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Sociedad

Arequipa: colegio Sophianum no inscribió en AFP a trabajador y lo dejó sin pensión

Indolencia. Jonathan Mirabal es venezolano, trabajador formal del colegio Sagrado Corazón de Arequipa. En setiembre de 2018, murió en un accidente. Cuando la familia quiso tramitar el seguro para acceder a la pensión, se lo negaron por culpa del empleador que no hizo los aportes.

Por: Roberth Orihuela

Un pasaje del antiguo testamento de la biblia católica, (libro de Zacarias) dice: “Juzguen con verdadera justicia (...) No opriman a viudas ni huérfanos, ni a los extranjeros ni pobres “. Un versículo que los representantes del colegio Sagrado Corazón Sophianum deberían tener presente para el caso de Jonathan Mirabal Zambrano y su familia, todos ellos de nacionalidad venezolana.

Mirabal trabajaba en este colegio situado en Arequipa. Hace más de tres años murió y no pudo dejar a su esposa e hijo una pensión que los proteja. Ambos piden que se les reconozca los derechos negados por una aparente negligencia administrativa de esta institución educativa.

Liliana Contreras Méndez, la viuda, aún recuerda con alegría a Jonathan. Cuando habla de él se le nota. “Era alto, moreno y atlético. Era basquetbolista profesional en un club de Caracas, además jefe en la zona educativa (Homologación de las Ugeles) de los profesores de Educación Física”, dice.

Por la crisis venezolana, en 2016, emigró hacia Mendoza, Argentina. “Luego lo seguimos nosotros en 2017. Pero la situación allá era muy difícil y una amiga le contó a Jonathan que en Arequipa un colegio quería armar un buen plantel deportivo y estaban en busca de profesores para diversas disciplinas. No lo pensamos mucho y llegamos el 9 de enero del 2018″, cuenta la viuda.

Liliana y su hijo Gabriel viven hoy en un espacio alquilado de dos habitaciones (Alto Selva Alegre). Nos invita a pasar a la primera, que hace de cocina, sala y comedor a la vez. Allí tiene los pocos electrodomésticos que le quedaron tras vender varios durante la pandemia del COVID-19.

El colegio Sagrado Corazón Sophianum, de señoritas, empleó a Jonathan. Su contrato inició el 01 de marzo de 2018. De acuerdo a sus boletas de pago, al ciudadano extranjero —que tenía condición completamente legal en el país—, se le pagaba S/ 1.872 mensuales. Pero de allí se le hacían los descuentos para su pensión de AFP, los cuales sumaban S/ 216 en promedio.

Fatalidad

Estaban bien en Arequipa. Liliana también encontró trabajo en un colegio inicial.

Hasta que el destino dejó de sonreírles el 17 de junio de 2018. Ese día, Jonathan salió muy temprano de la casa. Iba a un torneo de basquetbol que organizaban en el Coliseo Arequipa “Ese día me dijo que volvería temprano. Yo estaba preparando el almuerzo por el Día del Padre. Pasado el mediodía me llamaron diciendo que Jonathan estaba en el Hospital Goyeneche. Pensé que era algo simple y que iría solo a recogerlo”, añade mientras las lágrimas se deslizan por su rostro.

Encontró a su esposo entubado y convulsionando. De acuerdo a la versión de sus amigos había sufrido un paro cardiaco y al caer se golpeó la cabeza. El evento deportivo no contaba con paramédicos, lo que hizo que demoren los primeros auxilios. “Le faltó oxígeno por varios minutos, hasta que la ambulancia llegó. En el hospital lo estabilizaron pero seguía sufriendo convulsiones y otro paro cardiaco”, narra Liliana.

Cuando hicieron el traslado a EsSalud, se dieron con la sorpresa que no estaba inscrito a pesar de estar en planilla. En el colegio no dieron razón. “Algunos médicos, que conocían a mi esposo, nos ayudaron a ingresarlo por emergencia. Allí lo trataron y luego lo pasaron a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) donde estuvo tres meses luchando por su vida, pero todo fue en vano. Murió el 21 de setiembre de 2018″, añade Liliana.

Tras la muerte del esposo empezó el vía crucis

Una trabajadora de la AFP le explicó a Liliana que debían iniciar los trámites para su pensión. Le pidieron boletas, contrato y otros documentos. El Comité Médico de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFPs (COMAFP), determinó que no se podía entregar ninguna pensión porque Jonathan tampoco fue inscrito en la AFP. Su empleador, increíblemente, lo hizo recién en julio de 2018, tres semanas después del accidente a pesar que le hacían el descuento mensual.

Si Jonathan hubiese estado afiliado habría accedido a un seguro para garantizar la pensión a la familia. Cuando el colegio lo inscribió ya tenía una “enfermedad preexistente” que no es cubierta por el seguro.

¿Quién propició la negligencia? La abogada de los deudos, Mariela Díaz Alemán, señala que fueron los trabajadores administrativos del colegio Sagrado Corazón Sophianum. La letrada y la viuda trataron de conciliar con la directora, Silvana León Orbegoso. No hay acuerdo hasta ahora.

Ante la negativa, iniciaron una conciliación extrajudicial. “Es que yo también estudié en un colegio católico en Venezuela y tenía la esperanza de que las hermanas se apiaden y se solidaricen con mi situación. Pero nada de eso pasó, todo lo contrario”, cuenta. De acuerdo con la simulación hecha por la abogada junto a la AFP, el colegio debería pagar una suma de US $ 96.163 para que la viuda y el huérfano reciban la pensión que les debía corresponder si es que el colegio hubiese pagado desde un principio. Sin embargo, explica la abogada, el colegio les ofreció US $ 10 mil, y pagados en cuotas mensuales por varios años. Algo que fue rechazado de plano.

“No les pedimos una limosna, solo lo que por ley le debió corresponder a mi esposo. Ellos hacían los descuentos todos los meses pero no hicieron el pago ni a EsSalud ni a la AFP. Es por la negligencia del colegio que estamos sufriendo nosotros”, finaliza.

No hay respuesta

La República intentó comunicarse con los representantes del colegio Sagrado Corazón Sophianum. Acudimos a sus instalaciones ubicadas en la avenida Aviación y nos pidieron una carta solicitando formalmente la entrevista. El documento se presentó el pasado 14 de marzo, pero hasta ahora no hay respuesta. También se intentó comunicación a través de dos teléfonos que proporcionó la señora Liliana Contreras, y que pertenecen a la hermana directora Silvana León, pero tampoco contestaron.