Maya Mayer (29), una popular estilista de Rusia, golpeó a su hijo de 12 años con un bate de hockey para ‘exorcizar espíritus malignos’, según recoge East2west News.
De acuerdo a un reporte, Maya Mayer inyectó al pequeño Anton altas dosis de analgésicos y sedantes para que no gritara durante los golpes.
La mujer estaba convencida de que su hijo estaba poseído por el demonio, así lo aseguró ante la policía local que acudió a rescatarlo.
"Seguía diciendo que me estaba echando a los demonios”, contó a los efectivos, aún con las secuelas de la tortura. El adolescente aseguró que lo venía maltratando desde hacía un mes.
El medio indica que Maya Mayer llevó al menor a un hotel de Nizhni Nóvgorod, una ciudad ubicada en el oeste de Rusia.
Fue el gerente del establecimiento quien dio aviso a las autoridades tras oír sus gritos.
Los policías encontraron al pequeño “demacrado, cubierto de moretones” en los ojos y el pecho, y manchado de sangre.
Madre droga y apalea a su hijo tras creer que estaba poseído por el diablo [VIDEO]
Tras el operativo, Maya Mayer compareció en una corte rusa, y ha quedado detenida durante dos meses por cargos de tortura y maltrato infantil.
De ser hallada culpable, podría pasar hasta siete años tras las rejas.
La policía confirmó que en el lugar halló el bate de hockey, una jeringa y analgésicos; además observó marcas de inyección en las piernas.
Inicialmente le dijo a la policía que estaba lesionado, pero luego dijo que su madre había causado sus heridas al tratar de exorcizarlo.
Rusia
Maya Mayer, quien aparece enmarrocada en un video, acusó a sus padres de “haber expuesto” a su hijo a “espíritus malignos”.
Olga Kurgozheva, uno de sus familiares, contó que había enfrentado a sus progenitores con gritos.
“Ustedes le infundieron demonios a mi hijo. ‘Los demonios viven en todos ustedes, deben ser expulsados”, les dijo, según mencionó a East2west News.
“Lo más triste es que [el niño] mismo cree que hay demonios dentro de él”, detalló.
Maya Mayer, que también tiene una hija de un mes, tiene clientes en Moscú y Nizhny Novgorod, Rusia.
Los pequeños han quedado en custodia de las autoridades.