Las atmósferas de las estrellas tipo enanas blancas, remanente que se genera cuando el combustible nuclear se ha terminado, llevan consigo elementos pesados —llamados “contaminación”—, por lo que los expertos asumían que se trataba de la acumulación sistemática de desechos de asteroides, planetas gigantes y cometas.
Ahora, científicos del Departamento de Física en la Universidad de Warwick (Inglaterra) han comprobado, por primera vez, que las enanas blancas engullen planetas, al captar el material entrante en la atmósfera estelar de G 29-38, a 57 años luz de la Tierra, según apuntan en la revista Nature.
Tim Cunningham, autor principal del estudio, indicó que utilizaron el Observatorio de Rayos X Chandra para examinar a G 29-38. Se cree que la enana blanca colapsó hace 600 millones de años.
El observatorio Chandra consiguió aislar a la enana blanca de otras fuentes de rayos X en el cielo, y así encontrar la señal correcta generada por acreción.
Impresión artística de cómo la enana blanca G 29-38 devora a un planeta. Ilustración: Universidad de Warwick / Mark Garlick
La acreción, en astronomía, es un fenómeno por el cual la materia es atraída por la gravedad de un cuerpo. Dicho material se incorpora al objeto masivo, aunque a veces gira alrededor de él y crea un disco, de acuerdo con la Sociedad Española de Astronomía (SEA).
“Lo que es realmente emocionante de este resultado es que estamos trabajando en una longitud de onda diferente, los rayos X, y eso nos permite probar un tipo de física completamente diferente”, manifestó Cunningham.
Por lo común, una remanente estelar expulsa su material al espacio, pero, contrario a las predicciones, se han registrado exoplanetas orbitando alrededor de ellas.
Ese es el caso de la enana blanca WD J0914+1914, en cuya acreción se revelaron rastros de un gigante gaseoso parecido a Urano por investigadores del Reino Unido, Chile y Alemania, quienes se apoyaron en datos recopilados por mapas tridimensionales del universo encontrados en Sloan Digital Sky Survey (SDSS).
Cunningham explicó que su equipo ha estado trabajando en retrospectiva para calcular cuánto del elemento detectado fue parte primigenia del objeto celeste destrozado.
Al momento que se produce la colisión entre la estrella y el planeta, si la velocidad es alta, origina un choque de plasma a temperaturas que pueden llegar al millón de grados Celsius. Luego, la superficie de la enana blanca se enfría y empieza a propagar rayos X.
“Investigar la acumulación (restos de planetas) de esta manera proporciona una nueva técnica mediante la cual podemos estudiar estos sistemas, ofreciendo un vistazo al destino probable de los miles de planetas conocidos como sistemas exoplanetarios, incluido nuestro propio sistema solar”, precisó el líder del estudio.