El costo de la violencia machista: hay 23 víctimas de feminicidio en lo que va del año
Este 8 de marzo es necesario reflexionar sobre las mujeres asesinadas a causa de la violencia de género. Perú es un país en el que, muchas veces, la muerte está “justificada”, en el que se culpa a las víctimas pero no al agresor. ¿Por qué urge desafiar al machismo?
Dolor, búsqueda y muerte. Blanca, de 41 años, fue encontrada enterrada en una fosa de la vivienda de su pareja, ubicada en Ventanilla, apenas dos días después de ser reportada como desaparecida en pleno Día de San Valentín. Marco Antonio Rodríguez Siccha, el principal sospechoso y ahora asesino confeso, estuvo prófugo, escondido por 18 días hasta que fue capturado. Al ser interrogado por el crimen, apenas atinó a decir “no lo recuerdo”.
Blanca es una de las 23 víctimas de feminicidio en lo que va del 2021, según reporte de la Adjuntía por los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo. Además, otras 17 mujeres fueron atacadas por sus parejas con la intención de matarlas.
Estos crímenes de odio, además, dejaron en la orfandad a 15 niñas, niños y adolescentes que deben lidiar con el dolor de perder a sus madres y que sus padres sean los asesinos.
8M y la deuda de la justicia con las mujeres
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer en el que se conmemora la lucha que miles de ellas emprendieron contra la desigualdad y la discriminación por razones de género, vale cuestionar por qué en el Perú se siguen perpetrando estos crímenes que dejan familias desoladas que deben luchar durante años para alcanzar justicia, padecer la revictimización y la violencia institucional del sistema de justicia. Sus historias están marcadas por dolor, pero también por la valentía.
Un ejemplo de ello es Carmen Mendoza, una madre de 57 años que batalló por año y medio para que José Luis Falcón, asesino confeso de su hija Estefanny Flores, sea condenado a cadena perpetua, pues atacó con ensañamiento a la joven estudiante de 20 años. El sujeto, luego de asesinarla fue a una comisaría de Los Olivos y se entregó.
“Él reconoce que la mató, la golpeó, pero dice que no había crueldad ni alevosía. Pero a mi hija la encontré amarrada, maniatada, luego la metió en una maleta y en un costal de rafia para esconderla. ¿Acaso eso no es cruel?”, reclamaba e imploraba esta madre, pero no era escuchada.
Finalmente, luego de protestas, pedidos de celeridad del proceso judicial y demandas agotadoras, José Luis Falcón Gutierrez (30) fue condenado a 30 años de prisión en julio del año pasado. ¿Por qué el sistema judicial tardó tanto si él ya había reconocido su crimen desde el primer momento?
“¿Por qué se nos maltrata a las familias, por qué tenemos que soportar esto, no ven nuestro dolor nuestro sufrimiento? Desde el día que mi hija está muerta, esta herida no la puedo cerrar. Esta sociedad nos maltrata, nos margina por ser mujeres”, reclamaba, en su dolor, Carmen.
Un caso como este es un ejemplo de la lentitud del aparato de justicia, de la prolongación del dolor que padecen los deudos y por el que muchas víctimas de agresiones aún desconfían.
Precisamente, la Defensoría del Pueblo contabiliza que en el 2020 el Poder Judicial apenas emitió cuatro sentencias por casos de feminicidios ocurridos en ese mismo año. Un año en el que la violencia machista arrebató la vida de 131 mujeres (6 de ellas eran gestantes y 19 eran menores de edad), según los datos del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Una sociedad que culpa a las víctimas
Erika Anchante, comisionada de la Adjuntía por los Derechos de las Mujeres, señala que en el Perú existe una cultura machista que responsabiliza a las mujeres por la violencia que padecen.
“Todavía seguimos responsabilizando y culpando a las mujeres de lo que les ocurre. A la víctima de violencia se le increpa que ‘la mujer se lo ha buscado’ o ‘por qué no dejan a sus agresores’ sin tomar en cuenta que persiste el problema de la dependencia económica o emocional. La sociedad las continúa responsabilizando de los hechos de violencia, tenemos una cultura machista que todavía no permite erradicar ese tipo de pensamientos de nuestra sociedad”, explica la especialista.
Este señalamiento a las víctimas permite entender el manto de impunidad que existe en torno a la violencia de género, más aún cuando en el país al menos el 63,2% de las mujeres de 15 a 49 años de edad sufrieron algún tipo de violencia psicológica, física o sexual por parte del esposo o compañero, según los resultados de la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES).
Pese a que 6 de cada 10 fueron agraviadas en algún momento de sus vidas, la tolerancia social de la violencia hacia las mujeres alcanza al 58,9% de la población, de acuerdo a Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (ENARES 2019) del INEI. Un porcentaje que, además, va en aumento.
Índice de tolerancia social de la violencia contra las mujeres va en ascenso. Foto: captura/ENARES INEI
Entre las principales creencias erróneas y dañinas están que “si la mujer falta el respeto a su esposo merece castigo”, “la mujer debe estar dispuesta a tener relaciones sexuales cuando su pareja lo desee” y que el “varón cela a su esposa o pareja porque así demuestra que la ama”.
Estas afirmaciones alarmantes promueven el machismo y lo perpetúan.
¿Cómo enfrentar el machismo y ayudar a las víctimas?
