En el año 2000, Liam Neeson sufrió un accidente que casi le cuesta la vida cuando viajaba con su moto y se cruzó con un ciervo. Los médicos deslizaron que quedaría postrado en una silla de ruedas. Afortunadamente, no fue así.
A días —este 7 de junio— de cumplir 71 años, sigue siendo uno de los actores más reconocidos de la industria del cine y la prensa reseña que, a la fecha, ha participado en 142 producciones, un ciento de ellas han sido largometrajes, nada menos.
Marlowe (o Sombras de un crimen) lo tiene en la mira de la crítica española, en cuyas salas de cine protagoniza al detective privado Philip Marlowe, quien a finales de los años 30, en los barrios de Los Ángeles, es contratado para encontrar al examante de una glamurosa heredera, hija de una conocida estrella de cine.
Marlowe. Se estrenó el viernes en España. En la foto junto a Jessica Lange. Foto: difusión
El actor, nacido en Reino Unido y de 193 centímetros de altura, asume al detective privado que Raymond Chandler creó en 1933. En esta nueva versión aparece al lado de Jessica Lange y Diane Kruger.
“Siempre he querido interpretar a Philip Marlowe. No me intimidó que el personaje lo hubieran hecho antes Humphrey Bogart (en El sueño eterno) o Robert Mitchum (en Adiós, muñeca). Sabía que el director Neil Jordan le daría su propio giro peculiar. Lo que sí me intimidaba era el reparto”, ha dicho. Agregó que el rodaje, realizado en Barcelona, “fue un auténtico placer”.
En entrevista con los medios de España, se ha mostrado vital y agradecido. “Me gusta trabajar. Me encanta tener una razón para levantarme por la mañana desde 1976, el 26 de enero de 1976. Yo siempre les digo a mis hijos que encontrar una razón para salir de la cama cada mañana, no importa cuál sea, es un regalo para el resto de su vida”, afirmó.
Adiós, muñeca. Adaptación del año 1975 con Robert Mitchum. Foto: difusión
Neeson se crio en un hogar de mujeres, con tres hermanas y un padre que “nunca usaba cinco palabras si podía decirlo en dos”. Primero fue un niño monaguillo, lo cual le dejó una pasión por la teatralidad de la liturgia y de aprender fonéticamente misas en latín. Después fue un adolescente boxeador, lo cual le dejó una nariz rota de por vida. Y la vocación artística le llegó cuando descubrió que ser actor le permitiría acceder a sus emociones como nunca le habían enseñado a hacer en casa.
Él siempre fue honesto en su pretensión: se mudó a Los Ángeles a principios de los años 80 porque quería ver su cara en la pantalla más grande posible. La epifanía ocurrió cuando se alojó en un hotel de lujo en Miami durante el rodaje de La misión, encendió la tele y vio su cara en un capítulo de ‘Corrupción en Miami’, en el que hacía de terrorista del IRA. “Aquí estoy”, se dijo a sí mismo. “Este es mi lugar”, reseñó el diario El País.
Agregó que Hollywood le abrió sus puertas, sí, pero le asignó un rol que él no esperaba: el de sex symbol. La revista Movieline dijo que transmitía “una expansión de la sexualidad masculina amable y humanizada”.
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El sueño eterno. Primera versión con Humphrey Bogart en 1946. Foto: difusión
Se le relacionó con Helen Mirren, Julia Roberts, Cher, Brooke Shields, Jennifer Grey, Sinéad O’Connor y hasta Barbra Streisand. “Su condición de galán generaba más titulares que sus películas”, sentenciaron. “La imagen pública de Neeson estaba tan asociada al sexo que Woody Allen la parodió en Maridos y mujeres (1992) y Whoopi Goldberg lo presentó en los Óscar de 1999 mientras acariciaba el micrófono con las dos manos arriba y abajo”.
A Neeson le impresionó particularmente aquella definición de “secuoya del sexo” que le otorgó el crítico de The New Yorker en 1992. “Era por una obra de teatro en que hice de Eugene O’Neill, Anna Christie, en la que conocí a mi esposa. Leí esa crítica y pensé: ‘¡Qué elegante!’. Me encantó. No es que yo me viera a mí mismo así… Pero para el personaje que estaba interpretando tenía una idea definida de la entrada que debería hacer, era un hombre medio desnudo que volvía a casa después de estar en el mar durante semanas”, explicó. El productor de la obra contó que le dio el papel porque tenía el aspecto de un hombre que podría seducir a todas las mujeres del mundo, pero enamorarse solo de una.
Se convirtió en una estrella de Hollywood, lo cual agradece que le ocurriera a los 41 años “y no a los 19″. “Mi vida no cambió. Ya tenía una idea clara de quién soy, de quién era, me alegro de no haber sido un muchachito”, aseguró el viudo de Natasha Richardson.
La lista de Schindler. Neeson como Oskar Schindler. Foto: difusión
Frente a él era inevitable recordar a Oskar Schindler, el empresario que salvó la vida a 1.200 judíos contratándolos en sus fábricas durante la Segunda Guerra Mundial en La lista de Schindler, de Steven Spielberg.
“Steven quería contar esta historia. El guion era fantástico, le costó 10 años conseguir rodarlo y durante esa década no cambió ni una sola coma. Entonces, la película se estrenó y cobró vida propia. La sigue teniendo, la ponen en escuelas y universidades como parte del temario”, señaló satisfecho.
¿Qué personajes busca en esta etapa de su vida? “Cuando leo un guion, me sigue gustando encontrarme con personajes protagonistas que son nobles. No tiene por qué ser blanco o negro, pueden tener defectos, pero están embarcados en una misión, una verdad, una justicia. Me gusta ese tipo de caballeros artúricos de la mesa redonda. Que luchan por algo. Y siento que los necesitamos más que nunca”.
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“El público quizá sea ahora más cínico que en aquellos años 90”, le consultaron. “Estoy de acuerdo. Razón de más para interpretar ese tipo de personajes”, añadió.