La incapacidad transitoria para moverse y escapar de la sensación de asfixia es un trastorno denominado parálisis del sueño. Se trata de un episodio en el que las áreas del cerebro capaces de detectar amenazas están excesivamente sensibles a causa de una alteración o fragmentación del ciclo MOR (movimiento ocular rápido).
Esta perturbadora experiencia nocturna puede estar acompañada de alucinaciones y de un temor intenso. Además, se construye con impresiones variadas: desde la presencia de sombras amenazadoras en la habitación hasta la evocación de estar girando sobre el propio cuerpo.
La parálisis del sueño forma parte de un grupo más amplio de trastornos llamado Parasomnias. Este último término fue introducido en la medicina, en 1932, por el médico francés H. Roger y engloba eventos poco frecuentes vinculados con el comportamiento motor y sensorial del sueño.
En una entrevista con La República, la psiquiatra Ana Quezada Peralta explica algunas posibles causas: “Un trastorno traumático, ya sea agudo o crónico. Puede ser también alguna alteración médica, por ejemplo, podría haber cuadros de anemia, cuadros de enfermedades reumatológicas que también complicarían el problema psiquiátrico y, de esa manera, intensificar estas crisis por las noches”, sostiene la especialista.
“Alteración a nivel estructural, por ejemplo, algún problema en la irrigación sanguínea y, de por sí, lo más frecuente es que haya un problema de insomnio crónico o que se esté reagudizando por situaciones de estrés, de ansiedad o depresión”, agrega Quezada.
Parcialmente, según indica la experta, otros factores podrían estar vinculados:
Mantener un horario regular para dormir puede reducir la posibilidad de parálisis del sueño. Foto: Pexels
Citado por el medio argentino Clarín, el psiquiatra Eduardo Ruffa, experto en Medicina del Sueño de la AAMS (Asociación Argentina de Medicina del Sueño), explica la clasificación de este trastorno:
Por su parte, Quezada asegura que aunque en la adolescencia y en la adultez temprana es más frecuente padecer estos lapsos, podría aparecer también durante cualquier etapa.
“La prevalencia puede ser muy variable a lo largo de la vida. Generalmente, algunos estudios indican que el porcentaje en la población es bajo: un 7,5% a un 10%. Sin embargo, sí es más frecuente en personas con una condición psiquiátrica asociada”, argumenta.
Lo ideal, afirma, es evaluar la calidad del sueño. “El sueño tiene muchos componentes. Hay que ver la duración, si es un sueño reparador o no reparador, si hay movimientos asociados en la noche. Un familiar puede ayudar. Se debe explorar cuáles son las características”, concluye.