovela: la historia de cómo un relato trastornó a Ecuador hace 71 años y que es recogida en un episodio de Radio Ambulante.
Fue tan bien hecha, que muchos pensaron que era real. Creyeron que los extraterrestres habían tomado la ciudad y entraron en pánico: cuentan que la gente comenzó a salir de sus casas, fueron a las iglesias, entraron en shock y corrían por las calles.
“Yo me acuerdo clarito que decían: Ya vienen. Es una flota inmensa”, recuerda Mercedes Gross en el podcast.
“Nos pusimos todos nerviosos y, entonces, ahí salió mi mamá y la abuela a hacer las oraciones y a juntarnos y a abrazarnos para protegernos de lo que no sabíamos qué es lo que iba a pasar”, agrega Fabián Melo, otro protagonista.
Foto: Difusión.
Los teléfonos de Radio Quito no dejaban de sonar porque la gente llamaba a preguntar si era cierto lo que estaba pasando. Sin embargo, la transmisión no se detuvo.
Aseguraban que los datos venían de agencias internacionales confiables y del diario El Comercio, el más importante de Ecuador, al cual la radio pertenece.
“Es más, hasta el verdadero jefe de información del periódico salió hablando y entregó un boletín de información sobre la supuesta invasión marciana. Y para que pareciera más real, contrataron a actores que interpretaban el papel de autoridades ecuatorianas”, recoge Radio Ambulante.
En su libro, el locutor Páez cuenta que a muchas mujeres embarazadas se les adelantó el parto. Que, además, hubo varios accidentes en las calles, y que había gente que quería lanzarse por las ventanas para morirse antes de que llegaran los marcianos.
También quemaban billetes, sacaron botellas de whisky para beber y compartir al que quisiera. Todos estaban viviendo esos minutos como si fueran los últimos de sus vidas.
Solo 15 minutos después, los locutores se enteraron de lo que estaba pasando en las calles de Ecuador, el desespero y el pánico. Entonces:
“Anunciamos a toda la ciudadanía que no existe ninguna invasión marciana. Lo que están escuchando es una radionovela de Radio Quito totalmente de ficción. Mantengan la calma, es tan solo una radionovela”, dijo la voz.
Fue en ese momento cuando los quiteños se apostaron en las afueras de la radio, lanzaron piedras y abrieron fuego. Querían que el responsable del desconcierto se entregara.
Foto: Difusión.
Según señala Páez en su libro, lo querían a él porque lo veían como el “hombre de la mente diabólica, que siendo quiteño, por desgracia, a Quito ha traicionado, poniéndolo patas arriba”.
El Ministerio de Defensa de Ecuador envió tropas y caballería a la sede de la radio para apoyar a los policías. Una vez cercado el lugar, los bomberos pudieron acercarse y comenzar a apagar el fuego. Eran las 11 y media de la noche.
El siniestro dejó ocho fallecidos, entre ellas dos artistas que estaban en el estudio de radio durante la transmisión: el violinista Perfecto Alvarado y el pianista Raúl Molestina. Pero, además, ahí también estaban dos personas que acompañaban a Páez mientras él hacía su trabajo: su novia Clemencia y un sobrino de ella.
A Páez lo acusaron de incendiario y de provocar una “reacción colectiva” que causó la destrucción de El Comercio y, aunque se libró de ir a la cárcel, algo no lo dejó vivir tranquilo: cada vez que caminaba por las calles de Quito recibía reacciones extremas y contradictorias de la gente.
Radio Quito —sigue Radio Ambulante— estuvo cerrada por dos años. La volvieron a abrir en 1951. Y por mucho tiempo en Ecuador, los residentes de otras ciudades llamaban a los quiteños con el apodo de “marcianos”, como burla de su ingenuidad.