Durante gran parte del 2022, la economía peruana, a pesar de continuar en el tramo positivo, tendió a desacelerarse. Los conflictos sociales tras el fallido golpe de Estado de Pedro Castillo y la represión policial del régimen de Dina Boluarte ante el clamor de un asamblea constituyente hicieron que en enero de este año el PBI cayera 1,12%, tras casi dos años de crecimiento.
Para febrero ya habría algún atisbo de recuperación, pero aun así se espera un resultado negativo, adelantó Carlos Montoro, gerente de política monetaria del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP).
"El mayor impacto de los conflictos se vio en enero, con un costo de alrededor de 4 puntos porcentuales en el crecimiento. Para febrero, se estima que en el sur será de 2 puntos porcentuales. Con ello, se estima que la actividad económica estaría mejor que enero, sin embargo, se prevé una ligera contracción para febrero", dijo Montoro a La República durante le presentación del Programa Monetario de abril.
En esa línea, Montoro proyectó que las lluvias y huaicos generados por el paso del ciclón Yaku podrían haber afectado en 1% el crecimiento del PBI para marzo, aunque se mostró optimista en la recuperación al reducirse la incidencia de ambos problemas.
Así, para el primer trimestre el BCRP prevé que haya un crecimiento nulo de la economía, y ya recién desde el segundo, el PBI repunte 2,8% para culminar el 2023 en 2,6%. Vale acotar que hace unas semanas el BCRP rebajó su proyección, que se encontraba en 2,9%.
Montoro aseguró que en abril del presente la inflación por fin se desprenderá del umbral del 8% al observarse la caída en los precios de alimentos como el limón y un menor impacto por los gastos de los hogares en educación (léase, matrículas, compra de útiles y uniformes).
“Esperamos que en los siguientes meses, por ejemplo en el mes de junio, la inflación también tenga una caída sustancial y poco a poco nos acerquemos al rango meta (dentro del 1% y 3%)”, acotó.
Inflación afecta directamente a los precios de los alimentos. Foto: Mary Luz Aranda/URPI-LR
El retroceso inflacionario se explica por la moderación de los embates globales de los valores en alimentos y energía, así como por la reversión de choques de oferta en la industria agropecuaria y las expectativas menos pesimistas.
América Latina debe ejecutar políticas fiscales más estrictas para mitigar la inflación, como elevar los impuestos a los ricos y quitarle "algo de peso" a los bancos centrales de la región y, con ello, se ayudaría a frenar la demanda interna, permitiendo que las tasas de interés se redujeran con anticipación.
El FMI recomendó "ser más progresivos" con los sistemas fiscales, ya que "los ricos pueden evitar pagar impuestos gracias a excepciones".