Farid Kahhat: “No hay candidato presidencial de la derecha radical que no alegue fraude”
El analista Farid Kahhat presenta Contra la amenaza fantasma (Critica, 2023), un nuevo libro en el que analiza qué es la derecha radical que crece en América Latina, cuáles son sus características y quiénes sus enemigos.
Alguna vez, para explicar la conducta humana, el profesor Farid Kahhat ha recurrido a figuras de la cultura popular, como los zombis. “Los sobrevivientes de una infección zombi son grupos cerrados, compactos, que dependen de la confianza entre unos y otros para sobrevivir”, dice muy serio, en su departamento de Miraflores. En su nuevo libro, Contra la amenaza fantasma, también reflexiona sobre el crecimiento e influencia de otro grupo humano, la derecha radical, que necesita de un enemigo, aunque sea ficticio, para seguir existiendo. Según Kahhat, esta derecha, ve a la izquierda como un bloque compacto, sin matices, al que debe derrotar. Es una “guerra cultural” en la que se ha embarcado. ¿Qué otras características tiene esta derecha? En este diálogo, Kahhat las resume y habla de algunas de sus figuras más representativas, como Javier Milei.
—Contra la amenaza fantasma es el segundo ensayo que le dedica a la derecha radical, el primero fue El eterno retorno, ¿por qué? ¿tiene ganas de hacerse de unos cuantos enemigos?
—(Sonríe) Bueno, me los he ganado de cualquier manera, así que ya no hay marcha atrás. Pero, debo decir, que la responsable de esto es una buena amiga, Alessandra Miyagi, que trabaja para Planeta. Ella fue la que sugirió inicialmente que escribiera sobre estas nuevas derechas radicales que parecían una amenaza para la democracia. Y yo ya tenía unos artículos y unas lecturas, no es que partiera de cero, y así fue que me animé a hacerlo.
—Hay una afirmación interesante en el libro: “La gente de derecha se siente orgullosa de ser identificada como tal”. ¿Eso es nuevo? Me parece que antes se mantenían dentro del clóset.
—Sí, recuerde esa famosa expresión de Simone de Beauvoir: “Si alguien se niega a identificarse en el espectro de izquierda o derecha, es porque es de derecha”. Era algo relativamente común que quienes tenían simpatía por la derecha, sobre todo una derecha no liberal, conservadora, de tintes autoritarios, nunca lo admitieran, eso ha cambiado.
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—Además, han aprendido nuevas costumbres, es una derecha que marcha, que sale a las calles, en contraposición a la izquierda que desafía.
—Sí, y desafían a la izquierda en su conjunto. Lo que voy a decir puede sonar absurdo. Cuando en la década del 40 del siglo pasado, Von Hayek creía que la socialdemocracia conduciría inexorablemente al comunismo, uno podía entenderlo en el contexto de la Guerra Fría, cuando aún no sabíamos a dónde irían los estados de bienestar europeos. Pero cuando Milei dice que hoy Dinamarca está condenada a avanzar en la dirección de Corea del Norte, eso es descabellado. Esta derecha no hace la más mínima distinción entre las fuerzas de izquierda, con base en si son democráticas o autoritarias, si respetan la propiedad privada o no. Para ellos, toda la izquierda es parte de un enemigo unificado.
—Le atribuye tres características a la derecha radical: Nativismo, autoritarismo y populismo. ¿Esas mismas características no se lo podrían achacar a una izquierda radical?
—Sí, sin duda. El populismo y el autoritarismo claramente atraviesan ideologías. Y Nicaragua, Cuba y Venezuela son dictaduras. Y también hay izquierdas que practican un cierto nacionalismo étnico. No sé si el etnocacerismo puede ser considerado de izquierda, pero muchos lo asocian con posiciones radicales hacia la izquierda, y ellos practican un nacionalismo étnico. Perú Libre también tiene algo de eso. Pero en general la izquierda ha aprendido a separarse del nacionalismo.
—Esta derecha radical a la que usted estudia está embarcada en algo que llama batalla cultural contra un progresismo organizado y coordinado, y de alcance planetario, ¿existe tal progresismo o solo es un fantasma que se ha inventado esta nueva derecha?
