Por: Kurt Burneo. Economista, profesor investigador Centrum Católica.
En estos días, pasadas las festividades de fin de año, surge a continuación, a manera de un aterrizaje directo a la realidad, el retorno de una serie de incertezas económicas que solo temporalmente habían pasado a un segundo plano: ¿la actividad económica crecerá más rápido? ¿Cuándo se reducirá la tasa inflacionaria? ¿Se recuperará la inversión? Entre otras preguntas importantes con respuestas pendientes.
Un elemento clave a tener en cuenta para intentar encontrar respuestas a las interrogantes planteadas tiene que ver con las expectativas empresariales: de acuerdo con las encuestas realizadas por el BCRP, si trazamos una línea de tendencia de octubre del 2021 hacia adelante, estas son claramente descendentes, siendo las más pesimistas las correspondientes a las de 3 meses en comparación a las de 12 meses.
Factores explicativos de este deterioro son diversos: inestabilidad política que proviene de la pugna Ejecutivo-Legislativo, discontinuidades al interior del Ejecutivo, Congreso poco dinámico en su función legislativa, inacción en formulación, aplicación y monitoreo de políticas públicas, venidero proceso electoral este año a nivel subnacional –esto es, gobernaciones y alcaldías– con campañas políticas previsiblemente repletas de propuestas sin sustento técnico por parte de candidatos, y a esta larga lista incluiría además el pendiente planteamiento de una clara propuesta de política económica para el corto plazo, cuando menos.
A la incertidumbre fundamentada en el párrafo anterior, se agrega la aplicación de medidas de política monetaria desarrolladas por el Banco Central que parecieran poco coordinadas con el Ministerio de Economía y Finanzas, y no me refiero a una indispensable coordinación entre estas entidades, en operaciones de colocación de distintos activos financieros, en términos de momento de anuncios, plazas, monedas, plazos, rendimiento, etc. Me refiero a otras decisiones del Banco Central que deberían ser mejor explicadas en términos de sus objetivos y efectos resultantes también.
Mercado de abastos. Se estima que el precio de los alimentos tendería a normalizarse. Foto: Antonio Melgarejo / La República
A manera de ejemplo, veamos la decisión que desde agosto del 2021 el Banco Central determinó sucesivos incrementos en la tasa de interés. Siendo el Perú un país pequeño, no tiene capacidad de influenciar en variables económicas como la tasa de interés internacional, pero sí ser afectado por esta. Opuestamente, decisiones de política monetaria de la FED -esto es, el banco central gringo- sí tienen efectos sobre dicha tasa, por ello, para la toma de decisiones de política monetaria en países emergentes como el nuestro, se toma en cuenta lo que pasa con la economía de EE. UU. en general y las decisiones de su Reserva Federal en particular.
Pero ¿qué está sucediendo con la economía norteamericana? Para resumir (por razones de espacio), la existencia de mayores presiones inflacionarias en dicho país de 1.4% a 6.8% entre el 2020 y el 2021 (noviembre) estaría originando que los mercados proyecten que se adelante la suba de la tasa de interés de la FED para este año y no al 2023, como se había previsto originalmente. Esto hará que sean más atractivos los activos externos, al aumentarse el rendimiento de estos.
Desde el plano local, dado que desde julio en adelante la inflación anualizada ha estado por fuera del rango superior 3%, llegando la inflación anualizada a 6.43%. Luego sucesivas elevaciones desde agosto de la tasa de interés de referencia por el BCRP han venido elevando su tasa de interés de referencia de 0.25 al 3%. Buscando que el incrementado rendimiento de activos financieros locales reduzca la salida de capitales, producto de incrementados rendimientos de activos financieros externos. Pero el efecto buscado de esta mayor tasa de referencia por el Banco Central es reducir la demanda y tratar de aminorar la tasa de inflación (no obstante que esta es por costos), encareciendo el crédito también, con lo cual se afecta adversamente la velocidad de recuperación de la actividad económica y del empleo también. ¿El reconocimiento y cuantificación de estos efectos han sido proyectados y discutidos con el MEF?