IEP: más del 80% de peruanos insatisfechos con la democracia en medio de crisis por cogobierno de Boluarte y Congreso
El apoyo a la democracia en el Perú sigue cayendo. Una mayoría ciudadana expresa insatisfacción y desconfianza ante un sistema que no responde a sus demandas.
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En múltiples protestas ciudadanas, uno de los cantos políticos más repetidos ha sido aquel que reza que "esta democracia ya no es democracia". La más reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), elaborada para La República en mayo de 2025, refleja con claridad la coherencia entre la percepción ciudadana y esta consigna. Según los datos, el 88 % de la población se siente insatisfecha con la democracia en el país, de los cuales un 35% catalogó esa desdicha como "muy insatisfecha". Esta percepción de descontento proviene de dos sectores marcadamente distintos: la macrozona sur y el sector socioeconómico A/B de Lima, la capital peruana.
La insatisfacción con la democracia ya era un sentimiento recurrente en 2024. En noviembre de ese año, el índice alcanzaba el 86 %. Esta tendencia al alza se ha acentuado desde 2022, cuando el descontento se situaba en 70 %. Aunque la cifra ya era elevada, el incremento ha sido considerable: en solo tres años, un 18 % adicional de la población ha dejado de respaldar este régimen político.
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La democracia tiene cada vez menos apoyo
El respaldo ciudadano a la democracia en el Perú muestra una preocupante caída, según el mismo informe del IEP. En mayo de 2025, el 34 % de los encuestados expresó un bajo apoyo al sistema democrático, un aumento considerable frente al 19 % registrado en 2022. En contraste, solo el 24 % manifestó un respaldo alto. La mayor concentración de rechazo se ubica en el extremo más crítico de la escala: un 26 % se mostró “muy en desacuerdo” con la afirmación de que, pese a sus problemas, la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.
El rechazo al modelo democrático se acentúa en sectores rurales, donde alcanza el 42 %, así como en las regiones sur, centro y oriente del país. También es más pronunciado entre los ciudadanos de niveles socioeconómicos bajos (39 %) y entre quienes desconfían de las elecciones (49 %). Si bien el grupo mayoritario (42 %) se ubica en un punto intermedio de la escala, esta postura ambivalente revela una ciudadanía desencantada con el funcionamiento del sistema político. El incremento del escepticismo democrático refleja un contexto de crisis institucional sostenida, que sigue debilitando los vínculos entre la población y el régimen democrático.
¿Qué entendemos los peruanos por democracia?
Diversos pensadores han definido y conceptualizado la democracia desde distintas perspectivas. No obstante, los peruanos tienen su propia interpretación. Según la data citada, para los ciudadanos del país el concepto que mejor ilustra lo que significa la democracia es "igualdad", elegido por un 32 % de los encuestados. "Elecciones" ocupa el segundo lugar con un 20 %, seguido de "libertad" (18 %), "Estado de derecho" (15 %) y "participación" (13 %).
Resulta igualmente llamativo cómo, a partir de las segmentaciones demográficas, cada concepto tiene mayor o menor presencia en la concepción ciudadana. Los sectores D y E, cuyas condiciones materiales son más desfavorables, tienden a entender la democracia como igualdad: un sistema en el que todas las personas tienen el mismo valor. En contraposición, los sectores A y B —vinculados a mayores oportunidades económicas— priorizan el orden, considerando al "Estado de derecho" como el concepto que mejor define este sistema político.
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Las amenazas a la democracia
El respaldo a la democracia en el Perú ha caído de forma alarmante en los últimos años. Los resultados señalan que el porcentaje de ciudadanos con bajo apoyo a este sistema político pasó de 19 % en 2022 a 34 % en mayo de 2025. Paralelamente, el alto respaldo se ha estancado en torno al 24 %. Este retroceso plantea una inquietante pregunta: ¿por qué cada vez más peruanos dudan de que la democracia sea la mejor forma de gobierno, incluso con sus limitaciones?
Una de las principales explicaciones se encuentra en la persistente crisis política que ha atravesado el país con la llegada al poder de Dina Boluarte. El pacto entre el Ejecutivo y el Congreso en favor de la impunidad, junto con los escándalos de corrupción, ha erosionado la confianza ciudadana en las instituciones. Cuando los mecanismos democráticos no ofrecen respuestas claras ni mejoras concretas en la calidad de vida, muchos ciudadanos comienzan a cuestionar su eficacia y legitimidad.
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Otro factor determinante es el descontento con el sistema electoral y la representación política. La encuesta del IEP muestra que, entre quienes tienen poca o ninguna confianza en las elecciones, el 49 % expresa un bajo apoyo a la democracia. Esto sugiere que el voto ha dejado de percibirse como una herramienta efectiva de cambio. A esto se suma otro elemento clave: el desinterés por la política. El hartazgo generalizado ha llevado a muchos a desvincularse del ámbito político, como una forma de protección frente a las constantes decepciones sufridas en esta esfera.
Finalmente, las brechas sociales también influyen en esta percepción. En los niveles socioeconómicos D y E —más expuestos a la precariedad, la desigualdad y el avance de la delincuencia, un problema que no ha sido abordado por los actuales poderes del Estado, sino más bien alentado—, el apoyo a la democracia y la satisfacción con este sistema político son significativamente menores. En estos sectores, la democracia parece no haber cumplido sus promesas de inclusión y bienestar. Sin una mejora real en las condiciones materiales, el desencanto podría seguir profundizándose, abriendo la puerta a salidas autoritarias o populistas.



















