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Sociedad

La historia no contada de las víctimas de la discoteca Thomas

¿Quiénes eran? Algunas tenían planes para salir del país y así cambiar su destino o edificar un lugar donde residir independientemente, otras eran madres solteras con niños pequeños que preferían convivir con sus padres o familiares. A continuación, los perfiles de quienes perdieron sus vidas en el Thomas.

La llamada fatal se registró a las 8 de la noche del viernes 22 de agosto. Fiorella Rioja Santos respondió rápidamente porque se trataba de una amiga de toda la vida, Liz Yoselyn Melosevich Huanca. “¿Qué estás haciendo? Estoy en la discoteca Thomas junto con Alison”, le dijo Liz Melosevich. Alison Montañez Sudario era parte del trío de inseparables. Fiorella Rioja no dudó en sumarse a la fiesta. Las tres nunca más regresaron vivas a sus casas.

El 30 de diciembre, Fiorella Rioja iba a cumplir 23 años. La mayor era Liz Melosevich, que había planeado celebrar sus 27 años el 29 de octubre. El último 21 de junio, Alison Montañez alcanzó los 24 años. De acuerdo con el DNI de cada una, todas habían nacido en Comas. Fiorella Rioja, la más joven de todas, fue a la última que llamaron Liz Melosevich y Alison Montañez.

Alison

Seguidora del chichero Chacalón Jr., del melódico Romeo Santos y de los reguetoneros de moda, Alison Montañez, no obstante su juventud, afrontaba una vida difícil en gran parte como resultado de sus propias decisiones. Vivía en la urbanización Santa Luzmila, en Comas, junto con su hermana de 21 años. Ambas se hacían cargo de la manutención de una hermana menor y de Maylsonn, el hijo de 4 años de Alison. Vendía ocasionalmente ropa para alimentarse.

El año 2018 fue fatal para Alison Montañez y su familia. En mayo, perdió a su mamá, Margarita Sudario, y cinco meses después, en octubre, a su pareja, Santiago Valverde. El padre de su hijo murió abatido por la Policía luego de haber participado en el asalto y secuestro de una pareja. Casi dos años después, la propia Alison Montañez apareció en las noticias policiales como una de las víctimas del desborde de la discoteca Thomas. Incluso el día de sus funerales causó escándalo que sus amigas subidas sobre los nichos se contornearan al ritmo de un pegajoso reguetón. Eran sus amigos de juerga, dice su familia.

Fue Liz Yoselyn Melosevich quien la llamó en la noche mortal. A la amiga, compañera, cómplice de aventuras, no le podía negar la invitación. Sin saberlo, sellaron su destino final. El último paradero de sus vidas.

Liz Yoselyn

La vida de Liz Yoselyn Melosevich Huanca, repleta de episodios trágicos, separaciones dolorosas y sueños frustrados, no es muy diferente en comparación con la que tuvieron sus amigas y las demás víctimas de la discoteca Thomas.

Liz Melosevich había planeado viajar en enero próximo a Nueva Jersey, en Estados Unidos, en compañía de su hija Joselyn, de cuatro años. Hace medio año su padre, José Melosevich Briceño, regresó a Lima para visitarla junto con su nueva pareja. Ambos la convencieron, a tal punto que se matriculó en una escuela de manejo para que en el otro país se movilizara con libertad. Su papá quería darle una mano porque en el 2016, Alexandre Muro Jiménez, padre de Joselyn, murió atropellado por un tráiler una semana antes de que la niña cumpliera un año. Liz Melosevich era viuda.

Quiso rehacer su vida y viajó a Argentina, donde se encontraba su madre trabajando, pero no se acostumbró y retornó a Lima para vivir en casa de sus tíos maternos. Había recibido la invitación de su padre para viajar, tomó clases de manejo. La idea era partir en el 2021... Hasta que decidió acompañar a su amiga Alison Montañez a la discoteca Thomas. De donde no saldría viva. Como otras 11 muchachas y un muchacho de la misma generación. Como Fiorella Rioja Santos.

Fiorella

Alegre y vanidosa, así era Fiorella Rioja Santos. Había dejado la carrera de Obstetricia en la Universidad Privada del Norte para replantear su futuro. La carrera no la terminó de convencer y evaluaba cambiarse a Fisioterapia. Mientras eso se resolvía, ayudaba en el negocio de sus padres. Era de las chicas que nunca salía a la calle sin arreglarse. Apegada a estar en familia, tenía planes de abrir un negocio de ropa y calzado. Era cariñosa con sus padres y abuelos, y con sus hermanos Renato y Renzo era muy protectora. La noche del incidente salió de su casa al llamado de Liz Melosevich. Antes de abandonar su vivienda le dijo a su abuelo materno, Papi Julio, que regresaría rápido. Perdió la vida junto a sus dos mejores amigas.

