A bordo de una bicicleta, con un teléfono inteligente en mano, un casco y 65 años encima, Emigdio Guevara recorre las calles de Venezuela, una avenida homónima a su país natal, pero ubicada en el barrio argentino de Monserrat.
Su trabajo consiste en repartir comida mediante pedidos realizados por la aplicación Glovo. Es sencillo, pero plausible para alguien de su edad que fue obligado a salir de su tierra con un futuro incierto.
“Vislumbramos muchas cosas feas en Venezuela, ya empezaba a verse hambre. Escaseaban los productos, los salarios no alcanzaban para nada. Había que hacer colas inmensas, interminables para adquirir un producto”, cuenta el sexagenario a Infobae.
En medio de una crisis que evidenciaba no tener un remedio próximo, Emigdio decidió migrar a Argentina junto a su esposa Yamelis. Para salir, tuvo que vender todo lo que pudo: muebles, libros, ropa y adornos. Lo único que dejó bajo su propiedad fue su casa, cuyos interiores guardan la esperanza de su retorno.
Emigdio llegó junto a su esposa un 5 de agosto del 2018, justo el día de su cumpleaños. Foto: Infobae
Como muchos compatriotas suyos, en Venezuela también dejó una vida y una profesión: más de 40 años dedicados a la industria petrolera como mecánico diésel petrolero. Todo esto junto a otros estudios de especialización que siguió no fueron suficientes para encontrar un trabajo formal en esa rama en Buenos Aires.
No obstante, las ganas de continuar pese a sus más de 60 años, la independencia que lo caracteriza y su esposa fueron razones más que suficientes para empezar un oficio completamente nuevo para él.
Emigdio cuenta que fue idea de su nuera: “¿Por qué no pruebas suerte en la app, viejo?”, le dijo. Así lo hizo. Fue contratado por Glovo desde hace tres meses y asegura que pedalear las calles porteñas le satisface.
“Honestamente me gusta, no es un trabajo que te está forzando (…) en delivery no te obligan en absoluto. Claro, hay sus altos y bajos como todo. Es una empresa que de repente quiere responsabilidad y también los delivery queremos responsabilidad de la empresa hacia nosotros, pero eso es como decimos en Venezuela: harina de otro costal”, confiesa.
Estuvo más de 40 años en la industria petrolera venezolana, sin embargo, le agrada trabajar como repartidor de comida. Foto: Infobae
Actualmente, Emigdio forma parte del 17,3% de adultos mayores venezolanos que vive en Buenos Aires y que trabaja, según la encuesta de la organización Jubilados y Pensionados Argentino-Venezolanos. En su trabajo comparte labores con sus compatriotas de entre 20 a 45 años, él es el “viejo” del lugar.
Si bien su oficio no le permite obtener un ingreso fijo, puede cubrir los gastos de terapia para su esposa, que sufre de hernias lumbares y dorsales. También le permite tener un hogar cálido y, de vez en cuando, darse “un gustico”, comenta.
Además de su esposa, Emgidio Guevara comparte el apartamento con sus dos hijos, su nuera y su único nieto. Todos son profesionales, pero se desempeñan en otras labores como él.
“Hay que vivir el ahora, el presente. Mañana no sabemos si lo vamos a ver”, se motiva antes de subirse una vez más a su bicicleta.