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El día que Nelson Mandela y el rugby unieron un país fragmentado

Hace 25 años, Nelson Mandela puso a toda Sudáfrica detrás de los Springboks en una mítica final ante Nueva Zelanda.

Cuando Nelson Mandela fue excarcelado después de pasar 27 años en prisión, era de conocimiento general que su llegada a la presidencia de Sudáfrica era cuestión de tiempo y que un cambio iba a llegar finalmente para un país que llevaba años dividido por un —hoy absurdo— Apartheid.

Mientras un segmento de la mitad afrodescendiente de Sudáfrica celebraba con ansias de retribución, una parte de la mitad blanca temía que se lleve a cabo una guerra civil. Mandela sabía que su tarea era mucho más difícil que gobernar un país: tenía que unir a un pueblo. Afortunadamente, ostentaba la herramienta perfecta, aunque urgida de algunas ajustes: los Springboks.

Los Springboks era el equipo de rugby de Sudáfrica, el deporte más popular del país. Sin embargo, la población negra sentía que el equipo no los representaba, incluso muchos celebraban sus derrotas y le pedían a Mandela no apoyar al equipo.

Mandela contestó haciendo todo lo contrario, reconoció a los Springboks como la selección de todo el país, abrazó el nombre y el logo del equipo y propició la realización de la Copa del Mundo de Rugby en Sudáfrica.

Los Springboks no eran el mejor equipo del mundo, no estaban ni cerca, pero tenían una fuerte arma motivacional. Nelson Mandela en persona acudía a los entrenamientos a hablar con los jugadores, los saludaba a cada uno por su nombre, los hacía sentirse importantes para la nación.

Uno de los momentos clave del proceso fue la visita de los jugadores a la celda de Mandela en la isla Robben, lugar donde pasó parte de sus 27 años de cárcel. Francois Pienaar, capitán de los Springboks, años después destacaría el aporte de ‘Madiba’. “Se convirtió en el jugador número 16”, aseguró.

Los Springboks alcanzaron la final del Mundial. El 24 de junio de 1995, los motivados sudafricanos saltaron al campo del Estadio Ellis Park para enfrentar a la poderosa nueva Zelanda, que contaba en sus filas con Jonah Lomu, el imparable mejor jugador del torneo.

El partido quedó en la historia como uno de los mejores de todos los tiempos. Por primera vez, una final se iba a tiempo extra, periodo en el que Joel Stransky anotó un drop para que un país estalle de felicidad y se una en un solo abrazo después de años de disputas. “No tuvimos el apoyo de 63.000 personas, tuvimos el apoyo de 43 millones de sudafricanos”, reflexionó Pienaar.

El día que Nelson Mandela y el rugby unieron un país fragmentado.

Nelson Mandela entregó la Copa Webb Ellis a Pienaar con una sonrisa que delataba la consecución de un plan que recién comenzaba. Este histórico encuentro fue solo el punto de partida para un proceso de unión que, con altibajos e injusticias, se sigue buscando hasta el día de hoy, no solo en Sudáfrica, sino también en el resto del mundo.

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