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Sociedad

Ingeniero peruano perdió su trabajo por el coronavirus y tuvo que comer basura en Australia

“Nunca antes había estado sin hogar en mi vida y espero nunca volver a pasar por esto”, comenta Daniel Cortez.

Daniel Cortez, ingeniero peruano.
Daniel Cortez, ingeniero peruano.

Daniel Cortez, ingeniero peruano de 24 años, viajó hasta Australia para ganar dinero y continuar estudiando; sin embargo, la crisis económica por el coronavirus lo dejó en la calle.

El ingeniero llevaba tres meses en la localidad de Parramatta en Sidney, Australia. Había llegado a dicho país para laborar como montacargas, ahorrar dinero y poder continuar estudiando, pero sus sueños se vieron frustrados cuando la COVID-19 llegó hasta ese país.

El virus y la cantidad de contagios en Australia obligó a las autoridades a declarar estado de emergencia y cerrar los negocios locales, por lo que Cortez se quedó sin trabajo y se vio obligado a vivir dentro de su automóvil donde no tendría buenas experiencias.

“Un hombre borracho comenzó a tocar la ventana del vehículo en la oscuridad de la noche y le preguntó si podía dormir allí con él”, se lee en el portal ABC News de Australia.

Asimismo, en vista de no tener ningún ingreso, Cortez mencionó que tuvo que comer de la basura para contrarrestar el hambre que sentía.

“Encontré un paquete de papas fritas y me lo comí. Cuando estás en esa situación, comienzas a pensar en cómo preferirías morir, y decidí que preferiría comer algo y exponer mi vida al virus que morir de hambre. Ese fue el pico de mi desesperación y fue cuando me di cuenta de que necesitaba encontrar ayuda”, comentó.

Pese a todas las peripecias que el peruano tuvo que afrontar, no se rindió y logró encontrar el apoyo de una ONG llamada Addison Road, quienes decidieron ayudarlo brindándole hospedaje y comida hasta que la situación en el país mejore.

Finalmente, Daniel se encuentra agradecido con todas las personas que en su momento le brindaron apoyo y espera que el estado peruano lo asista para regresar al país.

“Esos extraños que me dieron una fruta. Fue una sensación que nunca había sentido en mi vida, simplemente me dieron otro día para vivir para ser honesto”, recalcó.