Pasan al retiro a Harvey Colchado, coronel encargado de allanamiento de casa de Boluarte
Sociedad

Ollantaytambo: fierro y cemento en la última ciudad inca

Atentado. Construcciones ilegales se incrementaron en pandemia y amenazan la preservación del parque arqueológico de Ollantaytambo. Urge una intervención más enérgica para acabar con atentados a la cultura.

Cusco. Fue el último refugio inca en la conquista española. Postales actuales muestran su andenería y construcciones de piedra, sello del imperio incaico. Sin embargo, esas imágenes imponentes son ciertamente mentirosas, en la realidad son sustituidas por la modernidad. Ladrillo, fierro y cemento reemplazan a las enormes piezas líticas talladas finamente por los incas. Un atentado grave al patrimonio de la nación.

La edificación de viviendas modernas no cuenta con la autorización de la Dirección de Cultura, requisito obligatorio. La última ciudad inca viviente, ubicada en la provincia cusqueña de Urubamba, se encuentra en riesgo. Ollantaytambo está a 80 kilómetros de Cusco, paso obligado para llegar a Machupicchu.

La directora de la entidad cultural, Magda Mateus, informó que estos problemas datan de años. Se agudizaron en los meses de la emergencia sanitaria por la COVID 19. La falta de fiscalización alentó el afán constructor de los propietarios.

Las denuncias se repiten en varios sitios incas del Valle Sagrado de los Incas.

La construcción de casas de dos y tres niveles en fierro y cemento están prohibidas en zonas intangibles. En Ollantaytambo, se hacen sin reparos. La Comisión de Juristas del Cusco presentó esta denuncia ante el Ministerio de Cultura para declarar en emergencia el parque arqueológico.

Según su representante, Heraclio Cereceda, se retiran los muros líticos de la noche a la mañana y ponen construcciones de fierro y cemento. “Sobre andenes o muros incas se colocan construcciones modernas sin autorización”, precisó. Una gran parte de estas edificaciones clandestinas se destinan al comercio.

Cereceda señaló que las construcciones inician con trabajos previos como excavaciones que alteran andenes incas, muros prehispánicos y canales de riego incas en el pueblo denominado Qosqo Ayllu, ubicado al pie de la fortaleza de Ollantaytambo. También se habrían detectado invasiones, daños a bienes, huaqueos y pintas.

La vulneración fue confirmada por el Frente de Defensa de Ollantaytambo. Su presidente Andrés Bravo Pinedo, lamentó el descuido de las autoridades ediles. Dijo que se perdió la conciencia del cuidado del patrimonio.

Para Bravo, la solución radica en la elaboración de un Plan Maestro actualizado acorde al crecimiento demográfico y las necesidades de saneamiento. “A veces se acude a Cultura y, ante un rotundo no, para cualquier edificación, se opta por hacerlo clandestinamente”, explicó.

El parque arqueológico de Ollantaytambo tiene un área de 34 800 hectáreas. Lo declararon patrimonio cultural de la Nación en el 2002. Fue considerada oficialmente como una ciudad inca viviente por su reconocido valor arqueológico, así como por conservar las costumbres y manifestaciones culturales de la civilización incaica. Sus calles empedradas y canales de agua mantienen la arquitectura incaica.

Limitaciones de Cultura

Cultura no ha tenido una reacción enérgica ante los atentados. El incremento poblacional y la creación de asociaciones pro vivienda fortalecen las invasiones a espacios patrimoniales. La tarea de fiscalización debe ser compartida también con la municipalidad distrital de Ollantaytambo.

La directora de Cultura informó de cientos de procesos penales por infracción al patrimonio, pero que éstos se hacen eternos y poco efectivos. Se requieren más normas que respalden su accionar y presupuesto para más fiscalizadores. Por lo pronto, la creación de una fiscalía de patrimonio podría ser la luz. Se espera que esta instancia funcione en marzo o abril.