A manera de disculpa
“Muchos amigos se preguntaron en silencio el porqué de mi candidatura al congreso por Moquegua. A la vez creo, producto de mis lecturas y experiencias, que no hay peor riesgo que el que no se corre”
César Caro
Muchos amigos se preguntaron en silencio el porqué de mi candidatura al congreso por Moquegua, otros tantos me lo hicieron directamente con algunas leves muestras de aprobación, las cuales son infinitamente menores a la de aquellos que reprueban que haya participado en una contienda electoral a esta altura de mi vida. Arriesgándome a ser víctima de aquellos poco informados que hicieron del insulto y las mentiras su mejor arma, a falta de argumentos e ideas.
¡Es cierto! Pero a la vez creo, producto de mis lecturas y experiencias, que no hay peor riesgo que el que no se corre. Y si en esta aventura hubiese conseguido colocar en el escenario político y social algunas propuestas y observaciones respecto a las nuevas realidades para las nuevas generaciones, hubiese podido decir tarea cumplida. Y aquí una observación: desde 1974 en que publiqué mi primer artículo, hasta la fecha siempre he escrito sobre el devenir presente, recibiendo más diatribas y silencios de aprobación. Estoy seguro que de haber escrito sobre hechos pasados e históricos hubiese sido todo lo contrario.
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Pero no me arrepiento totalmente, a pesar que no pude lograr ningún tipo de discusión en varios aspectos, como por ejemplo en cuanto al papel del Estado, a quien pertenecen las fuentes naturales de riqueza, y por lo que debe vigilar por su máximo aprovechamiento en beneficio común y sin mengua de su soberanía, marco en el cual quise presentar una serie de propuestas como también una relación de las gestiones que en procura de conseguir mayores y mejores recursos y herramientas, para impulsar el desarrollo de la Región Moquegua, con incidencia en la Macro Región Sur del Perú.
Sin embargo, no hubo debate. Todo giró sobre los grandes temas, que tenían respuestas obvias. O creen acaso que alguien podría estar en contra de la lucha contra la corrupción, a tal punto que los mal llamados debates tenían una estructura similar a la de los concursos de belleza, en los cuales a las candidatas se les pregunta por su nombre, a quién representa y se les da breves momentos para que expresen un mensaje... y después -felizmente no ocurrió con nosotros- se les hace desfilar en traje de noche o de baño.
Pero dejando la ironía, observando la composición del Congreso, que ante el dicho popular, la voz del pueblo es la voz de Dios, una vez más reafirmo que en el campo político soy ateo, pero a la vez creo con Octavio Paz que “no podemos renegar de la política; sería peor que escupir contra el cielo: sería escupir contra nosotros mismos”.