Sandra

Hacía poco, el 21 de julio, que Sandra Peña Osco, nacida en Comas, había cumplido 24 años. Estaba ilusionada con construir su vivienda en el terreno que su madre le cedió en la casa de sus abuelos para que viviera con Dicon, su niño de 3 años. Como la mayoría de las fallecidas en la discoteca Thomas, era madre soltera.

Pese a sus esfuerzos, Sandra Peña no conseguía independizarse, por lo que continuaba viviendo en la casa de sus padres, en el asentamiento humano Año Nuevo, en Comas. Antes de quedar embarazada, estudiaba una carrera técnica en Senati, pero al convertirse en madre decidió dedicarse al niño y sufragar sus gastos en parte con la pensión que le ofrecía el padre y vendiendo la ropa que compraba en Gamarra. Haberse convertido en madre fue chocante para ella, la conclusión de su libertad, por lo que siempre encontraba alguna forma para salir a divertirse.

El día de la tragedia, salió de su casa mintiéndole a su madre, Raquel Osco. Le dijo que iba a un cumpleaños, que no se preocupara porque regresaría rápido para atender a su pequeño Dicon. No pudo cumplir con su promesa. Durante los funerales, sus amigos también protagonizaron un ritual musical que fue motivo de cuestionamientos. La juerga la acompañó hasta el final.

Cynthia

No solo era una de las más jóvenes –tenía 22 años, había nacido en Miraflores el 14 de diciembre de 1997– sino también, a diferencia de las compañeras de infortunio que solo tenían secundaria, había conseguido graduarse en Administración Bancaria. Y por si fuera poco, Cynthia Salazar Cántaro tenía un trabajo fijo en el Banco de Crédito del Perú (BCP). No tenía hijos pero trataba como si lo fuera a su sobrino Yosimar, primogénito de su hermana por parte de madre, Maritza. En su barrio, Cynthia Salazar se dedicaba a hacer labor social. Ella era parte del equipo de Amigos del Rímac en Acción, un grupo conformado por jóvenes que atendían a familias con carencias en el asentamiento humano San Juan de Amancaes. “Corazón de niña”, así se presentaba en su cuenta de Facebook.

También publicó videos y anuncios de orquestas musicales de salsa, cumbia y folclórica. Sin embargo, parecía haber asistido a la fiesta equivocada, aunque es muy probable que amigos del asentamiento humano San Juan de Amancaes, donde residía según su DNI, la convencieron para asistir. Algunos asistentes a la discoteca provenían de dicha zona. En uno de los mensajes que dejó en Facebook, habló de la muerte: “La muerte no discrimina. Sé amable con los demás, respetuoso, solidario y nunca te sueltes de la mano de Dios”. Quizás estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado. Eso es lo que también creen los amigos de Jessica Ramos Acevedo.

Jessica

Nacida en Lima el 4 de julio de 1985, Jessica Ramos Acevedo recién había completado los 35 años de edad. Hacía cuatro meses que había celebrado los 15 años de su única hija, Yamilé Alexandra. Jessica Ramos tenía 19 años cuando se convirtió en madre y desde que tuvo consigo a Yamilé le dedicó su vida. Se tenían la una a la otra y eso les bastaba. Salir de paseo los fines de semana, acompañarla a los cumpleaños de sus amigos o practicar pasos de baile, el día a día de Jessica Ramos transcurría alrededor de su “hermosa Yami”, como la llamaba de cariño.

Siempre orgullosa de su hija, Jessica Ramos no desaprovechaba ocasión para expresarle su afecto. En su cuenta no hay videos ni fotos de fiestas, ni de orquestas ni de artistas. Todo lo que aparece está dedicado a su hija. La familia prefiere no decir nada mientras dure el luto. Jessica Ramos también parece haber estado en el lugar equivocado y en el momento equivocado.

Datos

Fuentes. La crónica se elaboró con una serie de entrevistas a los familiares, amigos y compañeros de trabajo de las víctimas.

Redes. También se obtuvo información de las cuentas de los fallecidos en las redes sociales, se hizo contacto con los seguidores de las víctimas y se recabaron los mensajes de otras personas que conocían a quienes perdieron la vida en la discoteca Thomas.

Continuará.

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Periodista de investigación del diario La República. Soy Comunicadora Social egresada de la Facultad de Letras y Humanidades de la UNMSM. Llevo 23 años realizando la labor de reportera en la Unidad de Investigación del diario, donde me he especializado en abordar temas de seguridad nacional, derechos humanos, narcotráfico y terrorismo.