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Juan Loo Guimet, el peruano que arriesga su vida todos los días al descender un acantilado para ir a pescar

¡No hay lugar para el miedo! Con una soga y un palo de caña, Juan desciende los peligrosos acantilados de la costa del Perú para llevar a su casa pescados y mariscos frescos. Conoce la increíble historia de este peruano.

Juan Loo Guimet atraviesa el desierto de Huarmey para descender los peligrosos acantilados en búsqueda de mariscos frescos. Foto: composición LR/captura YouTube/Dw Documental
Juan Loo Guimet atraviesa el desierto de Huarmey para descender los peligrosos acantilados en búsqueda de mariscos frescos. Foto: composición LR/captura YouTube/Dw Documental

En la provincia de Huarmey, al extremo sur de Áncash, vive Juan Loo Guimet, un joven pescador que, a sus 33 años, arriesga su vida todos los días al escalar los vertiginosos acantilados que hay en la zona. Con tan solo una soga y un palo de caña, Purunga, nombre con el que suelen llamarlo en su comunidad, desciende por enormes macizos de rocas de más de 100 metros de altura para llevar a casa pescados y mariscos frescos. A pesar de que esta arriesgada hazaña ha costado la vida de varias personas en la localidad, el peruano es uno de los pocos pescadores que se atreven a dejar al azar su suerte.

"Lo que vivimos al bajar (los acantilados) es la pura adrenalina al 100%. El vértigo tremendo de sentir las cuerdas en las manos y bajar con todo eso. Sin miedo y sin mirar abajo para poder llegar al destino (...) Poca gente se atreve a bajar estos acantilados. Hay que tener el corazón bien frío", señaló Juan Loo Guimet en el documental ‘Entre el desierto y el océano Pacífico’.

Descender para sobrevivir: conoce la historia de Juan Loo Guimet

Entre el medio del desierto y el océano Pacífico se encuentran los más peligrosos acantilados de Huarmey. Este punto medio es el lugar de trabajo de Juan Loo Guimet. El día a día este joven pescador empieza muy temprano por las mañanas. A bordo de su moto y con sus implementos para descender, se dirige a uno de los barrancos que mejor estructura le proporcione para crear su camino cuesta abajo.

Tras clavar dos estacas de fierro al borde del precipicio y amarrar la soga al palo de caña, Juan se dispone a bajar por los enormes macizos de rocas. Para evitar riesgos, debe dejar atrás los problemas y concentrarse al máximo en su tarea.

 Juan Loo Guimet, desciende el acantilado usando solo una soga y un palo de caña. Foto: captura YouTube/DW Documental

Juan Loo Guimet, desciende el acantilado usando solo una soga y un palo de caña. Foto: captura YouTube/DW Documental

"Para bajar el acantilado tu mente debe estar tranquila, libre de problemas. Te arriesgas si bajas pensando en las cosas de la ciudad. (...) Es una costumbre que ya por años hemos adoptado (los pescadores). Sueltas la caña, botas la soga y empiezas a bajar. Así como los ciclistas cogen su bicicleta, nosotros amarramos nuestra cuerda y ya está (...) Con 100 metros de vacío bajo tus pies no hay lugar para el miedo", comentó.

"Todos piensan que vamos en búsqueda de un tesoro o cosas valiosas (cuando bajamos los acantilados), pero para nosotros lo valioso es el marisco que extraemos. Ese es como el oro para nosotros, porque es nuestro sustento, nuestro trabajo. Ese es nuestro verdadero tesoro", añadió

 Juan Loo Guimet, el peruano que arriesga su vida todos los días al descender un acantilado para ir a pescar. Foto: captura YouTube/DW Documental

Juan Loo Guimet, el peruano que arriesga su vida todos los días al descender un acantilado para ir a pescar. Foto: captura YouTube/DW Documental

Aunque no siempre logra conseguir pescar los mariscos debido a los fuertes oleajes, Juan sabe que al día siguiente regresará para volver a descender el peligroso abismo.