Escribe: Laura Tarrilo
Antes de aprender a leer, Pau Donés descubrió que solo podía calmarse si oía la música que salía del tocadiscos de sus padres. El niño disléxico e hiperactivo disfrutaba de los discos de Elvis Presley, del jazz, de música latina y de los chistes del humorista Miguel Gila que a su madre tanto le gustaban.
A los 16 años, justo una semana después de su cumpleaños, su madre se suicidó. Pau escribió años más tarde, en su libro, que en ese momento pasó de ser un idiota adolescente a un adulto menor de edad.
“¿Cómo se podía vivir sin madre? ¡Joder, qué puta mierda! Pero a la vez aprendí que la vida era lo mejor que tenía y que no la iba a dejar pasar”, recordó Pau. Antes de morir, su madre le regaló una guitarra eléctrica con la que descubrió su vocación de músico.
Pau Donés fue, además del ahora recordado cantante de Jarabe de Palo, licenciado en Economía por la Universidad de Barcelona. Trabajó como ejecutivo en una agencia de publicidad, promotor, botones, modelo y mesero. Aunque nada de eso lo hizo más feliz que vivir del canto.
Ya con un cáncer encima, Pau Donés decía que cada minuto de su vida era un minuto ganado a la muerte. Fue el 14 de agosto del 2015 cuando le detectaron el mal. Tenía un tumor de 7 centímetros en el intestino grueso y otros más chicos en el hígado.
Después de la noticia, Pau dudó. No sabía si alejarse de la música, tomarse un descanso en su carrera o volver a los escenarios. Para cuando cumplió 50 años, en el 2016, preparó un disco y un libro llamados 50 Palos.
“He decidido que la mayor parte de mi tiempo os lo dedicaré a vosotros, porque os lo merecéis mucho más que yo”, dejó escrito en el libro.
Fue así como llegó a Lima a cantar por dos últimas veces, en octubre del 2017. Presentó su disco 50 Palos en dos conciertos que vendieron todas las entradas. No hubo asiento libre. Para cuando llegó, sabía que la historia con el cáncer no iba a terminar así de fácil. Su diagnóstico era complicado: el tumor que le retiraron era uno de tipo BRAF y las probabilidades de quedar totalmente curado eran mínimas.
Durante uno de sus últimos dos conciertos en Lima, Pau Donés presentó a su canción Humo así: “Hace unos años le escribí una canción a uno de mis grandes amores, a una de mis grandes amadas: la vida. Un día que pensaba que se me escapaba, que me dejaba. Le escribí una canción. Esta vez fue la primera de todas que me salió bien”.
“Ahora, que empiezo de cero, que el tiempo es humo, que el tiempo es incierto, ahora que ya no me creo que la vida será un sueño”, cantó Pau Donés. Y así lo dejó escrito también en su libro. Había decidido empezar de nuevo a partir de sus 50, decía que ya no estaba para perder el tiempo, y que iría lento, porque “las cosas de la vida cuando mejor saben es cuando se saborean despacito”.
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Pau Donés ha dejado de vivir en medio de una pandemia que no le impidió agradecer al personal de salud. Hace dos meses, se grabó desde su balcón para cantarles una canción que hizo: “Los ángeles visten de blanco”. Porque por ellos, como decía, él vivió y se salvó. Y por amor a ellos, vivió después de que sus tumores fueron retirados. “Por el tremendo esfuerzo que han hecho conmigo, pero también por el cariño y agradecimiento”, escribió.
Pau se ha ido, pero siempre quiso vivir. Y como sabía que no iba a ser eterno, antes de morir por el cáncer que sufrió escribió para sus admiradores, a quienes solo les queda, como a él con los médicos, agradecerle por todo su trabajo.
“Os quiero, y os quiero dar las gracias por haberme dado la oportunidad de ser lo que soy y deciros que el tiempo que hemos compartido ha valido muchísimo la pena”, dejó, como un pronóstico, en 50 Palos.