La historia de Tori Keller cautivó al mundo cuando a los 19 años, se enteró que junto a su esposo Tyler Hallman, estaban esperando cuatrillizos. Sin embargo, todo se complicó cuando la joven oriunda de Estados Unidos, perdió a tres de ellos.
En los tres primeros meses de embarazo, Keller comenzó a sentir fuertes náuseas, tras este y otros síntomas, los médicos la evaluaron y advirtieron que se trataba de un embarazo de alto riesgo.
La mujer tuvo que visitar a su ginecólogo una vez por semana, y en una de las citas, el médico le hizo saber que tres de sus bebés estaban compartiendo la misma placenta y saco amniótico.
Posteriormente le dieron la trágica noticia: uno de los bebés ya no presentaba latidos cardíacos. Lo mismo sucedió semanas después con un segundo bebé.
Ya había perdido a tres de sus hijos debido a que la placenta que sostenía a todos no era lo suficientemente fuerte para la cantidad de bebés que Keller llevaba en el vientre. Pero los médicos le dijeron que aún podía salvar a la última bebé.
A la semana 23, Keller fue inducida a una cesárea, y su pequeña hija, a quien llamó Athena, había nacido con una delgadez extrema, por lo que permaneció 127 días internada.
“Tenía que continuar. Sabía que no podía rendirme. No sabía cómo sentir llevarlos sin latidos, pero no tenía otra opción. Eran múltiples sentimientos, fue difícil”, describió la mujer sobre sus días de gestación.
Además, contó lo que significó ver a su hija en las condiciones que vino al mundo: “Fue irreal. Por supuesto, nunca quise verla así, pero es realmente increíble ver a un bebé tan pequeño. Estaba asustada y triste de que tuviera que estar conectada a tubos y cables, en lugar de a mi vientre, pero me llenó de mucho amor por ella”.
Hoy la niña, junto a su familia, lleva una vida normal y Keller cuenta siempre le hablan de sus hermanas. “Ella sabe que ahora son ángeles y nos vigilan todos los días”, cuenta la madre.