En el 2020, 235.791 víctimas de violencia buscaron ayuda en la Línea 100 del MIMP, de estas, el 75% eran mujeres. Mientras que en los Centros de Emergencia Mujer se atendieron a 114.495 víctimas de violencia psicológica, física o sexual.
Ellas buscaron ayuda para escapar del ciclo de violencia; sin embargo, hay muchas que no logran pedir ayuda por temor a sus agresores, desconfianza en el sistema de justicia o no saber a dónde acudir.
De acuerdo al ENARES del 2019, el 38,7% de las mujeres buscaron ayuda solo entre alguna persona cercana como madres o amigos. Además, el 39,8% prefirió resolverlo sola y el 23,3% no dio alerta a nadie por vergüenza.
Solo el 19% buscó ayuda institucional, principalmente en comisarías. Ahora bien, de este porcentaje una gran parte no formuló una denuncia porque —según los datos de la encuesta— no les aceptaron la denuncia, el agresor les dijo que iba a cambiar o las asustaron diciendo que el trámite sería largo.
Solo el 19,2% de víctimas de violencia psicológica, física o sexual buscaron ayuda en una institución. Foto: captura/INEI
“Tenemos un sistema que no es muy amigable para víctimas, ellas difícilmente van a confiar en las autoridades y van a querer interponer sus denuncias y solicitar ayuda. Justamente eso reafirma que de la cifra de feminicidios son muy raros los casos en los cuales existían denuncias previas o medidas de protección”, explica sobre este panorama Erika Anchante.
“El feminicidio es el último el escalón de violencia, quiere decir que antes hubo episodios de violencia física, psicológica o de otra índole los cuales la víctima no ha denunciado. Eso ha permitido o favorecido que se produzca la muerte de la víctima”, añade.
¿Qué hacer ante la impunidad?
Según la especialista de la Defensoría urge fortalecer a las instituciones como el Sistema Especializado de Justicia de Género, además de sensibilizar a los operadores de justicia del Ministerio Público, Poder Judicial y Policía Nacional.
“Se debe capacitar y sensibilizar a los operadores de justicia para que brinden un buen trato a las víctimas y se pongan en el lugar de ellas, que se deje de ver a las personas como si fueran expedientes o como carga procesal, que en realidad son mujeres pidiendo ayuda”
En esa línea, Patricia Garrido, del Programa Aurora del Ministerio de la Mujer, también indica que la desconfianza en las instituciones también está marcada por la afectación emocional que padecen las víctimas.
“La afectación no permite que la mujer reconozca que se encuentra en una situación de violencia y tampoco mide el riesgo en el que se encuentre. Son víctimas que se encuentran inmersas en el ciclo de la violencia, hoy sucede el hecho de violencia, mañana me pide perdón, sucede el periodo de la luna de miel, les hacen creer que las cosas van a mejorar hasta que las agresiones se presentan nuevamente”, señala.
“El mensaje que tenemos que dar es que la violencia no va a cesar por sí sola. Él no va a cambiar si no recibe ayuda. Las víctimas muchas veces tienen esta afectación, esta dependencia, esta normalización porque muchas han crecido en hogares con violencia, donde han visto o han sido víctimas y llegan a un lugar donde las agreden. Entonces, difícilmente van a tener estos mecanismos o recursos emocionales para hacer frente esta situación”, indica. Por ello, precisa que es necesario trabajar en la prevención.
Garrido señala que es necesario que las mujeres sepan cuáles son las instituciones que las pueden ayudar cuando sus vidas peligran. “Debemos trabajar para que las víctimas identifiquen dónde pueden acudir, estén bien informadas sobre los servicios que las pueden auxiliar”.
Señala que actualmente hay 170 Centros de Emergencia Mujer que funcionan en comisarías (recordemos que es la principal institución a la que las víctimas solicitan ayuda) a fin de brindar una respuesta articulada y que dé apoyo psicológico, legal y emocional a las mujeres que buscan escapar de la violencia de sus parejas.
Si la justicia puede tardar en llegar ¿qué mensaje se da a los asesinos y a las víctimas? ¿Qué hacer entonces?
Según Anchante, urge trabajar la prevención de la violencia desde las edades más tempranas.
“Desde las escuelas se debe brindar un mensaje contundente sobre respeto de los derechos de las mujeres, sobre la igualdad, la no discriminación. Solo de esa manera vamos a erradicar de nuestra sociedad esa cultura machista”, enfatiza.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos que tiene su origen en la desigualdad de género y 1 de cada 3 mujeres en todo el mundo ha sido víctima de violencia física o sexual por parte de su pareja. Una hermana, una madre, una amiga, todas ellas lo padecieron.
Así que este 8M no es día de celebración, sino de lucha y reflexión por las que ya no están, por las voces que fueron apagadas. Ni una menos.
Canales de ayuda
Recuerde, si usted ha sido o conoce a alguien que ha sido afectada o involucrada en hechos de violencia familiar o sexual, puede comunicarse de manera gratuita a la Línea 100 del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, que cuenta con un equipo especializado en “brindar información, orientación y soporte emocional”.
Además, la Línea 100 tiene la facultad de derivar los casos de violencia familiar o sexual más graves a los Centros de Emergencia Mujer o al Servicio de Atención Urgente. Este servicio atiende las 24 horas, todos los días del año (incluye feriados).