Wendy Ramos dejó el teléfono celular y fue a un retiro antes de las dos funciones de ‘Clown al rescate’. Con más de 586.000 seguidores en redes sociales y “la fama” por haber estado en un programa de televisión, busca el equilibrio. “Yo busco mi paz mental cuando todo se está derrumbando. Puedes estar celebrando tu cumpleaños y te acuerdas que hay guerra y gente muriendo, te sientes mal. A mí me dio paz sentir que puedo estar ‘trisliz’, que puedo reírme y puedo llorar”, nos respondía por Zoom.
-Leí una descripción tuya: clown, directora, guionista, actriz, escritora, promotora de salud. ¿Cómo te describes?
-¿Sabes qué siento? Que yo me puedo ir para acá y para allá, siento que no estoy parada en ninguna de las fichas, que puedo ir donde yo quiera y cuando quiera. ¿Es una ventaja? Sí, lo es (se ríe).
-¿Esa etapa tiene que ver con no haber ido a lo seguro?
-Me pasó. Me ha tocado ser, en muchos talleres, la peor de la clase. Era muy doloroso. De hecho, el primer taller que tomé cuando acabó ‘Pataclaun’ fue así, un desastre. Nadie quería trabajar conmigo. Tuve que caer y caer, y uno aprende más con los fracasos que con los triunfos. Por qué era tan soberbia ¿no? Hacía clown, pero había más camino, aprendí que soy una aprendiz.
PUEDES VER: ¿Magaly Medina quiere dejar la TV tras impactantes ampays? La conductora de ATV lo revela
-Con ‘Clown al rescate’ hablas de cosas que podrían salvar ¿no?
-Es que el clown aligera mucho. Recibía comentarios de exalumnos, eran como “qué hubiera sido de mí si no hubiera hecho eso”. Les había ayudado a ver la situación de otra manera. A mí el clown me ha rescatado hasta del miedo a la muerte. Esos son mis 10 tesoros, cosas que siento que han servido.
-Tu carrera ha ido más allá de ‘Pataclaun’. ¿Crees que lograste que no te encasillaran?
-Humm... No totalmente. Hay mucha gente que solo ve televisión, entonces solo tiene ese recuerdo de mí. Que todo lo que había hecho tuviera que ver con ‘Pataclaun’ me frustraba mucho. Cuando Bolaroja empezó a crecer y fui a un viaje a Portugal con clowns hospitalarios, venía gente de Canadá y de Europa y me decían: ‘Tú eres Wendy Ramos de Bolaroja, mucho gusto, excelente trabajo’. A mí, te juro, se me salían las lágrimas. Era como quitarme ese miedo que tenía toda la vida de que no hubiera podido hacer nada sin ‘Pataclaun’. De verdad lo sentía: ‘De repente no hago nada bien, pero me aplauden igual’. Fue un alivio.
-¿Lo relacionas con buscar un logro individual siendo mujer?
-Es que nosotras tenemos que chambear el triple para ocupar el mismo lugar... por eso yo no trabajo para nadie (se ríe). Yo soy mi jefa.
-En ese sentido, ¿cómo ha cambiado la escena en dos décadas?
-Antes eran muy pocas directoras y eso ha crecido muchísimo. En los talleres, el 80% son mujeres. Era de esperarse que llegara un momento en que empezaran a sentirse seguras de lo poderosas que son y separarse de lo que se supone que tenían que ser.
-Sueles decir que no todo es blanco y negro, pero ¿qué le dices a un público que está en medio de una crisis social y política?
-Debemos buscar vías donde respirar, porque hay la sensación de sofoco con todo lo que pasa, la inseguridad que vivimos y el desequilibrio de poderes, de las cosas que se manejan y nos hacen sentir en un barco que nadie está manejando y no sabemos hacia dónde estamos yendo. Creo que el arte puede sanar mucho, aliviar a que tu mundo, por lo menos, esté equilibrado.