
La aclamada serie galesa Hinterland tuvo tres temporadas, de 2013 a 2016. Es una producción que revitalizó el nervio policial con una propuesta arriesgada, quizá digna de las novelas de largo aliento. Veamos un par de detalles: el primero de ellos, nos referimos a una producción que nos brinda dos versiones idiomáticas, tanto en galés como en inglés. Es decir, cada episodio tuvo que filmarse dos veces. El segundo, cada episodio ostenta una hora y media de duración (muy parecido al tiempo de cualquier película en el circuito comercial). ¿Se debió a la fuerza de la historia o a las ventajas del género policial, que, bien entendido, puede ofrecer un completo contexto social?
La zona costera galesa de Aberystwyth es tan amplia y verde que da la impresión de que nada puede ocurrir en ella. Pero esta suerte de paz provinciana se deshace a cuenta de los crímenes que allí suceden, cada crimen más cruento y misterioso que el anterior, crímenes que tendrán que ser descifrados y solucionados por Tom Mathias (Richard Harrington), el detective inspector jefe; secundado por Mared Rhys (Mali Harries), la inspectora detective; ambos ayudados por un par de jóvenes que hacen el trabajo de hormiga acopiando y filtrando información: Sian Owens (Hannah Daniel), la sargento detective, y el detective Lloyd Ellis (Alex Harries). Sumemos también al jefe superintendente Brian Prosser (Aneirin Hughes), el único que tiene el suficiente poder de encarrillar y hasta desautorizar las investigaciones que realiza Mathias.
La trayectoria profesional de Mathias es, por decir lo menos, impresionante. No pocos detectives e inspectores lo consideran como uno de los mejores detectives policiales de Londres. Por ello, la pregunta: ¿qué hace un hombre como él en un lugar al que muchos agentes del orden son enviados cuando cometen faltas graves? Mathias no ha cometido ninguna falta grave; más bien él se encuentra en Aberystwyth por propia voluntad.
Veamos: antes de empezar su día laboral en el departamento policial, Mathias sale a correr, como si estuviera huyendo de alguien, pero de lo único que huye es de sí mismo, de lo que ha dejado y perdido en Londres. Nuestro protagonista cree que estando lejos de la urbe encontrará al menos un sentido para su vida de hombre roto y quebrado emocionalmente. Sin embargo, esa rotura interior es lo que refuerza su carácter, que vemos hasta en sus gestos y tonos de voz cuando examina los cadáveres, centrándose en los detalles que estos muestran, desestimando no pocas veces lo que le sugieren los oficiales de uniforme. En Mathias percibimos una cualidad que más de una vez le trae problemas: sospecha de todas las personas relacionadas con los cadáveres encontrados. Esta actitud lo enfrenta contra su compañera Rhys, que vendría a ser la metáfora del método formal de la criminalística, pero esa formalidad de Rhys es solo una careta que no la ayuda en nada cuando tiene que regresar a casa para enfrentarse a su enemigo mayor: una hija que no la respeta ni la quiere.
"Hinterland". Imagen: Difusión.
A medida que transcurren los episodios, la figura de Prosser se vuelve más que determinante. Desde el primer episodio de la serie, Devil´s Bridge, somos partícipes de una sensación extraña, no porque Mathias no haya solucionado el caso del cruel asesinato de una anciana, sino que poco o nada su equipo y él pueden hacer contra las consecuencias que la anciana ha dejado en vida, consecuencias de las que Prosser conoce al detalle y que aparecen fugazmente en casi todos los episodios de las tres temporadas.
Presenciamos, pues, un misterio mayor, uno ligado a la degradación moral guardada en el silencio cómplice de los habitantes de Aberystwyth. No es gratuita la escena final del último episodio de la segunda temporada, The Sound of Souls. Mathias no solo pierde su vivienda, sino también el objeto que lo ligaba a su pasado de hombre de familia en Londres, pero esa pérdida material y emocional es también la advertencia que le deja una de las tantas consecuencias de la anciana asesinada del primer episodio.
Hinterland es una serie policial con muchos misterios morales. Ha sido emitida en más de 150 países y la buena crítica la acompaña, pero ante la avalancha de ofertas de series (en las que hallamos de todo), ha perdido cierta presencia. En lo que va del siglo XXI, hemos visto series de gran calidad, pero pocas tan arriesgadas en su forma sin apelar a experimentos narrativos, como Hinterland.
Británico modo
House of Cards, serie creada por Beau Willimon, tuvo seis temporadas de 2013 a 2018. Su protagonista, Kevin Spacey en el rol de Frank Underwood, tuvo que salir tras la quinta temporada debido a acusaciones de violencia sexual. Esta es una serie política que la rompió y que nos dio a entender que la dinámica política por el poder es la misma en todo escenario, no únicamente el relacionado con la Casa Blanca.
"House of Cards" (versión británica). Imagen: Difusión.
Sin embargo, esta serie se inspira en otra homónima emitida por la BBC en 1990. Tiene tres temporadas (House of Cards, To Play The King y The Final Cut) de cuatro capítulos cada una. El House of Cards británico es una obra maestra de la actuación. Tenemos a Frank Urquhart (Ian Richardson en un rol extraordinario), que aprovecha la crisis del Partido Conservador para llegar al poder, crisis agravada por el descontento de la población inglesa, dividida entre aceptar o no un cambio de rumbo político y económico a razón de la dimisión de Margaret Thatcher. No olvidemos que Thatcher renunció en noviembre de 1990. Este House of Cards fue hecho en tiempo real.
Urquhart representa, a diferencia de Frank Underwood, la ambición del poder por cuenta de alguien que siempre ha tenido, precisamente, posicionamiento social. En cada decisión de Urquhart, incluso en momentos cuando su imperio corre el riesgo de quebrarse, hace alarde de un detallado control de la situación; lo vemos en los recuerdos que lo acechan por un asesinato cometido años atrás en Chipre, aun en la existencia de una grabación de audio que lo delata como el asesino de la joven periodista Mattie Storin (Susannah Harker). Urquhart es un ser extremadamente peligroso, pero con refinado estilo de conducta.
Las mujeres cumplen un rol fundamental en cada una de las tres temporadas. Acabamos de mencionar a Storin, pero también incluyamos a las asesoras Sarah Harding (Kitty Aldridge) y Claire Carlsen (Isla Blair), aliadas de Urquhart, a quienes usa y, llegado el momento, desecha. Lo opuesto sucede con su esposa, Elizabeth (Diane Fletcher), que en la mayoría de capítulos funge como una especie de insoportable holograma, que no incomoda ni fastidia a su esposo; por el contrario, apoya cada uno de sus actos, a saber, estimula sus encuentros amatorios con Storin y Harding.
Esta serie británica es una memorable representación sobre la ambición política. Tiene el humor y la inteligencia digna de la tradición actoral a la que pertenece. Hasta podría gustar más que el House of Cards que no pocos conocemos.

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