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Sociedad

Yamamoto sobre tragedia en Los Olivos: “Es un cachetadón para darnos cuenta qué tan mal estamos”

El psicólogo social y filósofo Jorge Yamamoto habló con La República tras el fallecimiento de 13 personas en una discoteca que funcionaba pese a las restricciones del estado de emergencia.

Desde 1989, Yamamoto investiga las mentalidades de pequeñas comunidades hasta grandes urbes. Foto: LR/AFP.
Desde 1989, Yamamoto investiga las mentalidades de pequeñas comunidades hasta grandes urbes. Foto: LR/AFP.

Dos días antes de la tragedia de Los Olivos, el psicólogo social Jorge Yamamoto indicaba en Andina que la mayoría de peruanos tenemos un serio problema de comportamiento. “Nuestra ‘naturaleza’ ha hecho que sea ‘triplemente complicado’ controlar la pandemia. Siempre encontramos una justificación para transgredir la norma”, reflexionaba el experto de la PUCP y autor de La gran estafa de la felicidad.

Este domingo, el horror empañó la madrugada: 13 personas murieron al intentar escapar de una fiesta clandestina en medio de una intervención policial, 23 fueron detenidas y al menos quince de ellas dieron positivo para coronavirus. “Este escenario demuestra cómo múltiples aspectos generan la tormenta perfecta”, dice Yamamoto a La República. Desde 1989, investiga las mentalidades de pequeñas comunidades y grandes urbes.

¿Cómo hay que leer esta noticia, qué nos puede decir sobre nuestro país?

Creo que es un símbolo y un cachetadón para darnos cuenta qué tan mal estamos. Aquí hay una cadena de múltiples responsabilidades. Primero, la discoteca se zurró en las normas al fomentar una actividad comercial que atenta el principio básico de sanidad. Y en segundo lugar, la vigilancia municipal y policial. Ojo, no hay que hacerle cargamontón a la Policía ni quitarle la autoridad de fiscalizar y sancionar. Eso ha traído pésimos resultados en el pasado. Sí, creo, hay que mejorar los métodos policiales para una eficaz intervención, sin consecuencias letales.

Después tenemos el problema de fondo, el comportamiento: ir de juerga. Esa secuencia evidencia la manera en que estamos matándonos. Es, sobre todo, un llamado a la consciencia. Esa es la palabra clave. Y no me refiero a la consciencia moral, sino a un proceso psicológico (que consiste en) tener la información adecuada para sobrevivir, salir adelante y actuar de forma coherente. Sin ver, solamente, mi pasador desatado.

Has mencionado también que el peruano tiene un hábito recurrente: sacarle la vuelta a todo.

Esto viene de una historia de leyes que no siempre son inteligentes y de un sistema de control donde la Policía y el Poder Judicial se compran con módicas, o no tan módicas, sumas de dinero. Además, el sistema educativo no prioriza los valores ni el comportamiento cívico. Y la formación general de familia es laxa.

Aquí, por ejemplo, se aplaude que un niño haya ‘choreado’ algo del supermercado. En la familia y los amigos se acaba el Perú. De la escuela salen ’mostritos’ a hacer lo que se les da la gana, para beneficio individual. Más temprano que tarde se transgrede la norma. Con malas leyes, sales en 15 días o lo resuelve un billete. Todo esto tiene un nombre: valores, lo que falta, por supuesto. No sorprende que tengamos un caos generalizado.

En una entrevista previa, criticaste precisamente que el Gobierno haya relajado ciertas restricciones.

Al relajar la cuarentena, Martín Vizcarra dejó un mensaje implícito: cuídense ustedes mismos. Dicho de otra manera: jódanse. Fue un error de carencia de estrategia. (El Gobierno) no ha podido recurrir a la ciencia del comportamiento para detener el tema.

Twitter hoy es una cacería donde se debate cómo y quién debe morir. He leído comentarios como “selección natural”. ¿Eso también nos puede alertar algo?

Cuando uno tiene un nivel elevado de ansiedad o un inicio de depresión, ve todo negativo y asume un rol agresivo-reactivo. Hay que poner atención en la señal de alerta emocional porque se puede convertir en una reacción social violenta. Es un indicador anaranjado, casi rojo, que hay que retomar el liderazgo, sino se llega al caos social. Pero, sobre todo, esto debe llamarnos a tomar soluciones, soluciones acertadas que deben saber comunicarse para que baje la ansiedad y agresividad.

Fallecidos son trasladados en camionetas de la policía a la Clínica Jesús del Norte en el distrito de Independencia en Lima. Foto: EFE.

Fallecidos son trasladados en camionetas de la policía a la Clínica Jesús del Norte en el distrito de Independencia en Lima. Foto: EFE.

¿Cuán heridos saldremos como sociedad de este período?, ¿cuánto tardaremos en reponernos, si hay posibilidad?

Hablemos en presente. En las estadísticas de la Universidad Johns Hopkins, Perú está en primer lugar en el país con más muertos por cada cien mil habitantes. Es espeluznante. De campeones mundiales de la mejor barra FIFA pasamos a campeones en muertes. Al principio, tenía miedo de revueltas sociales. Ahora he visto que se ha disparado la delincuencia de poca monta. Hay un incremento exponencial de lo peor de la sociedad, y es un mensaje claro (para las autoridades): dejen de apelar a la irracionalidad, así no cambia la conducta humana.

Hay que hacer un plan científico, que parte de un diagnóstico. Coca-Cola investiga antes de sacar una campaña... no me vengan con que no se puede investigar seriamente los patrones de conducta acerca del coronavirus y las creencias sobre el mal. Quince días de investigación. Luego, un plan de cambios de conducta. En tres semanas, si no antes, asomarían los primeros resultados.

Paralelamente, implementar un plan nacional de valores. Sé que ahora estamos fregados por lo urgente, pero esa va a ser una gran inversión para el desarrollo, la seguridad nacional y el bienestar. Lo cosecharemos en unos 13 años quizás, pero hay que pensarlo.

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