Persecución en la frontera: “Una batalla tras otra” de Paul Thomas Anderson
Paul Thomas Anderson no decepciona con su última película, “Una batalla tras otra”. Esta es una historia lineal que contiene los factores que hacen del director uno de los más relevantes hoy en el mundo. Con Leonardo DiCaprio, Benicio del Toro y Sean Penn.
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Cada vez que el cineasta norteamericano Paul Thomas Anderson estrena una película, empieza a correr un rumor. Este rumor tiene dimensiones especiales, puesto que todas las valoraciones son aceptadas, menos aquellas que contengan un valor negativo sobre el trabajo de ocasión. Son pocos los cineastas en actividad capaces de suscitar un rumor de estas características. Rumor que se legitima tras la visión. Las películas de Paul Thomas Anderson muestran una solidez que no es extraña ni evolutiva, sino fundacional para su director. Pensemos en Sydney, película de corte psicológico y criminal con la que debutó en 1996, en la que ya era posible ver un elemento clave de su poética, como el azar; además de la preferencia por indagar en el tema de la soledad (otra marca de la casa).
Con Sydney, Paul Thomas Anderson encontró su tono narrativo, el cual lo acompañaría en los proyectos que vinieron después, y vaya que la lista puede dejar tieso al cinéfilo más exigente: la inacabable Boogie Nights (1997), la obra maestra Magnolia (1999), la que merece más aplausos, Embriagado de amor/Punch-Drunk Love (2002); There Will be Blood/Petróleo sangriento (2007), The Master (2012) e Inherent Vice/Vicio Propio (2014) son algunos títulos con los que tranquilamente podemos catalogarlo como uno de los directores más importantes del presente siglo (por cierto, tampoco haría mucho ruido si lo calificamos como el mejor).
El lazo Pynchon
El escritor norteamericano Thomas Pynchon ha edificado una obra atractivamente compleja en temática (generosa en referencias populares y caletas de la cultura gringa, en especial las que van de los 60 a los 80, arco temporal del que se nutre este escritor que no se deja fotografiar; vale precisar que su vida es una leyenda, a lo Salinger); lo es igualmente en estructura como en densidad de escritura. Es un recurrente candidato al Premio Nobel de Literatura y sus libros, se colige, significan un reto para ser llevados a la pantalla grande. Solo Paul Thomas Anderson ha podido hacerlo. La primera novela de Pynchon que adaptó fue Inherent Vice/Vicio propio de 2009. Es una película de culto. No importa si fue un fracaso comercial debido a su estructura que pretendía simular un viaje lisérgico al que se subieron los extraordinarios Joaquin Phoenix y Josh Brolin en los roles protagónicos.
En una época signada por la claridad narrativa y el apego al divertimento sin sustancia, le hace bien al cine tener directores como Paul Thomas Anderson, no como punto de resistencia ante el facilismo, sino por el hecho de que su poética tiene un gran público al que no le interesa ser mayoría.

Leonardo DiCaprio y Benicio del Toro. Imagen: Difusión.
Una batalla tras otra
Ese es el título en castellano de la última película de Paul Thomas Anderson, estrenada el pasado mes de septiembre en salas de cine y ya disponible en HBO Max. Está inspirada en la novela Vineland (1990) de Thomas Pynchon. Su argumento es el siguiente: Bob Ferguson (Leonardo DiCaprio) es un exrevolucionario de un grupo llamado French 75 que vive aislado y drogándose. Pese a que el mundo no es el mismo por el que luchó tiempo atrás, está comprometido con la situación de los inmigrantes y con toda causa social que considere justa. El escenario no es otro que la actual frontera entre Estados Unidos y México. Bob tiene una hija llamada Willa (aplausos para Chase Infiniti, quien debuta en el cine con este trabajo). Willa sí quiere cambiar el mundo. No le gusta lo que ve. Estados Unidos tiene un gobierno intolerante que ha hecho renacer facciones de derechistas ultramontanos y racistas. La madre de Willa es Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor), cuya aparición se da contadas veces, pero a la que se menciona mucho debido a un pasado todavía más violento y revolucionario que el de Bob. Willa será perseguida por los enemigos de Bob y Perfidia, como Steven Lockjaw (Sean Penn), un cazador de inmigrantes que, por si fuera poco, busca venganza debido a una humillación recibida por parte de Perfidia tiempo atrás. Bob va al rescate de su hija y en ese fin recurre a la ayuda de Sensei Sergio St. Carlos (Benicio del Toro. Este rol nos recuerda a su Dr. Gonzo de la película Fiebre y asco en Las Vegas (1998) de Terry Gilliam).
Una batalla tras otra es una película de denuncia, principalmente contra el racismo. Y en ella están algunos elementos del cine de Paul Thomas Anderson, como la indagación en el pasado, el uso del humor y el factor del azar. Es una película lineal, sin digresiones. La intención queda fuera de discusión. Hay que verla.






















