Custodiada por más de 8000 guerreros de terracota de tamaño natural, en el centro de un complejo de 60 kilómetros cuadrados, la tumba del primer emperador de China, Qin Shi Huang, permanece cerrada desde su descubrimiento hace 2.200 años. Pese a tratarse del gran unificador de China —quien además fue enterrado con grandes tesoros, con la creencia de que reencarnaría con sus pertenencias en el más allá—, aún nadie se atreve a ingresar y confirmar qué esconde el gran recinto funerario.
“Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Se usó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtze y el río Amarillo, y el gran mar, y se puso a fluir mecánicamente”, advirtió Sima Qian, quien es considerado el historiador más importante de la antigua China.
Qin Shi Huang fue emperador de China durante los años 221 a 210 a. C.. Foto: difusión
Estas escrituras antiguas podrían ser ficción si no fuera por el respaldo de estudios científicos publicados en 2020, los cuales evidenciaron la presencia de grandes cantidades de mercurio en el lugar. "Se han observado concentraciones de hasta 27 ng/m³, significativamente más altas que el nivel típico de contaminación general en el área que se encontró que era de alrededor de cinco a 10 ng/m³", indica la publicación en la revista Nature. Además de esta sustancia, se estima que también es posible la presencia de diversas trampas mortales mecánicas.
Cabe señalar que el mercurio era considerado un elixir de la vida en aquella época, alrededor del siglo II a. C. Según fuentes históricas, Qin Shi Huang se había obsesionado con beber dicho elemento mezclado con vino para alcanzar la vida eterna. Lamentablemente, se trataba de un veneno que acabó con su vida a los 49 años de edad.
Otro motivo que promueve el miedo en los arqueólogos es la posibilidad de provocar daños irreparables en la tumba o sus alrededores al implementar maquinarias para acercarse a ella. Tanto el ejército de terracota como el complejo de tumbas de Qin Shi Huang (existe más de una además de la que guarda los restos del emperador) fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.
Un siglo después de la muerte del emperador chino, Sima Qian escribió lo que podría ser el único registro de lo que hay dentro del mausoleo. “Cavaron a través de tres capas de agua subterránea y vertieron bronce para el ataúd exterior. Se construyeron palacios y torres escénicas para cien funcionarios, y la tumba se llenó de artefactos raros y tesoros maravillosos”, apunta el historiador sobre la construcción. Las características descritas guardan relación con las creencias antiguas chinas de que un emperador guardaría su poder en el más allá si era enterrado con sus súbditos.
Recreación de tumba de emperador, a partir de escrituras antiguas. Foto: difusión
Además, se estima que el mausoleo alberga miles de cadáveres de artesanos que construyeron los dispositivos mecánicos y otros artefactos presentes, los cuales habrían sido asesinados y enterrados vivos, con el fin de que no revelaran los secretos de lo que había dentro.
Respecto a los guerreros de terracota, los primeros 8000 fueron desenterrados en 1974, pero en 2020 se desenterraron otras 200 figuras de arcilla de alrededor de 1.80 metros de estatura. Tras los estudios del área, arqueólogos consideran que puede haber alrededor de 6.000 más.
Los guerreros de terracota representan a guerreros y caballos del primer emperador de China. Foto: difusión