
La selva escondida en desierto de Lima: mujer ayacuchana crea oasis verde con más de 100 especies en SJL
Este espacio de 4.000 m² alberga más de cien especies de plantas y mejora las condiciones ambientales en un distrito de 1,2 millones de habitantes.
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En el corazón de San Juan de Lurigancho, un frondoso bosque cultivado por una indígena migrante transforma el paisaje árido de Lima. Esther Rodríguez, a sus 85 años, ha creado un refugio ecológico que no solo embellece la ciudad, sino que también ofrece beneficios ambientales.
Este singular espacio, conocido como la "selva escondida", se extiende por 4.000 m² y alberga más de cien especies de plantas, incluyendo árboles frutales y medicinales. La historia de Esther es un testimonio de resiliencia y amor por la naturaleza, que comenzó en la década de los ochenta, cuando llegó a Lima huyendo del conflicto armado en su natal Ayacucho.
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Un refugio en medio de la adversidad
La iniciativa de Esther no solo ha revitalizado su entorno, sino que también ha inspirado a otros a valorar la importancia de la conservación en una de las ciudades más contaminadas de América Latina. Este oasis se ha convertido en un punto de referencia para la comunidad, ofreciendo un espacio de aprendizaje y conexión con la naturaleza.
Esther Rodríguez llegó a Lima en busca de un nuevo comienzo, dejando atrás su hogar en Ayacucho. Con determinación, comenzó a cultivar su terreno rocoso, creando un espacio verde en un barrio marcado por la pobreza y la contaminación. "Me gusta vivir rodeada de mis plantas", afirma con una sonrisa, reflejando su conexión con la naturaleza.
Un microclima en la capital
La "selva escondida" no solo es un refugio personal, sino que también ha creado un microclima en Lima, mejorando las condiciones ambientales en un distrito con 1,2 millones de habitantes. Este bosque urbano regula la temperatura y la humedad, contribuyendo a la salud de la comunidad, especialmente en una zona donde las enfermedades respiratorias son comunes.
La labor de Esther ha sido continuada por sus hijos, quienes gestionan y mantienen este oasis. Desde 2020, el lugar ha abierto sus puertas al público, recibiendo visitantes que buscan aprender sobre la importancia de la conservación. "Queremos que este lugar sea una fuente de inspiración", comenta una de sus hijas, destacando el impacto positivo que ha tenido en la comunidad.
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Beneficios ecológicos y turísticos
Más allá de su atractivo turístico, la "selva escondida" ofrece beneficios ecológicos significativos. Según Fernando Regalo, ingeniero forestal de la ONG Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sustentable, este bosque ayuda a regular el clima y mejora las condiciones sanitarias en la zona. La iniciativa ha revitalizado el área, creando senderos y mejorando el riego, lo que ha permitido que más personas se conecten con la naturaleza.
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