Por varias décadas, los astrónomos han intentado descifrar por qué, hasta ahora, habiendo tantas galaxias y planetas en el universo, ninguna civilización extraterrestre contacta con nosotros ni viceversa, una cuestión conocida como la paradoja de Fermi.
Ahora, una nueva respuesta a esta famosa interrogante sugiere que, si la vida biológica dentro de la Vía Láctea es mucho más común de la que creemos, entonces puede que los alienígenas no hayan contactado con la Tierra porque no estamos mostrando señales de inteligencia.
La hipótesis, vertida por Amri Wandel, astrofísico de la Universidad Hebrea de Jerusalén, se describe en un artículo publicado en la plataforma arXiv, el cual todavía no ha sido revisado por expertos independientes.
La paradoja de Fermi plantea por qué no hemos contactado con ninguna civilización extraterrestre inteligente (o viceversa) si hay tantas galaxias y planetas en el cosmos. Foto: ALMA Observatory
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La sospecha de que el desarrollo de la vida fuera de la Tierra no es un evento infrecuente en el cosmos toma cada vez más fuerza con el mayor número de exoplanetas descubiertos en las zonas habitables de sus estrellas.
Si fuese así, que la biología sea abundante en una gran mayoría de planetas dentro de la Vía Láctea, es probable que los alienígenas obvien a estos y, en cambio, prioricen comunicarse con aquellos mundos que, además de albergar vida, también poseen una tecnología avanzada.
En la Tierra, los humanos hemos enviado al espacio señales de nuestra existencia en forma de ondas de radio aproximadamente desde hace casi 100 años. En ese tiempo, nuestro mensaje teóricamente ya habría llegado a unas 15.000 estrellas cercanas, una cantidad pequeña pero notable si consideramos que nuestra galaxia contiene aproximadamente unas 400.000 millones de astros.
Considerando esto, asegura Wandel, solo aquellos sistemas estelares ubicados dentro de los 50 años luz de distancia de nosotros podrían haber enviado alguna señal de respuesta que ya hubiésemos detectado. Pero no ha sido así.
Impresión artística de los dos planetas del tamaño de la Tierra orbitando la estrella GJ 1002. Imagen: Mascareño & Bonet / IAC
El motivo de nuestra aparente soledad en el universo, explica Wandel, puede deberse a que la mayoría de nuestras ondas de radio no han sido emitidas intencionalmente, sino que han sido productos de accidentes de comunicación terrestre. Por eso, se tratarían de señales tan débiles que son indistinguibles al ruido de fondo cósmico después de un año luz de viaje.
En ese sentido, el astrofísico propone enviar más mensajes a civilizaciones alienígenas así como lo hizo el Proyecto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI) en 1974, cuando envió un potente mensaje omnidireccional desde el Observatorio Arecibo con dirección al cúmulo de estrellas Messier 13, situado a 25.000 años luz de distancia, cerca del borde de nuestro vecindario galáctico.
En palabras de Wandel, si bien puede que no haya civilizaciones inteligentes dentro de unos 50 años luz de nuestro planeta, ¿qué nos garantiza que mucho más allá no haya alguien esperando nuestra llamada?
Si alguna vez una civilización alienígena descifra el mensaje de Arecibo sabrá nuestra ubicación en el sistema solar, entre otros detalles del ser humano y su conocimiento. Foto: SETI