Sociedad

Siete asesinados por sicarios en menos de una semana en Lima

Inseguridad. Dos extranjeros fueron acribillados por sujetos en Ate y el Callao. Asesinos usaron motos. Vecinos del primer puerto piden retorno de militares. ¿Dónde está el ministro del Interior?

Crímenes. En los primeros cinco meses del 2020 hubo 114 asesinatos por encargo en Lima. Foto: difusión
Crímenes. En los primeros cinco meses del 2020 hubo 114 asesinatos por encargo en Lima. Foto: difusión

Fue una semana en la que hubo siete muertes violentas. Todas ellas por sicariato. Y aunque hay operativos e intervenciones en muchas zonas de Lima y Callao, los crímenes no cesan. Incluso, los asesinos no tienen temor de disparar, a plena luz del día, en medio de civiles o de afectar a inocentes que están o pasan junto a sus blancos.

La madrugada de ayer dos extranjeros fueron ejecutados a balazos en Ate y el Callao, por sujetos que se desplazaban armados, en motocicletas.

El primero de ellos fue victimado en la avenida 26 de Mayo, en la asociación Las Palmeras. Allí, el ciudadano venezolano Yohany José Mercado Quevedo, de 29 años, fue interceptado por dos sujetos en una moto.

Los 27 casquillos de bala hallados alrededor de la víctima que se desempeñaba como mototaxista son prueba de la ferocidad del ataque. Una mujer, que dijo ser su pareja, dijo que el joven deja tres hijos huérfanos.

Víctima. Yohany José Mercado Quevedo acribillado en Ate. Foto: difusión

Yohany Mercado Quevedo

Horas antes, en la urbanización Santa Rosa, en el Callao, el también venezolano Armando Israel Villa Varela, de 28 años, murió impactado por un tiro en el corazón cuando caminaba por la calle Las Colinas.

Testigos revelaron que el joven era perseguido por dos sujetos en moto. “Golpeó la puerta de una casa, pero no le abrieron”, dijo un vecino. El joven nació en Caracas, pero tenía la nacionalidad peruana. Tres días antes había cumplido años.

Esta semana también fue victimado un hombre, en la puerta de una discoteca ubicada en la cuadra 5 de la avenida Germán Aguirre, en San Martín de Porres; mientras que en el óvalo Chocano, en el asentamiento humano San Juan de Amancaes, Rímac, el taxista Amílcar García fue atacado a balazos por dos individuos que escaparon en una moto lineal.

A ellos se suman las tres personas que el 13 de octubre fueron asesinadas bajo esta modalidad en Los Olivos.

Los crímenes no cesan

Para algunos expertos en criminología, estos asesinatos por encargo ahora se han extendido a las calles de manera agresiva.

En el Callao, los vecinos volvieron a manifestar que se declare el estado de emergencia por la ola de asaltos y asesinatos. Incluso un grupo de ellos realizó un plantón en el cuartel policial Alipio Ponce. Y es que ellos aseguran que en lo que va del año se han reportado unos 250 asesinatos en la región.

Solo en los primeros cinco meses de este año, la Policía había registrado 114 crímenes por encargo en Lima metropolitana. El año pasado hubo 447 homicidios, de los cuales el 31% fue por sicariato.

En el mismo periodo, en el Callao, se registraron 127 homicidios, pero el 45% fue cometido por delincuentes a sueldo.

En muchos casos, dicen los policías, los sicarios en Lima y Callao pueden pasar entre dos y tres meses preparándose para un ‘trabajo’, según contó un joven ‘gatillero’ que fue capturado por la División de Homicidios.

El mismo criminal cuenta que un ‘trabajo’ puede costar entre 150, 500, 5.000 o 10.000 dólares. Depende de la víctima. También se ha informado que las redes de sicarios tienen acceso a armas de alto calibre y sofisticadas motocicletas.

Este aumento en los homicidios por sicariato plantea un dilema. ¿Cuál será el papel del nuevo ministro del Interior, Luis Barranzuela?

Venganza y control de territorios

Para la División de Homicidios, los distritos con más crímenes por sicariato son San Juan de Lurigancho, Comas, Los Olivos, San Martín de Porres, Villa El Salvador y Carabayllo; además del Callao.

La mayoría de estos crímenes por encargo tiene como móvil la venganza o ataques entre organizaciones criminales que se disputan el control de territorios y la venta de drogas o delitos de extorsión, invasión de terrenos y las obras de construcción. También por ajuste de cuentas entre pandillas.