Condenado por abuso sexual en el 2013, David Oseas Ramírez estaba recluido en prisión de Florida, Estados Unidos, por abusar de una menor de 11 años. Su vida transcurría entre el temor y la búsqueda de supervivencia debido a la gravedad de su delito, pues los otros presos no suelen dejar en paz a los delincuentes sexuales, como él.
Hasta que, al fin, el último martes por la mañana, el cadáver del hombre de 56 años fue hallado en el baño de su celda, en la cárcel del condado de Duval en Jacksonville, según reportó USA Today.
Las primeras investigaciones señalan que su muerte fue ocasionada por el asesino convicto Paul Dixon, de 43 años, después de que empezaran a pelear.
Dixon es uno de los reclusos más peligrosos del centro penitenciario y fue encarcelado cuando apenas tenía 17 años.
Las primeras investigaciones señalan que este metió la cabeza de David Oseas Ramírez en el inodoro hasta que murió.
El experto en delincuencia, Ken Jefferson, señaló a Newsweek que, usualmente, los abusadores sexuales de niños que ingresan a prisión, ya no vuelven a tener paz.
“Tienen que vigilar constantemente sus espaldas”, señala.
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Ramírez y Dixon se hallaban en piso superior de la prisión, una zona que está reservada para los criminales más violentos del condado.
Hay un tercer preso que fue testigo de la muerte del pederasta, pero se niega a cooperar con las autoridades, según informan medios locales.
El presunto autor del asesinato, Dixon, también se niega a hablar con la Policía de Estados Unidos y exige un abogado, según señala la Oficina del Sheriff de Jacksonville.