Política

Fantasmas del posconflicto

“No es lo mejor para nuestra democracia crear categorías de personas”.

AGÜERO
AGÜERO

Sus colegas le dicen adiós, consternados. A sus alumnos les inventa una historia para explicar por qué de pronto dejará de enseñarles. Se va a su casa. ¿Y ahora? Ahora será una desempleada. Una norma discriminatoria así lo ordena. No puede ser profesora pues estuvo en prisión por haber sido de Sendero. La calle es dura, más para las personas indeseadas. Las que nos contagian su estigma.

Ella acepta la responsabilidad que le cabe en la historia terrible del país. No niega, no se justifica, no adorna. Quisiera contribuir con la paz. Ha tenido años para hacer un ajuste de cuentas con quien fue. Ha intentado vivir, en silencio, reconstruyendo sus relaciones. Trabajando con el miedo a ser señalada, y como ahora, echada.

No es la única que pasa por esto. Tampoco todos piensan como ella. Hay quienes no se arrepienten, los que mantienen sus viejas razones. Pero incluso ellos, ¿debe nuestra sociedad devaluarse discriminándolos o puede procesar ese desafío de modo crítico y democrático?

Por ahora el Estado se ha otorgado la capacidad de decidir qué personas son ciudadanas completas y cuáles a medias, expulsando “indeseables” a un mundo de fantasmas del posconflicto que, sin embargo, viven a nuestro lado, muy de carne y hueso.

No es un tema sencillo. Hay que discutirlo en serio y no en un clima de miedo. Pero seguro que no es lo mejor para nuestra democracia crear categorías de personas. Ojalá hallemos el modo y nuestra convivencia no se ajuste solo a las reglas del desprecio.