Cambiar el mundo comienza con pasos que a veces nacen en la adversidad, como ha sido la pandemia del COVID-19, o en desafíos personales. Las historias de dos emprendedoras que presentamos así lo demuestran.
Cabe indicar que, de acuerdo con un estudio de Datum, a febrero de este año, un 42% de los emprendimientos que actualmente existen en el país se iniciaron en plena pandemia –ante la pérdida del empleo y nulas oportunidades para la reinserción laboral–, por lo que algunos decidieron invertir sus ahorros, pensiones o liquidaciones en emprender el negocio propio.
“Amagia” es el encuentro de las palabras “amor” y “magia”, dos conceptos que, en declaraciones de Ornella Pesceros, del distrito de Santa Anita, representan su marca de prendas versátiles y ecoamigables.
“Moda consciente es la línea a la que apuntamos. La industria de la ropa es de las más contaminantes en el mundo. Hay todo un tema con la denominada tendencia del fast fashion y sus prendas fabricadas en cantidad y totalmente desechables, que además obligan al consumidor a estar comprando una y otra vez”, reflexiona la empresaria que confiesa haber tenido en su clóset prendas que solo usó una vez.
En plena pandemia pudo indagar más sobre el mundo de la moda junto a su madre, quien ha sido pilar en su emprendimiento y que acaba de cumplir un año.
Así, la ‘moda ética’ de Amagia pone de manifiesto la necesidad de crear ropa imperecedera, de calidad (lo elabora con algodón 100% peruano), que perdure en el tiempo y se combine sin distinguir temporadas ni épocas. Una moda más justa, de precios reales y posibilidades infinitas.
“En el camino he recibido el apoyo de muchísimas personas: familia, amigos, mis papás. Es muy emocionante este proceso, me ha traído nuevos retos que no esperaba. Ha habido momentos complicados debido a la coyuntura, pero son más las cosas buenas que han llegado”, confiesa Ornella, insuperable.
Cabe indicar que la industria de la moda no pasa por sus mejores momentos a nivel global. Un estudio de la consultora McKinsey calcula que en 2020 la pandemia llevó a esta industria a una caída del 30% de sus ventas y del 90% del beneficio de las empresas del sector.
Workers Rights Consortium, una organización que vela por los derechos laborales en todo el mundo, advirtió que el año pasado y con la llegada de la pandemia, un 38% de los empleados de las fábricas textiles de una muestra de nueve países había perdido su empleo.
Esta situación ha llevado a más de un inversionista, en la larga cadena de producción de la ropa, a repensar el verdadero rol que cumple la moda en el mercado y la sostenibilidad del medio ambiente. Es así que, en un país de tradición textil como es el nuestro, Ornella busca que su proyecto inspire a otros peruanos a repensar las ideas de negocio de la mano de un enfoque ambiental y justo.
Para cualquier consulta de contacto o ventas con Amagia, puede comunicarse al 912409951, o escribir a su perfil de Facebook.
Son ya cuatro años desde que Corina Ávila decidió apartarse de un trabajo rutinario y altamente demandante y concentrarse en sumar momentos con su hija. Y en ese camino inició peldaño a peldaño un proyecto tan suyo como original e inesperado.
Así comenzó Tipis (nombre con el que se conoce a un tipo de vivienda rústica original de las tribus de Norteamérica), una marca que ofrece a las familias un espacio creativo para los pequeños del hogar y con una sólida estructura.
“Cuando tuve que reincorporarme al trabajo después de los tres meses de licencia por maternidad, me di cuenta de que a mi hija solo la veía a la hora de dormir. Me encantaba mi trabajo, pero quería disfrutar la experiencia de ser madre”, cuenta Corina, atrapada en una encrucijada de la que muchos padres no saben cómo escapar.
Es así que se puso como objetivo el construir un espacio único para su bebé. Junto a su madre, aliada insuperable en la confección de sus sueños, prepararon un prototipo “que no fue ni el 30% de lo que Tipis Perú ofrece hoy”. La alegría de la niña fue total y los pedidos, primero entre su círculo amical, empezaron a llegar uno a uno.
Su destreza y la calidad del producto se afianzaron de la mano. En su mejor momento, llegó a vender 60 tipis en un mes. Los precios varían según el gusto del cliente y se pueden preparar a pedido. Todos en material antialérgico y con telas vaporizadas.
“El confinamiento nos afectó igual que a todos. Pero como todo peruano ingenioso, buscamos cómo salir adelante y generamos nuevas estrategias de publicidad. Ahora estamos enfocados al cien por ciento y monitoreamos todo envío, sea en Lima o provincia, al milímetro. La calificación de cinco estrellas en nuestras redes la mantenemos”, señala.
Emprendimiento, Tipis.
Se considera que la informalidad, la exclusión financiera y la escasa digitalización de las micropymes fueron los principales problemas que afectaron a los emprendimientos peruanos en la segunda mitad del 2020. Sin embargo, el distanciamiento social producto de la pandemia también abrió nuevas puertas y nichos para esta nueva normalidad de vida y trabajo. He ahí la exitosa gestión de Corina.
“Tipis Perú no es solamente un producto, lo que ofrecemos es tiempo de calidad con los hijos. Al llevar un tipi, la familia está adquiriendo la oportunidad de ayudar a que el niño sea independiente. Uno mismo puede interactuar con él, pues no solo es un lugar de juegos: se puede utilizar para estudiar o convertirse en biblioteca. Es algo que como padre o madre valoras mucho en estos días”, confiere, con una sonrisa única, mientras su niña, ya de seis, aún juega con ese primer tipi.
Para cualquier consulta de contacto o ventas con Tipis Perú, puede comunicarse al 970715668, o escribir a su página web.
En 2019, 56,17% de la población ocupada en Perú era formal y el 43,82%, informal. En la actualidad, esta composición se invirtió y el empleo formal representa solo el 44,86%, mientras el informal, 55,13%.
Solo en América Latina, más de 160 millones de jóvenes dejaron de ir a la escuela durante los peores momentos de la pandemia, según el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Respecto a la industria de moda, debe considerar que entre 40% y 60% del consumo de agua de una prenda ocurre en la fase del uso (lavado), no en su producción, según la consultora Ester Xicota.
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