Hace un año, en un remoto pueblo de Cajamarca, tres niños murieron tras haber ingerido alimentos contaminados con un plaguicida. Luego de que se desatara un escándalo político, las autoridades les prometieron de todo a los deudos. Hoy están cargados de desconfianza y amargura. Treinta sobrevivientes arrastran severas dolencias gástricas, desórdenes psicológicos y problemas de conducta.Olvidados.,La herida de una tragedia continúa abierta en Redondo, Francesca García. Enviada especial Cajamarca/ Los habitantes de Redondo conviven con el dolor; un pesar que se hace evidente cuando se arrodillan ante las tumbas de los tres niños que murieron hace un año , cuando colocan flores sobre el concreto que cubre sus nichos, cuando nuestra única referencia para dar con la identificación de las sepulturas es el orden en que se colocan los padres para llorar a sus niños. Redondo es uno de los caseríos más pobres del distrito de Cachachi, en la provincia de Cajabamba . Hasta aquí se llega por un camino de trocha después de seis horas de viaje desde la ciudad de Cajamarca. Su población –estimada en 100 familias– convive con la extrema pobreza y con esa herida que se abrió hace un año. El último jueves 20 de setiembre, la muerte de Fiorela Araceli Sánchez Roncal (8), Miguel Ángel Díaz Torres (8) y Darwin Eduar Gamboa Bautista (9) fue recordada con una misa. Ese día los pobladores recibieron una donación del gobierno: utensilios de cocina, kits de limpieza y Foncodes colocó la primera piedra de lo que será la nueva escuela pública de Redondo. La muerte de tres menores envenenados con un plaguicida, y la intoxicación de más de 80 niños en esta localidad fue el mayor revés político en la gestión de Aida García Naranjo, entonces ministra de la Mujer. Y significó, meses después, el anuncio de la desactivación del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (Pronaa) , entidad a la que se culpó de haber distribuido alimentos contaminados que provocaron las muertes. Hoy muchos de los niños que sobrevivieron a la intoxicación arrastran secuelas físicas y psicológicas. GASTRITIS Y DISEPSIA Un informe del Centro de Salud de Cachachi, emitido en agosto, alerta que de los 86 niños afectados por la intoxicación de carbamato (sustancia utilizada en plaguicidas) hay 18 que tienen gastritis. Tres de los niños de este grupo tienen, además, síndrome vertiginoso (mareos constantes). Otros doce menores sufren de dispepsia, trastorno provocado por una mala digestión. Víctor Armando Vigo Córdova, jefe del Centro de Salud de Cachachi , explica que estos niños necesitan recibir los alimentos de la denominada “dieta blanda” que destina el Pronaa y que debe ser notificado por la Dirección Regional de Salud (Diresa). “Hemos pedido que sean trasladados al Hospital de Cajamarca, allí deben hacerles exámenes más rigurosos”, agrega el doctor Vigo y luego precisa que el diagnóstico al que llegó su centro de salud se basó únicamente en la sintomatología presentada por los menores, debido a que no cuentan con los equipos necesarios. Tras la tragedia, un equipo médico de la Diresa-Cajamarca intervino en Redondo entre octubre y diciembre de 2011. Esta entidad se comprometió a mantener en el lugar un equipo médico permanente para la atención de los afectados. Se calculó que el tratamiento post traumático costaría 313 mil 946 soles. A la fecha esta promesa –que depende del gobierno regional de Cajamarca– no se ha cumplido. Los niños de Redondo con problemas gástricos deben ser alimentados con una dieta blanda. Hace tres semanas la directora de la Red V de Servicios de Salud Cajabamba, Maritza Vásquez Calla, solicitó al Pronaa el envío de raciones alimenticias especiales para estos menores, según nos relató. DOLOR Y AMARGURA Mientras recuerda el día en que murió su hijo, María Torres Palacios lanza una mirada en la que se mezclan el dolor y la desconfianza. La desgracia que le toca vivir a su familia ha incrustado en su hogar un fuerte estigma. “Tengo tres hijos más que se ponen muy furiosos. El carácter les ha cambiado , no quieren estudiar, tampoco quieren comer”, confiesa. “Somos familias pobres y sabemos que para nosotros no hay justicia”, se queja María, segundos antes de quebrarse en el llanto. “En mi aula hay un nivel de ausencia muy elevado. Los niños ahora tienen un rendimiento muy bajo”, se lamenta el profesor Wilson Antonio Huaccha Ávila.“ Nos prometieron que pintarían la escuela para ayudar a que los niños se sientan en otro ambiente, pero nadie trajo ni siquiera una brocha”, ironiza el profesor Huaccha. Él es uno de los seis maestros que trabajan en la Institución Educativa N°82311 y cuya población escolar quedó con secuelas a raíz de la intoxicación con el pesticida. RECHAZAN ALIMENTOS Llegamos hasta Redondo el sábado 22 de setiembre. A diferencia de hace un año , el caserío no está más en la agenda de los informativos nacionales y los políticos que los visitaron no asomaron más. Es evidente la apatía de una parte de la población sobre la tragedia. “Hubo tantas reuniones para discutir sobre lo ocurrido que muchos prefieren ya no saber más”, nos explican los padres de familia que se han reunido para ponerles flores a las tumbas de sus hijos. Para llegar hacia el cementerio desde la entrada del caserío, es necesario caminar frente a lo que fue el antiguo comedor. El abandono del lugar hace evidente que no funciona más. “Nosotros ya no recibimos los alimentos que envía el Pronaa”, explica airadamente Marina Roncal. “Nadie se ha muerto por no comer sus alimentos. Ellos mataron a nuestros hijos”, enfatiza María, ante la mirada atenta y solidaria del grupo. La asistencia alimentaria estatal, que recibían los niños en edad escolar hasta setiembre del 2011, es suplida ahora con los alimentos que cada una de las familias que conviven en Redondo logra cosechar. Lo que más se produce aquí es maíz, trigo, lenteja y arveja. “No podemos recibir esos alimentos hasta que las investigaciones determinen si los del Pronaa fueron o no los culpables de las muertes de nuestros hijos”, argumenta Ysaac Gamboa, padre de Darwin. Y en efecto, según obra en un acta de devolución de alimentos, los pobladores de Redondo decidieron mediante una asamblea que no aceptarían más sus productos. Yadira Alfaro, jefa del Equipo de Trabajo Zonal Pronaa- Cajamarca asegura que han insistido con la población para que vuelvan a recibir los alimentos. Sin embargo, opina que mientras no se conozcan oficialmente las conclusiones de la investigación fiscal la desconfianza persistirá. En Redondo las heridas de la tragedia conviven con las paradojas. Es un lugar con un alto nivel de productividad agrícola pero con escasas condiciones para escapar de la pobreza extrema. La tragedia de hace un año, coinciden sus pobladores, no puede ser olvidada a punta de indiferencia. Ellos esperan ahora que el Estado cumpla con la obligación de velar por los niños que sobrevivieron, de sus estómagos heridos, de la atención preferencial que requieren de por vida. DATOS canon. El presupuesto por canon minero que percibió Cachachi en 2011 fue de 8 millones 420 mil 164 nuevos soles, el más alto entre los 4 distritos que conforman Cajabamba. Promesa. El Ministerio de Agricultura se comprometió en realizar el represamiento del río Quinuamayo y revestir el canal de regadío de la parte alta de la comunidad. EN CIFRAS 5 son los Centros de Distribución de Alimentos (CDA) que ha implementado el Pronaa en Cajabamba. 30 Niños en Redondo presentan problemas gástricos.