El pasado 19 de junio, Samuel Francisco Jiménez Rojas, un niño de 8 años de edad, sufrió un golpe en la ingle luego de caer a un hueco, en el barrio El Portal de Los Tunjos, en Ibagué, Colombia, tras manejar bicicleta.
Ese día, su padre, Frank Jiménez, lo llevó de inmediato a la clínica Tolima, en el mismo municipio de Colombia, donde le dijeron que era una infección y lo regresaron a su vivienda.
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“En la clínica me dijeron que podía ser dengue o una infección que se atacaba con acetaminofén, por lo que regresamos a la casa”, dijo Frank Jiménez, quien, por otro lado, le hizo un chequeo médico con un doctor particular y este le aseguró que había sido una infección y le recetó varios medicamentos.
Sin embargo, la noche del 29 de junio el niño se despertó con un dolor en la pierna y convulsionó, por lo que fue llevado de urgencias a la misma clínica, reseñó el diario El Tiempo de Colombia.
En medio de todo, las directivas de la clínica afirmaron en un comunicado que “Samuel Francisco ingresó a la institución sin signos vitales” y que había muerto a causas de la COVID-19.
El hombre recuerda que a las 6.30 de la mañana le informaron que llamara a una funeraria “para seguir los protocolos de cremación del cuerpo, ya que posiblemente el deceso había sido por causas asociadas al coronavirus”.
“Desesperado, solicité los resultados de la prueba y me dijeron que los conocería en 15 días, pues se trataba de un proceso demorado”.
“A mi hijo le hicieron, en la misma clínica, una prueba rápida que salió negativa para la COVID-19”, afirmó Frank Jiménez.
El cuerpo del pequeño Samuel Francisco finalmente fue entregado el martes 30 de junio y los resultados del examen serán enviados en un mes. Sin embargo, el padre aseguró que su hijo murió por negligencia médica, ya que “ni siquiera le practicaron una radiografía tras el golpe de la bicicleta”.