—Como ellos lo definen, es un fantasma. Sobre esto, lo primero que quiero decir es que sí hay conductas de la izquierda en el gobierno, en América Latina, que ayudan a explicar cómo es percibida por la derecha radical. La izquierda tuvo triunfos electorales a inicios del siglo XXI como jamás los había tenido en la historia de la región. Tenías a la izquierda gobernando, por primera vez en 200 años, países tan importantes como Brasil o Argentina o Venezuela. Y la izquierda más radical, en ese contexto, atenta contra la propiedad privada, contra el mercado como mecanismo de asignación de recursos y se torna autoritaria. En honor a la verdad, yo sí entiendo a la derecha cuando ve eso como una amenaza. Yo haría lo mismo, al menos como demócrata. Y en el caso de la izquierda más moderada, socialdemócrata, también es un enemigo existencial de la derecha radical porque promueve algo que toca a la derecha religiosa, el tema del aborto, el matrimonio igualitario y la educación con perspectiva de género. Por eso es que puede ser vista como un enemigo. Además, una parte de la izquierda moderada viene de la izquierda marxista.
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—Claro, usted dice que, en la concepción de esta derecha radical, el viejo discurso marxista de la lucha de clases ha sido suplantado por una pugna entre grupos identitarios. Por ejemplo, conservadores contra activistas LGTBI.
—Sí, aunque todo eso no tiene ningún sustento. La derecha habla de un “marxismo cultural”, y yo no conozco a nadie que se defina como un marxista cultural. Y los que se definen solo como marxistas dicen lo contrario, que para ellos la división de la sociedad en clases sociales es más importante que la división entre grupos identitarios. Por ejemplo, hacen notar que grandes cadenas trasnacionales no tienen problema en adoptar la agenda LGTBI, pero siguen siendo empresas explotadoras.
—Quizá lo que no entiende la derecha radical es que también puede haber una izquierda homofóbica o antifeminista.
—¡Claro! Lo hemos visto.
—Están sentados en el Congreso, tomados de la mano.
—Eso es lo que se llama metarrativa: construyes un enemigo de acuerdo a tus necesidades, que no existe en realidad. Hay un líder soviético que cuando Gorbachov llega al gobierno y algunos en Estados Unidos veían eso como una mera táctica, como si el sistema comunista no hubiera cambiado, él lanza esta frase: “Les vamos a hacer algo terrible, los vamos a dejar sin enemigo”. El comunismo permitía ver el mundo como una entidad bipolar, donde había bien y mal claramente delineado. Pero cuando se va ese enemigo existencial, el mundo se vuelve confuso, incierto, y eso les genera ansiedad, por eso vuelven a crear un enemigo existencial, unificado, que es lo que necesitan para sus fines políticos.
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—¿Puede describir a un dirigente de la derecha radical? ¿Qué características debe tener?
—Populismo en el sentido más básico. Y el sentido más básico es hacer una división entre el pueblo, como un todo, y las elites, que gobiernan para beneficio propio.
—Además que se atribuyen la representación de ese pueblo.
—Sí, y allí viene el componente autoritario. Solo tu grupo es el legítimo representante. Y además está lo que pasa en América Latina, no hay candidato presidencial de la derecha radical que no alegue fraude.
—Ese es un requisito indispensable para ser de derecha.
—Claro. Lo han hecho Trump, Keiko, Bolsonaro, aunque luego este se retractó. Milei en las primarias, pese a que ganó. El caso más patético es López Aliaga. Antes de que saliera el boca de urna, preparaba el alegato de fraude con papeletas donde aparentemente no estaba su símbolo. Sale el boca de urna que lo da ganador, se tranquiliza. Avanza el conteo, pasa a segundo lugar, y anuncia una marcha contra el fraude. Cuando a medianoche vuelve a pasar adelante, desaparecen sus alegatos contra el fraude. Para ellos, el punto fundamental es el resultado de la elección, no si hubo fraude o no. Nunca admiten una derrota electoral. Tolerar el triunfo del otro es tolerar el triunfo del mal. De hecho, el hijo de Bolsonaro decía que Lula era la encarnación del mal.
—¿Puede haber homosexuales entre la dirigencia de la derecha radical?
—En el norte de Europa exclusivamente. Allí es interesante cómo la derecha radical cambia su discurso respecto de la agenda LGTBI, dependiendo del contexto en el que opera. Allí donde los derechos de las minorías sexuales avanzaron más pronto en la historia se dice que el Islam hará retroceder esas conquistas, las de los grupos LGTBI o los derechos de la mujer.
