La no maternidad y el no haberse casado han sido las decisiones más cuestionadas con las que Yola Polastri, reconocida animadora infantil e ícono de la televisión peruana, tuvo que lidiar a lo largo de su vida. Desde tiempos ancestrales, se ha idealizado la maternidad como una meta suprema en la vida de las mujeres. Sin embargo, esta imposición hoy en día es cuestionada para poner por encima de cualquier estereotipo la autonomía de las mujeres en la sociedad.
En un mundo donde la maternidad se ve como un destino natural, muchas mujeres eligen caminos diferentes, por lo que se enfrentan a estereotipos y presiones sociales. Liz Meléndez, directora del Centro de la Mujer Flora Tristán, y Violeta Barrientos, docente del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP, abordan esta problemática.
A menudo, Yola Polastri fue interrogada por elegir romper con los estereotipos de género y no tener hijos. La destacada figura de la televisión peruana explicó en varias ocasiones que su carrera y sus compromisos laborales le impidieron pensar en la maternidad, ya que no creía poder dedicar el tiempo necesario para criar un hijo. “No tuve hijos porque tenía muy claras mis responsabilidades. El trabajo que estaba haciendo era bien recibido y era bueno para todos, porque a mí me tocó trabajar e iniciar todo esto en una época de reforma educativa”, afirmó.
La autonomía reproductiva es un concepto crucial, en el que las decisiones sobre tener hijos deben ser respetadas como una elección personal y no una imposición social. Barrientos señala que la maternidad, al ser vista como una responsabilidad exclusiva de las mujeres, limita su libertad y oportunidades de desarrollo personal y profesional. La socióloga resalta que en sociedades industrializadas, en las que las oportunidades laborales son más abundantes, las decisiones sobre elegir ser madres tienden a ser más autónomas.
Por otro lado, en economías menos desarrolladas, la familia es vista como un soporte económico fundamental, lo que limita la autonomía de las mujeres. En estos contextos, las jóvenes a menudo enfrentan presión para asumir roles tradicionales de cuidado, ya que no existen suficientes alternativas económicas. Este fenómeno es particularmente evidente en Perú, donde la disparidad económica y cultural refuerza las expectativas tradicionales sobre la maternidad.
“Por ejemplo, para una persona que vive en una urbe con, digamos, una economía mucho más industrial, mucho más moderna, es diferente la vida que para una persona que es campesina y que está pensando en que los hijos van a ser como su seguro del mañana. Hay distintas formas de concebir los roles familiares porque la familia, en muchos casos, sobre todo en las economías pobres, es el soporte de todo. Lamentablemente en Perú es así”, añade.
En la sociedad, la maternidad es considerada una responsabilidad exclusiva de las mujeres. Foto: referencial/La Jornada
Las mujeres enfrentan una presión social mucho mayor en relación con la maternidad en comparación con los hombres. La sociedad tiende a valorar a las mujeres en función de su capacidad para ser madres, cuidadoras y esposas —en lugar de hacerlo por el simple hecho de ser personas—, mientras que a los hombres se les valora por su capacidad de proveer.
“Mientras que el hombre tiene hijos prácticamente para fortalecer su vida, su capacidad de fecundar a mujeres, a las mujeres nos encomiendan además el cuidado. Nosotros nos tenemos que responsabilizar de los hijos. Hay todo un rol de maternar para las mujeres”, afirma Barrientos.
La idea de que la maternidad es un destino natural para las mujeres perpetúa estereotipos de género. "Se ha considerado como un destino en las mujeres o algo que viene como un deseo natural, innato al ser mujer, y eso no necesariamente es así", afirma Meléndez. Esta percepción puede llevar a la estigmatización de quienes deciden no ser madres, considerándolas como "incompletas" o "raras". Esta presión social puede ser muy cruel, especialmente para aquellas que no pueden tener hijos y sufren en silencio.
La presión sobre las mujeres para que sean madres, muchas veces es, incluso, mayor que la presión para casarse. "No te cases, pero al menos ten un hijo. Al menos cumple con esto (te dicen)", menciona Meléndez.
Además, la idealización de la maternidad y los estereotipos de género tradicionales juegan un papel crucial en la presión que enfrentan las mujeres. Los medios de comunicación refuerzan estos estereotipos al presentar la maternidad como un ideal y una fuente de realización personal, lo cual les impide ser reconocidas como individuos con derechos y aspiraciones propias.
Las especialistas coinciden en que la sociedad debe respetar la decisión de las mujeres que no desean ser madres, sin discriminarlas ni estigmatizarlas. "Yo creo que es muy responsable decir ‘no quiero’, a no querer y hacer algo en contra de tu voluntad", concluye Meléndez. Es fundamental que las mujeres tengan el derecho de tomar decisiones libres sobre su maternidad y que estas decisiones sean respetadas por la sociedad.
Asimismo, instan a fomentar un respeto auténtico por la autonomía personal y los derechos individuales de todas las personas, sin importar su género. Sin embargo, es importante aclarar que el ideal no es que las mujeres renuncien a tener hijos para adaptarse al mercado laboral, sino que puedan decidir libremente y sin prejuicios.
“Es una decisión libre, una decisión autónoma y sin prejuicio. Y eso es algo que de repente ahorita es un poco difícil de ver, porque hay en los medios de comunicación, en todas partes, esa idealización de la maternidad”, añade Barrientos.
La sociedad, a la vez que presiona a las mujeres para ser madres, no necesariamente brinda las garantías necesarias para que puedan desempeñar sus roles diferenciados con total libertad y tranquilidad. "Es como medio perverso", dice Meléndez, ya que se espera que las mujeres sean madres, pero no se les proporcionan las herramientas para equilibrar sus vidas familiares y profesionales. Esta falta de apoyo puede llevar a un estancamiento en el desarrollo profesional de las mujeres, creando una brecha de género.
Es crucial que la sociedad avance hacia una mayor empatía y comprensión respecto a la elección de no ser madre. Las mujeres deben tener la libertad de tomar decisiones sobre sus cuerpos y sus vidas sin enfrentarse a juicios ni presiones. Juzgar menos y empatizar más es esencial para apoyar a las mujeres en sus decisiones, sean estas de ser madres o no.