Sociedad

Un síntoma llamado COVID-19

“Aparentemente los avances científico tecnológicos debieran permitirnos dejar atrás a las plagas. Pero la presente pandemia nos recuerda que las pestes seguirán acompañándonos y es importante tratar de entender por qué”.

Un síntoma llamado COVID-19
Un síntoma llamado COVID-19

Hay alguna relación entre la pandemia de coronavirus que ahora aflige al planeta, la destrucción del medio ambiente y la extinción masiva de especies que ha propiciado la acción depredadora del hombre? La historia de la humanidad está jalonada de grandes pandemias. La peste negra, que asoló Europa entre los años 1348 y 1353, acabó con la tercera parte de la población. La gripe española de 1918 se estima que mató entre 50 y 100 millones.

Aparentemente los avances científico tecnológicos debieran permitirnos dejar atrás a las plagas. Pero la presente pandemia nos recuerda que las pestes seguirán acompañándonos y es importante tratar de entender por qué.

La existencia de la humanidad ocupa apenas 150 mil de los 3,000 millones de años que tiene la vida en la Tierra. El planeta es un gran sistema cibernético que se autorregula por retroalimentación y en él la vida está organizada como una pirámide trófica, en que los pequeños roedores que ocupan la base se alimentan de las hierbas y sirven de alimento a pequeños predadores, que a su vez son comidos por otros más grandes, hasta la cúspide de la pirámide, ocupada por los grandes predadores: aquellos que se alimentan de los demás animales sin ser a su vez presa de ninguno: leones, tigres, osos, tiburones y, por encima de todos, la especie depredadora más exitosa, los seres humanos.

Hace 10,000 años los humanos que habitaban el planeta no pasaban de algunos centenares de miles y los grandes predadores regulaban su número. Pero con el descubrimiento de la agricultura la humanidad dejó de depender de lo que la Naturaleza le brindaba. Los humanos gradualmente empezaron a producir más de lo que consumían y el excedente que así se produjo permitió con el tiempo la aparición de la civilización, las ciudades, las clases sociales y todo ese proceso imparable que nos ha llevado hasta el desarrollo presente. En el camino crecimos desde unos cientos de miles hace 10,000 años hasta los 7,800 millones de habitantes de hoy. Y fuimos destruyendo todos y cada uno de los equilibrios que aseguraban la viabilidad del sistema de la vida.

La Naturaleza trata de restablecer el equilibrio perdido controlando el crecimiento de la población humana. Ya no hay grandes predadores que nos amenacen, más bien los hemos llevado al borde de la extinción.

Ahí entran los virus: cada pandemia es un intento de la Naturaleza de recuperar el equilibrio perdido. La especie humana se ha mostrado como la más nociva para la supervivencia de la vida en la Tierra, y la lógica neoliberal de las últimas décadas ha llevado la depredación destructiva del planeta hasta sus últimos límites. La estupidez, la codicia y la inconsciencia siguen imperando. Esta semana cazadores furtivos asesinaron a la última jirafa blanca y su cría.

Seguramente derrotaremos al Covid-19. Parece imponerse algo de sensatez y es de esperar que las medidas que se están tomando permitan reducir los daños. Pero la destrucción del equilibrio de la tierra por los humanos prosigue y para la Naturaleza esto tiene que detenerse de alguna manera.

Es útil recordar que nosotros no somos imprescindibles para la Naturaleza: si desapareciera la especie humana en apenas unos cientos de años toda la huella suya desaparecería y aquella proseguiría su proceso sin grandes perturbaciones. O reorientamos nuestra forma de vivir o seremos una simple anécdota olvidada por quienes hereden el planeta, esperemos que con más sabiduría.