Frases como “Amor, amor, mis ojos tienen sed de tus encantos” o “Es una llama de amor que nos quema” forman parte ya de la banda sonora de la vida de numerosas generaciones de peruanos que las han bailado, coreado y disfrutado en fiestas familiares, conciertos o en la privacidad de sus casas. Detrás de estas letras se encuentra la figura de Eduardo Zapata Querevalú, compositor piurano y hombre de mar que falleció a los 70 años en 2022.
“Fuerte”, “terco”, “sencillo”, “sensible”, son muchos los adjetivos que usan los familiares del artista para describirlo. Sobre sus inicios, su hijo Eduardo Zapata asegura que su padre era un “hippie”. Proveniente de una familia de músicos sechuranos, aprendió a tocar la guitarra a los 19 años y continuó la tradición enseñando este arte a sus primos José y Manuel, los hermanos Quiroga, con quienes años después fundaría la agrupación Agua Marina.
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“Le gustaba bastante el rock. Ha tenido esa influencia. A mi papá le gustaba ser hippie. Su primera guitarra tenía de nombre ‘La Novia’, porque paraba con ella. Y le había puesto figuras de flores, pájaros y mariposas. Esa guitarra tiene una historia”, rememoró Eduardo.
Aunque su paso por La Universidad de la Cumbia fue breve debido a las responsabilidades que le acarreaba la paternidad, nunca se desligó del mundo de la música. Fue así como años después, durante el boom de la cumbia norteña en todo el país, compuso ‘Amor, amor’, ‘Me gusta pensar en ti’, ‘Madre soltera’, ‘Tu ausencia’, ‘Llama de amor’, entre otras, para Agua Marina, La Única Tropical o Tony Rosado.
“Él toda la vida ha hecho música, desde que tiene 13 años ha escrito (...). Él era así. Por ejemplo, se iba al desierto y estaba horas en el desierto haciendo música. Tiene una canción, se me viene a la mente, que se llama ‘El algarrobo’”, recordó Eduardo, quien aseguró también que este era uno de los rituales que replicaba el letrista durante su proceso de creación artística.
Sobre la inspiración para sus composiciones, Diana Zapata, otra de sus hijas, detalló que su padre lo encontraba en todo aquello que lo rodeaba: amigos, familia, problemas sociales y, sobre todo, en su compañera de toda la vida, Luz.
Su hijo muestra orgulloso uno de los recuerdos de su progenitor. Foto: A. Ruesta
“Mi mamá, cuando fastidiaba a mi papá, le decía: 'Nunca me has hecho una canción a mí particularmente'. Y él le decía: ‘No, te equivocas, todas mis canciones de amor siempre tienen la palabra 'luz', y mi mamá se llama así’”, complementó su hermano entre risas.
De esta forma, pasaron los años para el artista: laboraba como pescador y, a la par, llevaba bajo el brazo su cancionero y una grabadora, en la que, con su propia voz, ronca y pausada, le ponía ritmo a sus letras.
Así, para el 2022, ya tenía más de 60 canciones registradas en la Apdayc: villancicos, marineras y hasta lo que fue la campaña para obtener fondos para la compra de una planta de oxígeno en Sechura.
Fue justo durante este periodo, en medio de la pandemia de la COVID-19, que a Zapata Querevalú se le diagnosticó cáncer de páncreas.
“A mi papá le detectan el cáncer el 5 de diciembre de 2020. Desde allí comenzamos a corretear. El 16 de diciembre de 2022 operan a mi papá. El médico dijo: "Señora, si no encontramos ganglios, su papá va a estar bien, unos años va a estar con ustedes". Desgraciadamente, le encontraron varios ganglios a mi papá y estaban contaminados. Mi padre padecía de cáncer pancreático y cáncer ganglionar. Eso fue lo que a mi papá se lo llevó”, narró Diana.
“Mi papá no nos quiso dejar una imagen de debilidad. Aunque todo ser humano es débil y terminamos entregando la vida. Él siempre quiso ser el fuerte, y nosotros tenemos esa imagen de él”, puntualizó.
Eduardo pasó sus días finales escribiendo. La última de sus composiciones que vio la luz fue ‘Forjador de sueños’, interpretada por Agua Marina en junio del 2021, en honor al Día del Padre. Menos de un año después, falleció, luego de que un silencioso cuadro de dengue complicase más su estado de salud.
Tras su partida, en honor a una carrera artística, que duró cerca de 50 años, hoy los familiares de Eduardo Zapata Querevalú exponen una pequeña parte de su abundante creación en el restaurante Eduar2, donde esperan dar a conocer la importancia que tuvo su figura en la cumbia peruana. Sobre el futuro de las letras que aún aguardan inéditas en sus cuadernos, sus sucesores aseguran que hay mucho pan por rebanar.
Espacio con los escritos de Zapata Querevalú. Foto: A. Ruesta/LR
“Mi papá ha seguido escribiendo y tiene unos libros, tiene cuadernos escritos con grandes cantidades de canciones. Ahora, por ejemplo, hace unos momentos conversaba con el director musical de Mar Azul, Milton (una agrupación sechurana de la que mi papá fue su padrino), y él está sacando canciones en estos días de la autoría de mi papá. Tengo conocimiento, por parte de la cercanía que hay con Agua Marina, que también le va a sacar música. Como le decía a Milton, tenemos canciones como para seguir hablando de mi papá por mucho tiempo”.