Política

Accomarca: 37 años después, las víctimas de la masacre descansan en paz

Reencuentro. Fueron asesinados el 14 de agosto de 1985 por dos patrullas del Ejército, como parte de un plan operativo aprobado al más alto nivel en Ayacucho. Fueron sepultados entre cánticos y sollozos en un santuario levantado donde los militares instalaron una base meses después de la masacre. Exigen justicia y reparación, pues varios condenados siguen prófugos y el Estado aún no hace efectivo el pago al que fue sentenciado.

Crónica

“Justicia y reparación para Accomarca”, arengaban los familiares de las 79 personas asesinadas por efectivos militares en agosto y setiembre de 1985, mientras los llevaban en ataúdes blancos hasta el lugar donde momentos después serían sepultados.

Todo el pueblo se reunió para ver pasar la larga fila de cajones que contenían los restos de hombres, mujeres y niños que fueron acribillados e incendiados en una de las peores masacres cometidas por efectivos del orden que supuestamente llegaron a protegerlos del terrorismo.

Hijos, padres, madres y hermanos de las víctimas iban a su lado llevando flores y fotografías o dibujos trazados a base de sus recuerdos, como el caso de los cinco hermanos Ochoa Lizarbe, el menor, Edwin, de tan solo un año, y el mayor, Toribio, de 12 años.

ACCOMARCA

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En total, la lista oficial reconoce la ejecución de 33 menores de edad. La más pequeña, Marisol Baldeón Palacios, tenía apenas 3 meses de nacida.

Salieron del pueblo al compás de una banda, como suelen despedir a sus muertos.

“Adiós pueblo de Accomarca, perlas challay...”, cantaron mientras subían por la carretera hacia el santuario levantado en una cima, donde aún quedan muros y vestigios de la base militar que se instaló pocos meses después de la matanza.

“Demetria Lizarbe Solís...”, llamaban. “Presente”, respondían. Ella es una de las víctimas que el 14 de agosto de 1984 concurrieron a la convocatoria de los militares para que fueran a LLocllapampa, sin saber que serían ejecutados. Ella acudió con sus cinco hijos.

La misma invocación hicieron con cada uno de los fallecidos hasta llegar a la cumbre.

Dos días atrás comenzó este proceso para restituir a 79 fallecidos, de los cuales solo 47 están plenamente identificados por el trabajo del Equipo Forense Especializado (EFE) del Ministerio Público y de Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF): 10 llevan años guardados en el municipio de Accomarca, y 37 después fueron devueltos en la ceremonia de ayer.

En seis casos solo se entregarán las prendas y habrá otras 26 restituciones simbólicas con ataúdes que llevan sus vestimentas o rosarios, pues no se ha logrado ninguna coincidencia con los familiares, debido al grado de calcinación de los restos.

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Esperado retorno

El miércoles último, luego de una larga espera de 37 años, llegaron los restos a Accomarca. Estaban en sobres de papel y en cajas debidamente individualizados, tras haber sido plenamente identificados por pruebas de laboratorio. En otros casos, solo había ropas o cenizas de huesos quemados.

Terencia Gamboa Pulido estuvo allí para recibirlos. En la masacre ella perdió a sus padres y sus hermanitos Francia, de 8 años, y Néstor, de 11.

“Ahorita he recibido de mi hermanita su cabecita nomás. De mi mamá no he recibido nada. Su ropa nomás. De mi hermano no hay nada, no hay nada”, dijo.

Ella se salvó de morir porque meses antes viajó a Lima escapando de la pobreza extrema y la violencia política.

“Por esa razón me he escapado. No sé leer, no sé escribir, no sé ni manejar celular, pero sigo buscando, preguntando, buscando a mis padres, a mi familia”, relató mostrando la casa de adobe donde vivían en Lloccllapampa, la misma donde sus familiares fueron asesinados junto con las demás víctimas. Cerca de allí, los enterraron apuraditos en una fosa, con temor de que volvieran los soldados.

Ese lugar fue una parada obligada como parte del proceso para cerrar las heridas. Algunos sobrevivientes compartieron brevemente el horror que presenciaron, y del que se salvaron por haberse escondido.

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“Es difícil recordar todo lo que ha pasado...”, refirió sollozando Cirila, quien en 1985 era una niña de 12 años.

“Un miércoles 14 de agosto llegan los militares. Cuando escuché los disparos, toda esta pampa estaba rodeada de militares... A todos llevaron por ese molle. Si hablara, todo contaría”, expresó. Su mamá es una de las víctimas.

Ella estaba al otro lado de la quebrada. “Cuando me han visto, han comenzado a disparar. Bala por acá, por allá pasaba, pero no me dio”, rememoró.

Cuenta que por temor estuvieron viviendo en el monte hasta que, semanas después, llegó una comisión del Congreso, y se acercaron para contarles.

“Cuando volvimos era un pueblo fantasma. No teníamos ni para comer”, lamentó.

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La lucha continúa

Los familiares se sienten reconfortados por los que han sido restituidos, pero no estarán totalmente tranquilos por los que faltan y por los que no alcanzaron justicia.

“Hay algunas personas que no han sido reconocidas y quedan como en una especie de limbo. No aparecen en la sentencia, pero están en la memoria de todos los que vivieron esos hechos. Por eso la lucha continúa”, les aseguró a los familiares la abogada de Aprodeh, Gloria Cano, en referencia a los testigos asesinados en setiembre de 1985, a fin de ocultar los hechos.

El caso está en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pendiente por un informe de fondo.

Además, la mayor parte de los condenados siguen en libertad, como el jefe político militar de Ayacucho, Wilfredo Mori Orzo, quien autorizó el plan para eliminar a los pobladores que para ellos eran terroristas.

Muchas carencias

Accomarca parece un pueblo olvidado, donde la población tiene muchas carencias. Su alcalde, Francisco Ochoa, señala que muchas comunidades no tienen un servicio de salud y, al no haber empleo, muchos migran.

“No era así. Era muy poblado. Debió haberse desarrollado. Después de la matanza, muchos no han podido acceder a una educación superior. Los que migraron han sufrido”, sostuvo.

Demandó que una mínima forma de resarcirles por lo que pasó es atender las necesidades prioritarias de la población. Necesitan una ampliación de la carretera, salud y educación.

“Esperemos que (el premier) al llegar a Accomarca se indigne, y dé una atención a este pueblo. Desde el día que nos desgraciaron la vida, a la fecha, lo único que nos han dejado es tristeza, dolor y pobreza. El Estado debe dar prioridad a los pueblos afectados por la violencia”, exigió.

El coordinador de las Fiscalías de Derechos Humanos, Daniel Jara, reconoció la tenaz lucha de los familiares para recuperar los restos de sus víctimas.

Remarcó que la identificación de los restos fue todo un reto por el contexto en que ocurrió la masacre, y se hizo posible por el trabajo conjunto de la Fiscalía, el equipo forense, la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas y la Cruz Roja Internacional.

Destacó que de la misma manera seguirán trabajando para tratar de restituir a los miles de desaparecidos pendientes.

El dato

Si tiene información que ayude a encontrar a las víctimas que faltan de Accomarca, llame a la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Teléfono: 204 8020, anexos 2921 y 2923.

La República

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