Cuando uno se imagina un desierto, seguramente piensa en un área repleta de arena que se extiende por kilómetros y que se caracteriza por sus temperaturas extremas. Esto es lo que se llama un desierto tropical y un ejemplo de ellos es El Sahara. Situado en ese árido lugar, ahora imagina que excavas. ¿Qué encontrarías en su profundidad? En esta nota, te lo contamos.
La arena se forma cuando las rocas son erosionadas —es decir, trituradas— por la fuerza del viento, los ríos, entre otros eventos climáticos. Este proceso geológico de desintegración tarda millones de años y es conocido como meteorización.
Un desierto de arena se forma mediante la meteorización de un área rocosa. En otras palabras, si perforas varios metros de material arenoso, finalmente, encontrarás una superficie rocosa que continúa siendo erosionada.
Superficie de un desierto descubierto de arena. Foto: Pexels
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Sin embargo, para descubrir qué hay en lo profundo de un desierto, no es necesario involucrarse en una gran proeza de excavación.
En primer lugar, porque la mayoría de los desiertos en la Tierra no están cubiertos de arena, sino que muestran abiertamente su lecho rocoso. Esto sucede, por ejemplo, en el desierto de Atacama, en Chile, el lugar más seco del mundo.
La otra razón es porque las imágenes de radar de los satélites espaciales nos permiten saber cómo son las capas rocosas que existen bajo la arena de este ecosistema.
Estas sondas envían ondas de radio a la superficie desértica que desean escanear y después recolectan las mismas señales cuando estas rebotan por la reflexión de la luz. De ese modo, revelan la distribución del lecho rocoso y, más abajo de esta capa, de los depósitos fluviales.
Una representación de ello es la siguiente imagen del Observatorio de la Tierra de la NASA, tomada por el satélite Landsat 5, que ya no está operativo. En esta figura se revela lo que existe bajo una región del desierto de Omán, ubicado en el suroeste de Asia.
Imágenes de radar de satélites de una región del desierto de Omán. Las áreas verdes indican el suelo rocoso y las moradas las dunas. Foto: NASA
Técnicamente, un desierto es solo un área natural que tiene muy poca precipitación a lo largo de un año.
Bajo esa definición, existen cuatro tipos de desiertos, asegura National Geographic: los subtropicales, los costeros, los semiáridos y los polares (como la Antártida y el Ártico).