Desde el Banco Mundial desgranan las virtudes y complicaciones de nuestro mercado en plena crisis sociopolítica, en un año donde la economía peruana lastrada por embates externos e internos crecería menos de lo que nuestro potencial manda (es decir, entre el 3% y 4%, según el Gobierno).
—¿Cómo encuentran al Perú dentro del panorama regional económico?
—La economía global tiene implicancias mixtas para el Perú. Por un lado, el efecto negativo de las mayores tasas de interés sobre la inversión, y lo positivo es el mayor crecimiento esperado para China, nuestro mayor socio comercial. En circunstancias regulares, esta subida de China impulsaría a la economía peruana a un crecimiento mayor al 3%.
—Pero con la crisis actual...
—Las circunstancias que vive el Perú no son regulares por factores domésticos. Hemos proyectado para la economía peruana una tasa de crecimiento de 2,6%, sin embargo, fue estimada previamente a la volatilidad política y probablemente tendremos que revisarla y evaluarla porque algunos riesgos a la baja, consideramos, se han venido materializando.
—¿Se puede complicar la situación con la desconexión entre la fortaleza macro y la calidad de vida?
—Entre 2004 y 2019, la reducción de pobreza fue de tasas superiores al 50% hasta prácticamente llegar al 20%. Bien, el 85% de esa caída se debió al crecimiento económico. Desde 2004 al 2013 se creció a una tasa del 6,1% y mejoró la calidad de vida de la población, pero de ahí a 2019 la tasa fue de 3%. Con el covid comenzó a aumentar y ahora vemos como la inseguridad alimentaria sigue subiendo.
—¿Cómo revertirla?
—La primera línea de acción debe ser impulsar el crecimiento económico. Se necesitan políticas destinadas para crear empleo de calidad porque la economía peruana tiene una dualidad productiva: por un lado pocas empresas grandes ofrecen trabajos altamente productivos y bien pagados y hay muchísimas pequeñas con poca productividad.
–¿Y para reducir la pobreza?
—Según el poverty assesment del Banco Mundial que publicaremos en unos meses, vemos que Perú tiene un sistema fiscal, de transferencias (a la población) e impuestos con muy poco impacto para generar redistribución, y tener, por lo tanto, un efecto en la reducción de la pobreza. Es un impacto muy limitado para los hogares. Por lo tanto, la capacidad de realizar gasto y transferencias están limitadas.
—¿Hay el espacio suficiente para gestar más reformas tributarias?
—Se necesita un análisis integral. El principal problema es la evasión fiscal y la tributaria. Cualquier reforma tiene que tomar en cuenta la informalidad grande y la dificultad que representa para que las empresas crezcan. Lo primero es remover los obstáculos en el crecimiento de las empresas para generar más ingresos fiscales.
—¿Qué balance tienen sobre la labor del MEF en estos dos últimos gobiernos?
—Incluso con la tasa relativamente baja de 2,6% para el Perú, es más alta que la esperada para otras economías grandes como Argentina, Brasil, Chile, Colombia o México. Aún con la volatilidad política es un país resiliente por su buen manejo macroprudencial, y allí están instituciones como el Banco Central (de Reserva), que junto al Ministerio de Economía dan estabilidad por los lados monetarios y fiscales. Hay continuidad en el MEF y generó una cultura de prudencia fiscal más allá de los cambios de ministros.
Enfoque: por Carlos Arteta, economista líder Grupo Perspectivas del Banco Mundial
Hay una notoria desaceleración global, ya que creceremos 1,7 % este año, que es equivalente a la tasa más débil de las tres últimas décadas, si excluimos lo visto en 2009 y 2020. Estados Unidos, con su 0,5 %, afectará a las exportaciones de Latinoamérica, y su endurecimiento de políticas monetarias impactará en las condiciones crediticias y la desaceleración del consumo harán que caigan el envío de remesas a esta región; mientras que China con su 4,3 % llega a niveles por debajo de su PBI potencial.
Recordemos que generan una demanda importantísima de metales de hasta el 50% en el consumo global. Hay riesgos incipientes al alza que traerían una recesión mundial. Se recomienda a los países en desarrollo como el Perú, que tienen un espacio fiscal reducido, mantener el apoyo muy enfocado en los hogares más vulnerables y priorizar gastos con políticas claras.