—¿Puede haber ateos entre los dirigentes de la derecha radical?
—Sí, nuevamente la derecha radical del norte de Europa es una historia distinta. El resto de la derecha radical en Estados Unidos, América Latina, países como Uganda, España, por ejemplo, tiende a estar asociado a vertientes del cristianismo, catolicismo integrista o evangélicos conservadores.
—Hablemos un poco de la figura más descollante de la derecha actualmente ¿Quién es Javier Milei? ¿es un libertario que de pronto tuvo que hacer concesiones a sus aliados conservadores dejando de lado su propia agenda?
—Yo creo que sí. A ver, ese es un debate dentro del movimiento libertario de larga data, Friedrich Von Hayek, que en mi opinión personal es el más lúcido de los libertarios, decía: "Frente al comunismo soviético los conservadores son aliados, pero son aliados contra un enemigo común, no porque tengamos amplias coincidencias con ellos”. Él dice: “La derecha conservadora, puede ser autoritaria, puede estar en contra del libre mercado, puede estar en contra de los derechos fundamentales, pero son aliados circunstanciales y habitualmente los libertarios pagamos un costo muy alto por esas alianzas, hay que ser muy cuidadoso de no ser absorbido por ellos”. Para mí, Milei es la prueba de que Hayek tenía razón en ese debate. En algunos temas, Milei tiene una posición totalmente distinta a la abrumadora mayoría de los libertarios. Por ejemplo, él está totalmente en contra del aborto. Pero en otros temas en donde mantiene posiciones libertarias, como el de la legalización del consumo de drogas, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el derecho al suicidio asistido, el mercado de órganos, en esos temas él mantiene su posición personal, aunque todo eso desaparece de la agenda electoral para no ahuyentar a los conservadores. Cuando uno ve qué queda de la agenda libertaria de Milei en la plataforma electoral que presenta, no queda nada, salvo el liberalismo económico con el cual la derecha conservadora puede transar.
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—¿Por qué Milei puede llamar dictador Alberto Fernández y no hacer lo mismo con Videla?
—Bueno, porque hay un doble estándar que ellos atribuyen a la izquierda, pero que ellos también tienen. No solo no llama dictador a Videla. En su libro llama dictador a Fernández, que es quien le entrega la banda presidencial, cumpliendo con lo que establecen las normas al perder una elección democrática. Cuando habla de los militares, niega buena parte de los crímenes que se les imputan, reduce su importancia y además reduce el número de víctimas sin fundamento. Los propios militares reconocían cifras mayores de víctimas que las que él da. Entonces, ahí uno se da cuenta de que más que "viva la libertad", la consigna es "muera la izquierda" y “mueran todas las izquierdas”, sean moderadas o radicales.
—Hay un eslogan que ha sonado últimamente en las redes sociales que dice que el fascismo es una consecuencia de las izquierdas, ¿eso se sostiene?
Quienes sostienen que el fascismo es una derivación de la izquierda tienen sólo dos argumentos en su favor, pero los tienen. El primero es que algunos líderes fascistas provienen de fuerzas de izquierda, ahí hay que tener en consideración que el fascismo como el comunismo pretenden ser fuerzas populares. Creer que la clase trabajadora es intrínsecamente de izquierda es un gravísimo error, hay partidos de extrema derecha de base trabajadora: el Partido Nacional Socialista alemán en su origen, por ejemplo. Mussolini fue socialista, pero el nacionalismo ético lo divide de la izquierda. ¿Cuándo se separa Mussolini del socialismo? Cuando el Partido Socialista se pronuncia en contra de entrar en la Primera Guerra Mundial, o lo que luego se va a conocer así. Ahora, en términos prácticos el fascismo siempre ha sido un enemigo de la izquierda. Cuando uno ve el fascismo en acción y a quienes ha asesinado, lo tiene claro. Convengamos en que si te matan no eres su amigo. Y a quienes ha asesinado el fascismo es básicamente a dirigentes de izquierda, desde el principio, incluyendo a Hitler, y en el libro menciono el hecho de que el primer campo de concentración, antes del propio Holocausto, fue un campo de concentración para prisioneros políticos, la abrumadoramente mayoría de los cuales eran de izquierda.