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Ciencia

Cómo es vivir con parosmia, la secuela de COVID-19 que distorsiona olores y sabores

Este extraño síntoma de la ‘covid prolongada’ causa que muchos olores y sabores agradables sean ahora insoportables. Según los científicos, sus efectos repercuten significativamente en la vida cotidiana.

La parosmia es una afección frecuente en personas con tabaquismo, enfermedades neurológicas o infecciones de bacteria o virus, como el SARS-CoV-2. Foto: Pau Barrena / AFP
La parosmia es una afección frecuente en personas con tabaquismo, enfermedades neurológicas o infecciones de bacteria o virus, como el SARS-CoV-2. Foto: Pau Barrena / AFP

Desde el inicio de la pandemia se conoce que la infección de COVID-19 deja múltiples secuelas persistentes en los convalecientes. Una de ellas es la parosmia, que causa que muchos olores —incluso aquellos que antes eran agradables— resulten ahora insoportables y también repugnantes al gusto.

La distorsión del sentido se debe a daños en las neuronas olfativas. Estas se ubican dentro de nuestra cavidad nasal y conducen señales eléctricas a nuestro cerebro para que sean interpretadas según su composición química. Entonces, si ese conducto es dañado, el sentido se ve alterado.

Como la parosmia no es una secuela muy prevalente, muchos lo han malinterpretado como un síntoma leve; sin embargo, los científicos enfatizan que dicho trastorno sí repercute significativamente en la vida cotidiana de las personas.

Pérdida del olfato COVID-19

La disfunción olfativa, un síntoma neurológico de la COVID-19, puede acarrear cambios del hábito alimenticio incluso un año después del contagio. Foto: Angela Weiss / AFP

Por ejemplo, la percepción desagradable de muchas comidas —por más deliciosas que sean— puede causar pérdida de apetito o ganas de vomitar durante meses, señaló a The Guardian Duik Burge Watson, doctora de la Universidad de Newcastle e investigadora de casos de parosmia durante la pandemia.

No obstante, también hay otras personas que “comienzan a comer en exceso, porque su sentido del olfato alterado los hace sentir insatisfechos después de las comidas”, declaró la especialista.

Watson es autora de un estudio que recoge distintas experiencias de parosmia difundidas en un grupo de apoyo llamado Abscent Covid-19 Smell Taste and Loss. En dicha comunidad, algunos aseveran que algunos aromas incluso son percibidos como “heces” o “alimentos podridos”. Entre los casos más raros reportados, según Watson, está el de una paciente cuya parosmia surgía con el olor del aire fresco.

En una entrevista con CNN, Ana Karen Weinberg, una joven con parosmia, declaró que los olores son similares a “una combinación de agua estancada, con olor a caño y un animal muerto” y que “hasta la pasta de dientes, el champú, el desodorante olían y sabían asquerosos”.

También es frecuente una percepción distorsionada de nuestro olor corporal y del ajeno. Esto “puede conducir a una pérdida de la intimidad social, ya sea por el miedo de estar en compañía de otros o porque la compañía de los demás desencadena tu parosmia”, declaró Watson al medio británico.

Hasta la fecha no existe ningún tratamiento contra la parosmia, pero se recomienda que los pacientes hagan una lista con todos los olores que desencadenan este trastorno para así procurar evitarlo o encontrar otras alternativas.

La mayoría de los casos de parosmia, señala un estudio preliminar, se presentan en pacientes que perdieron este sentido durante el curso de la enfermedad, pero su intensidad, tiempo de aparición y duración son muy variables entre una persona a otra.

Cabe destacar que la parosmia no es una afección nueva. Según Healthline, un portal especializado en salud, la mayoría de las personas que la padecen tienen antecedentes de tabaquismo, lesiones craneales, enfermedades neurológicas o infecciones de bacterias o virus que dañan las vías respiratorias superiores, como es el caso del SARS-CoV-2.