Lincoln Onofre: “La corrupción es mala si está lejos; pero a nivel regional o local, si hay un beneficio, se acepta”
El politólogo PUCP alega que varios consejeros regionales han mostrado su apoyo a Wilfredo Oscorima y consideran que al exponer este tema se daña la institucionalidad del Gobierno regional.
Lincoln Onofre es un politólogo natural de Ayacucho que ha seguido de cerca la gestión del presidente de esa región, Wilfredo Oscorima, y conoce bien su forma clientelista de actuar. También es un observador de cómo se hace política a nivel regional y local, y señala que la lentitud de la justicia con la corrupción genera impunidad.
-Wilfredo Oscorima ha sido dos veces gobernador regional y enfrentó denuncias de corrupción. ¿Cómo se explica que otra vez ganara en Ayacucho?
-Es un personaje con un poder económico que le permite mover un equipo de campaña que compra todo: movimientos políticos, prensa local, publicidad, organiza conciertos, traslada portátiles, regala dinero; incluso compra candidatos opositores para que desistan de su postulación. En el 2022, Oscorima ganó en primera vuelta, con el 46,8% de votos válidos. Son votos urbanos, metropolitanos. El 40% de esos votos son de los cinco distritos de la ciudad de Huamanga y el 52% de la provincia de Ayacucho. Ahí vemos al menos dos grupos de electores: la periferia y el centro. Los votos periféricos buscan mejorar sus condiciones de vida, acceso a los servicios, mejora de espacios públicos; y endosan su voto al candidato que regala lozas deportivas o una obra tangible. Para ello, Oscorima transa con dirigentes barriales quienes se encargan de participar como portátiles en mítines. En el centro, hay grupos organizados que buscan sacar algún beneficio, como la participación en licitaciones públicas o ejercer cargos de confianza; apoyan al que garantice sus privilegios. Bajo este escenario, para el elector, la corrupción es mala cuando está lejos, en el Congreso, en Palacio de Gobierno; pero si esta sucede a nivel regional o local y existe un beneficio directo (licitaciones sobrevaloradas) o indirecto (trabajo), se acepta y se defiende.
-¿Cuál es la percepción que tiene la ciudadanía ayacuchana sobre su presidente regional ahora que se conoce su participación en el caso Rolex?
-Existe un malestar mayoritario, pero desarticulado. Las organizaciones sociales, los políticos o colegios profesionales han rechazado en varias oportunidades actitudes antidemocráticas del Gobierno central; pero no se manifiestan en casos locales, procuran preservar sus intereses, sus parcelas de poder, sus privilegios, algunas veces tejiendo alianzas con la corrupción. Por ejemplo, los empresarios locales que trabajan con las autoridades de turno prefieren ser ciegos y no denunciar actos de corrupción. No importa si la construcción del comedor universitario está sobrevaluada o si la adjudicación tiene irregularidades; tampoco si la Contraloría advirtió deficiencias en la construcción de pabellones universitarios o si el nuevo hospital regional tiene problemas de infraestructura y equipamiento. Lo que importa es que exista una obra, el fin justifica los medios. Varios consejeros regionales han mostrado su apoyo a Oscorima y consideran que al exponer este tema “se daña la institucionalidad del Gobierno regional”.
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-Esta práctica de estrechar relaciones a través de dádivas es un modus operandi de Oscorima.
-Las dádivas son prácticas propias de campañas electorales; lo hacen todos los candidatos para las elecciones regionales y municipales en Ayacucho y en el Perú. Los candidatos lo hacen desde sus posibilidades económicas, con recursos propios o apoyo de empresarios que luego pasarán a adjudicarse obras públicas; es el caso de la señora Esperanza Rojas. Las dádivas forman parte de nuestra cultura política, del que da y del que recibe. Se ha normalizado porque el ente electoral no tiene capacidad para fiscalizar o sancionar a quien incurra en estos actos. El Rolex o las joyas no son regalos, forman parte de la cadena de corrupción. En el caso Obrainsa, el colaborador eficaz ha declarado que entregó más de 800.000 soles al gobernador. ¿Podríamos creer que un empresario regala sin condicionamientos un Rolex a una presidenta? -Pero aquí no hablamos de un empresario, sino de un gobernador; y no de un reloj, sino de relojes y joyas a una presidenta en medio de transferencias de recursos públicos a sola firma.
-En la elección del 2023 por lo menos 13 gobernadores regionales electos tenían denuncias por distintos delitos. ¿Por qué los eligen?
-De la democracia no se come, no se vive. De la corrupción, sí. Nuestra sociedad tolera, defiende y normaliza la corrupción cuando se beneficia con un puesto de trabajo, un reloj. Las reglas de juego del sistema electoral están diseñadas para crear una suerte de oligopolio de partidos políticos y, con este Congreso, este club es más exclusivo, solo para los que pueden pagar. Los movimientos o partidos políticos son vientres de alquiler ofertados al que puede financiar una campaña y es afín a sus intereses; los que juegan limpio salen de la contienda por presión de los contrincantes o presión de los electores. A este paso, falta poco para que las elecciones sean el reflejo de una pantomima democrática, donde los candidatos son impuestos a medida de los intereses del dueño del partido.
-Varios gobernadores (Cusco, Callao, Lambayeque) tienen acusaciones por corrupción. Se siguen cometiendo ilícitos a pesar de que en el pasado otros gobernadores han sido investigados y encarcelados.
-Es un tema de costo y oportunidad. ¿Cuánto tiempo toma identificar un delito, investigar, denunciar y lograr una sentencia ejemplar? El brazo de la justicia juega contra el tiempo. Hay un conjunto de mecanismos que favorecen al corrupto: empezando por la presunción de inocencia, el derecho al silencio, la colaboración eficaz, la prescripción, la dilatación del proceso, la carga procesal, etc.; ya sin contar con los tentáculos que existen al interior del Poder Judicial. Así las cosas, la impunidad tiene mayores probabilidades de ganar. Los casos que logran una sentencia condenatoria son ínfimos y muchas veces quedan en el olvido. Se requiere celeridad en los procesos, sin que ello afecte la independencia y el debido proceso.